JESS Y SU DESAFÍO COMO MUJER
Jess y su desafío como mujer
Por: Yaskara y Wanda T.
Son las tres y unos cuantos minutos, seguimos esperando, pero Jess llega retrasada 15 minutos a la plaza España, lugar que habíamos acordado, está sentada bajo el sol con los pies estirados, lleva botines negros de gamuza, un jean celeste, una blusa floreada con un escote que parece haber sido cerrado con un gancho y encima una chompa muy delgada de hilo negro, tiene la cabeza baja vista a su celular, de lejos apenas se le puede ver el rostro, pues está cubierto por su larga cabellera negra. Nos acercamos y ella se pone en pie, es una mujer alta y delgada; saluda de manera cordial y le preguntamos si quería ir por un café o algo para beber, lo piensa un poco y acepta, levanta su mochila azul y entonces nos dirigimos al patio de comidas de aquella plaza para realiza la entrevista. En el camino, se la ve con el celular en la mano derecha, parece que tiene una conversación importante y està alerta, mientras que en su otra mano se observa una manilla con los colores de la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transgénero).
Ese tarde de jueves de marzo de 2019, ya en el lugar le preguntamos que quería beber y se muestra indecisa viendo a su alrededor, le proponemos un helado y esta deacuerdo. Cuando estamos para elegir el sabor, desafortunadamente nos dicen que ya no hay helado, entonces Jess rápidamente opta por un jugo de maracuyá y pedimos una jarra, quizás estaba sedienta por la calor que hacía esa tarde. Vamos al segundo piso donde hay un parque infantil y mientras sube las gradas lo hace de forma suave, moviendo las caderas como si quisiera lucir su figura. Toma asiento de manera delicada, ahí vemos de cerca como brilla su maquillaje con una sombra roja en los ojos, las cejas perfiladas, el labial de un tono más oscuro y unas flores rosadas de aretes.
Estamos por empezar la entrevista pero de repente una niña pequeña se acerca a la mesa y la mira muy curiosa, Jess le sonríe y le dice “entra, entra, nosotras ya somos muy grandes” incentivando a la pequeña para que juegue en el parque infantil, y después lanza una carcajada.
Jessica Violeta Vásquez Velarde, (Jess) a sus 29 años es una paceña multifacética: es Licenciada en Comunicación y periodismo, radialista, cineasta, actriz, artista, pintora, poeta, estudio lingüística e idiomas por cuatro años y ahora quiere iniciar arquitectura, parece que para ella el mundo no se acaba. Mientras nos traen el jugo, ella nos revela que combina sus días buscando trabajo estable y conducir un programa junto a sus tres compañeras desde septiembre del año pasado denominado “Las Intransigentes” abocado a la temática Trans para informar y educar a la población, todos los días miércoles a las 10 de la mañana por Radio Deseo.
Cuando llega nuestra bebida, ella la mira e indica que le hace calor y se saca la chompa, se lleva el pelo hacia atrás y pone las manos de manera delicada sobre la mesa. Levanta su vaso y bebe un poco para tomar impulso, para recordar cuando la discriminaron por ser trans en un evento musical, pues ella tocaba el teclado en una banda llamada “Squirt” y tenían una presentación hace dos años en Cochabamba, pero durante los días previos en la organización de este concierto de bandas musicales de mujeres, las organizadoras al ver que Jess no estaba presente dijeron “por si acaso en este evento no están permitidos penes, o sea que no van a traer ni a sus amiguitos, ni a sus novios, tampoco mujeres Trans” lo cual desencadenó molestia de las demás integrantes del grupo, la deserción de participar del evento y obviamente la molestia de Jess. Mientras cuenta esto se ve como se le va borrando la sonrisa del rostro por un momento y la frustración se muestra hasta en el tono de voz, ya no es delicado y sutil, sino es firme y con enojo de por medio.
Hace ocho años ella no habría sufrido una situación similar, cuando tocaba en varias bandas de Rock con algunos compañeros de la universidad y lucía diferente, tenía el pelo corto, utilizaba ropa de varón, y la llamaban Jorge. Para la sociedad aún es difícil aceptar a las mujeres trans, incluso para mi también lo fue, pues éramos compañeras de curso, la conocí como un hombre gay y años después me encontré con una mujer llamada Jess, con un aspecto diferente al que ahora tenía enfrente, por eso fui sincera con ella y le dije con temor- nose cómo llamarte, tratarte ¿es transformación o transición?, quisiera que me entiendas, no quiero cometer errores y ofenderte porque para mí también es difícil acostumbrarme- ella toda tranquila y comprensiva me miro y me dijo- es transición, tranquila yo entiendo, ahora soy ”ella”- es ahí donde pude respirar y sentirme aliviada. Dijo que entiende que la gente no sabe cómo tratarla y más cuando no la conocen, pero le molesta que las personas que saben su transición la sigan tratando como “él”. Se arregla el pelo y toma otro sorbo para continuar diciendo que pasó lo mismo en su entorno familiar, especialmente con sus padres, cuando aún tenía que negarse ella misma quien era por miedo a “salir del closet”. A sus siete años recuerda que no podía expresarlo, su madre era bastante estricta y dura, la mayor parte de su vida vivió con ella y la golpeaba todos los días, casi por cualquier cosa, por no saber amarrarse los zapatos, rayar las paredes o dejar papeles en el piso. Mientras se acaricia el rostro confiesa que lloraba mucho, se sentía sola y desamparada esperando apoyo de sus padres y compañía en su proceso de auto aceptación. De pronto suela el celular de Jess y corta la entrevista con una disculpa, coincidentemente es su madre y le contesta:
-Hola. He salido. En la plaza España-Y cuelga de manera brusca sin despedirse.
Continúa la conversación y recuerda que de pequeña ella imaginaba que como su madre le enseño que los dientes de leche se caen, su “pene” se le caería cuando fuese mayor. Con la mirada sombría, y el tono de voz en descenso, cuenta que tenía ocho años, tenía miedo de hablar, pues un día su madre llegó a casa de forma repentina, más antes de lo habitual, mientras Jess se maquillaba a escondidas, de repente su mamà ingresó a su habitación y la sorprendió. Tal fue la molestia de su madre y la rabia que lo único que pudo hacer fue golpearla y llevarla a rastras al baño para lavarle con agua fría la cara. Desde ese día ella sintió más miedo que nunca y se guardó el secreto hasta llegar a la adultez.
En la actualidad y desde el año pasado Jess cuenta muy alegre y emocionada que empezó su terapia de reemplazo hormonal y desde entonces siente el apoyo de su madre y le dice “está bien vas a ser mi hija, a ser mujer”, ella le compra ropa, maquillaje, cremas y la aconseja con la complicidad que existe entre madre e hija. Comenzó a tener cambios en su cuerpo que antes no sentía, le crecieron los senos, tiene cambios de humor repentinos, le bajó la lívido pero sus encuentros sexuales son mas placenteros, y asegura que eso la hace muy feliz.
Jess reafirma que es una mujer como cualquier otra, e indica que el hecho que haya sido una mujer Trans, es como si fuese una mujer de color o pobre, pero todos son adjetivos, ella ya cuenta con el carnet de identidad con su nombre actual según indica la ley de identidad de género en su articulo 8. Pero aun tiene trabas en la universidad para hacer el cambio de nombre en su título profesional, donde le piden muchos requisitos que implican un costo, pero ella no tiene dinero para cubrirlos.
Muy segura y erguida ella indica que se ve a futuro como una mujer realizada, con una familia, quiere hijos y un esposo, esto lo reafirma a días de haberse dado en la ciudad de La Paz una protesta Pro vida y que apoyaba el matrimonio tradicional.
Bebe el último sorbo de su vaso de jugo y se despide de manera amable y agradecida, aún tiene un camino por recorrer en la vida y también ese día, pues se dirige a registrar un libro de poemas que escribió junto con otras personas, ahora quiere plasmar su lado poético. Camina ante la mirada de la gente que pasa por su lado curiosa pero ella no presta mas atención y se va erguida con la mirada al frente.
Esa es Jess, la mujer que vive un desafío desde que nació y no piensa parar jamás.