El Alto: de urbe de teatro, a teatro de preguerra (frustrada)

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DRAMA Y TRAGEDIA

El Alto:
de urbe de teatro,
a teatro de preguerra

(frustrada)

 

 

(Primer acto)
La angustia

No tener paz para dormir. Llamar. Preguntar. Esperar. Preocuparse.
Volver a marcar. Averiguar. Aguardar: quizá un desenlace fatal o la remota posibilidad de una buena noticia. Siquiera algo que ayude a sobrellevar el duro momento. Sin poder dormir. El hombre no puede; no debe dormir en esas horas terribles.

(Escena primera)
En los altos de Bolivia

Reina la zozobra. La angustia. Interminables, indecibles horas de temor. Rumores. Noticias, noticias por doquier. Falsas tantas. Algunas pocas verdaderas; tristemente ciertas. Otras, verdades a medias. Inciertas.
Surgen las amenazas. Multitudes están en apronte. Incertidumbre. La furia y el miedo han tomado la ciudad con gran población más elevada del mundo.
La vecina inmediata -¿y quizá guardiana política?- de La Paz, la sede de Gobierno del adolescente –o quizá niño- Estado Plurinacional de Bolivia; país que, en pocas horas, ha visto la salida inminente y al mismo tiempo, abrupta, del presidente que lo gobernó por más tiempo en su historia.

(Telón de fondo)
La noche y la crisis

La noche. La larga noche puede significar el fin de todo lo que se ha hecho hasta el momento para convertir a la urbe en una ciudad cultural.
Allí, a más de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, las horas posteriores a la renuncia de Evo Morales, quien ha gobernado cerca de 14 años el país, son las más desesperantes que se hayan vivido desde el 17 de octubre de 2003, el famoso Octubre Negro.
Este octubre tiene algunas similitudes con aquél, 16 años antes, cuando esta urbe altísima hizo que otro presidente de largo nombre casi aristocrático pero con acento de burócrata norteamericano que no podía pronunciar bien el castellano se marchara: Gonzalo Sánchez de Lozada y Sánchez Bustamante.

Segundo acto escénico
(Jimmy no puede dormir).

Barricadas, trincheras, alambres de púas son la última barrera antes de se destruya uno de los espacios más importantes de El Alto. El Museo Antonio Paredes Candia, que además funciona como biblioteca y centro cultural.
Jimmy Gira está preocupado. Sale de gira por el territorio alteño para ver si este y otros establecimientos culturales no han sufrido daños. Por las noches no duerme, se la pasa entre llamadas y alertas. Así vive varios días después de los conflictos poselectorales que señalan un fraude en las elecciones del pasado 20 de octubre y se extienden por casi un mes después.
Jimmy asumió la Dirección de Culturas del municipio alteño hace pocos meses. Y en todo ese tiempo aprendió a valorar cada espacio, cada uno de los 18 centros culturales con los cuenta la elevada urbe y marcan su identidad.

(Coro de elogio o interpretación)
La otra cara de El Alto: la ciudad cultural

O para entender la altura de la(s) cultura(s) en El Alto.

– Un escenario en el que confluyen la ruralidad y las dinámicas urbanas que han marcado los devenires políticos del país con movimientos emancipadores de trascendencia nacional, fracturando la estigmatización, la discriminación o la subestimación.
Las anteriores palabras corresponden a la investigadora Patricia Flores Palacios, quien se autodefine como feminista queer -y cuenta con estudios de posgrado en Ciencias Sociales- en un reciente trabajo intitulado, El Alto, ciudad de las mágicas rutas contraculturales, recuerda que la ciudad de El Alto alberga a migrantes de todo el país y “este hecho define una urdimbre muy dinámica en la que coexisten diversas expresiones multi e interculturales con múltiples rutas contraculturales en el devenir de los encuentros propios y globales”.
– El Alto es una ciudad cultural, sólo que no la han hecho reconocerse, dice Jimmy.

Partiendo de estos criterios, es posible entender que, “en menos de dos décadas se consolida una dinámica cultural particular y con identidad claramente alteña: Teatro Trono que cuenta con su propia Casa de la Cultura, el Centro Juvenil Wayna Tambo (con una radioemisora); el Centro de Estudios y Apoyo al Desarrollo Local; AyniJovenes. Tinku juvenil, Ajayu- CEDOAL o el Centro de Arte y Cultura Albor, La Casa Obrera Juvenil, la Unión de la Juventud Popular de El Alto, las prolíficas acciones juveniles parroquianas entre otros centros culturales que siguen fortaleciendo la propuesta cultural –o contracultural- de El Alto”, refuerza Flores.

(Escena segunda)
La voz luminosa

Es otra madrugada. Aún es de ese día. También es su madrugada, casi el despertar de su vida. No solo de su adolescencia. La luz de un momento trascendental y clave de su vida.
El actor está sentado en la plaza principal del lugar. No cualquier lugar. Es su lugar, su cuna de nacimiento y de vocación. Y eso no tiene poco que ver con la decisión que está a punto de tomar. O mejor, de reafirmar.
De pronto, ve venir, juntos, a dos de las personas que han marcado la historia del teatro boliviano.
Uno de ellos le dirá algo que nunca olvidará. Antes el abrazo. Luego, aquel consejo –casi sentencia benévola, liberadora de un patriarca libertario- determinante que hizo que se decidiera por las artes escénicas como una forma de vida.

Sucedió en el sur. En la tierra mítica de los valles enclavada entre Tarija, Argentina, las poblaciones de frontera y las tierras minerales, también las de sal y de sol.
Tupiza, Chichas, Potosí. Nuestro personaje vino desde ese sur. De ese rincón lejano de mujeres y hombres fuertes que marcaron la historia boliviana desde el tiempo de la Colonia y la lucha por la Independencia, e incluso, inspiraron personajes y obras literarias.
De ese centro germinal y legendario del teatro boliviano. Nuevos Horizontes, así se llamaba ese grupo de teatro que influyó en varias generaciones. Ahí Jimmy dio sus primeros pasos y se fundió con el teatro. Allí un día, un hombre sabio, le dijo que eso era lo suyo y no debía dejarlo.

Escena tercera
(Un actor que no se cansa)

Si lo llaman, por su verdadero nombre, Jaime quizá nadie lo ubique. Si le dicen Jimmy, es el hombre incansable del teatro que se mueve entre las ciudades de El Alto y La Paz.
Desde que el histórico gestor cultural y social, Líber Forti, fundador del grupo de teatro Nuevos Horizontes, asesor cultural de la COB por varios años, organizador e impulsor de muchas iniciativas y entidades autogestionarias, le dijera que el arte de las tablas era lo suyo, que no lo deje, Jimmy nunca se detuvo.
Un siglo y medio después que el sabio polifacético y trotamundos boliviano, Emeterio Villamil de Rada; este actor y gestor cultural, también extendió su influencia hasta el (sub)continente de los canguros: la lejana Australia.
Mucho antes de cruzar los mares, Jimmy Gira Angelo, siguió su sueño, pero, al mismo tiempo, no quiso decepcionar las expectativas de sus padres; por eso se enroló en Administración de Empresas, una carrera que, aunque no amaba, le serviría posteriormente para gestionar y administrar todos sus emprendimientos culturales.
Pero lo suyo, definitivamente, era el arte escénico. Y hubo un momento que tuvo que ser firme con sus sueños y les dijo a sus padres que no seguiría el camino de la administración como su carrera de vida.
Y así, un buen día de esos, Gira decidió darle un nuevo giro a su vida y marcharse, esta vez, a la mitad del mundo, donde también dejo sus huellas culturales. Allí siguió la carrera de Artes Escénicas en la Universidad Central del Ecuador.
La otra pasión de Jimmy -aunada al teatro- fue desde temprana edad, la educación: a los 18 años ya impartía clases en prestigiosos colegios de la urbe paceña, conocida en el resto del país por cierto rigor académico (-que algunos atribuyen al propio clima, propicio para el estudio y otros al mismo hecho de ser la Sede del Gobierno que debe preparar para un ambiente, en cierto modo, competitivo-).
Esa vocación “teatral-educativa”, movió a Jimmy a seguir formándose y esta vez acudió a la casa de estudios más antigua y con el nombre más extenso del país, -igualmente célebre por sus polémicos “doctores de Charcas”-, la Universidad Mayor Real y Pontifica San Francisco Xavier de Chuquisaca, donde obtuvo una maestría en Educación Superior.
Ese es el camino mínimo que Jimmy ha seguido para hacer lo que hoy hace; a saber, un poco de ello:
Jimmy también combina su labor al frente de la dirección de Culturas del municipio alteño con sus responsabilidades como director de la Corporación Artística Quijotadas y del Festival Teatral del mismo nombre, organiza varios festivales cada año, entre ellos, el Festival Internacional de las Artes Escénicas de Percusión y Armonía (FIDAEPA).
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(Lamento)
Las noches y días de la furia
No solo los negocios. No solo las casas particulares. No solo la infraestructura pública. No solo los buses y sistemas de transporte. Tras los eventos políticos de octubre en Bolivia y las protestas ya conocidas a nivel mundial, el área de las culturas también fue una de las afectadas. El daño sufrido en El Alto fue considerable.
El teatro Raúl Salmon de la Barra, -que lleva el nombre de un prolífico dramaturgo de teatro popular- espacio donde también funciona la Escuela Municipal de Artes, además de la propia Dirección de Culturas del municipio, es quizá el espacio edil de formación cultural más importante de El Alto y el más dinámico. Sufrió varios daños y estuvo en riesgo de perderse:
– Nos prendieron fuego y los guardias afortunadamente lograron apagar porque hay una oficina de archivo del Concejo ahí.
Jimmy sigue lamentando lo sucedido:
– Yo no entiendo por qué llegan (…) y atacan; al Concejo no le tiran ni una piedra y a nosotros nos rompen todas las ventanas.
Muchas veces termina siendo la cultura la más afectada, la que quizá menos color partidario-político tiene de todas las dependencias de una gestión municipal.
En Bolivia, no suele ser habitual que las unidades o reparticiones municipales de gestión cultural sean las más equipadas y menos las que cuenten con gran presupuesto.
Que una Dirección de Culturas tenga vehículos propios, puede ser, en algunos municipios hasta una rareza, un privilegio.
– Nos destrozaron de la camioneta, todos los vidrios.
No obstante, la responsabilidad de tomar previsiones surtió sus efectos:
– Cuando empezaron los conflictos tomamos recaudos y sacamos los instrumentos de la escuela, todo lo que podía dañarse, las cosas fáciles de robar.
Incluso llegaron a tomar algunas medidas casi extremas para proteger su principal sala teatral.
– En el teatro tuvimos el recaudo de tapiarlo, confirma Gira.
Los conflictos y hechos de violencia perjudicaron una variedad de actividades socioculturales como la Entrada Universitaria de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y cientos de expresiones que se realizan todos los días.
– De hecho, a nosotros nos tocó suspender siete festivales en El Alto, lamenta Jimmy.
Nuestro actor se sigue preguntando:
– No entiendo por qué atacan un teatro si eso beneficia a todos.
Entre los daños a las culturas se evidencian otros también a los equipos:

– Nos robaron computadoras, equipos, cámaras.
Gira nos recuerda que los establecimientos culturales y las actividades benefician al conjunto de la población
– Estamos en un espacio que esta para servir a la gente, a los demás y está siendo atacado.
Hacer todo lo posible para proteger estos centros de cultura fue todo un operativo casi militar. Jimmy hace una comparación:

– Fue más un trabajo de guerrilla en micro.
El otro espacio simbólico y de gran riqueza, amenazado en la urbe aymara fue el Museo-biblioteca-centro cultural Antonio Paredes Candia. Gira pondera así su relevancia:

– El otro problema terrible fue el Paredes Candia, que es patrimonial. Como El Alto es una ciudad que tiene 36 años, no hay una arquitectónica grande.
El solo hecho de imaginar que alguna obra o tesoro de este espacio resultara dañado o se perdiera era una de los fantasmas que más le quitaba el sueño al gestor cultural.
– Estuve yendo día por medio yendo a ver el espacio en medio del conflicto.

Por la ubicación donde se encontraba y debido a la agudización de los conflictos ese trayecto se convertía en lejano. Y el museo estuvo cerca de lugares donde se realizaron actos de vandalismo. Como la destrucción de las antenas de canales privados de televisión o el ataque a supermercados y centros comerciales de la pujante zona donde se encuentra ese templo cultural.

– Es trágico. Estabamos muy cerca de recibir el ataque… estás matando tu historia y estás atacando tus cosas…
Cuando la situación parecía tornarse insostenible Gira no dudo en decidir por la vida humana:
– Hubo un momento en que dijimos con la guardia: vamos a priorizar tu vida.
Varios funcionarios, asistentes, secretarias y otros también estuvieron al tanto y visitaban la zona para saber del emblemático sitio, que es la herencia de ese extraordinario investigar y folclorista que fue don Antonio.
– Debo agradecer mucho a los vecinos de la zona que hicieron un montón de barricadas en diferentes niveles. Hay que reconocer el valor del pueblo al defender sus hogares, al defender estos espacios, pondera Jimmy.
Respecto a un eventual incendio en el museo, Gira advierte:
– El museo tiene un sistema de seguridad interesante, pero frente a una quema es poco lo que puedes hacer. No tenemos un sistema que pueda apagar incendios.

Todo lo sucedido le sigue haciendo reflexionar a nuestro artista:
– ¿Por qué atacar un espacio en el que tus hijos van a venir a aprender? Que no es un espacio necesariamente político.
Asi también, hace notar:
– Si tenemos una ventaja en este rubro, es que permanecemos apolíticos.
– Estas haciendo algo, estas generando algún cambio: la gente te mira en la calle y te quiere hablar. O se acerca y te pregunta cosas. Tiene sentido estar al servicio de la gente.
– El tiempo de estar como servidor publico es un tiempo de dar.
– Yo ganaba mucho mas estando afuera.
– Es un poco absurdo salir de tu vida comoda donde generas mas ingresos para estar

(Coro después de la tragedia)
Las familias que quisieron reparar los daños hechos por otros

– Compramos los vidrios, reponemos, dijeron los padres, pese a que ellos no tenían nada que ver con los daños ocasionados.
– Nosotros dijimos, no. Aquí hay una responsabilidad y alguien tiene que hacerse cargo, cuenta Jimmy.
Gira relata que afortunadamente la Alcaldía de El Alto había asegurado varios espacios y eso ayudará su rehabilitación.
Este pasaje demuestra que los usuarios, los niños, los padres, los profesores se habían apropiado de los espacios culturales, pues tanto los niños como los profesores pidieron seguir pasando clases de las distintas disciplinas, en el caso de los instructores, sin sueldo.
(Epílogo)
La danza después de la tormenta.
– Pero sí agarremos esta fuerza y esta necesidad paracohesionarnos y poder trabajar mejor, les dijo Jimmy a los padres de familias tras los daños sufridos
A los pocos días de terminados los conflictos, nuevamente las artes volvieron al teatro:
– “Es abrumador ver un espectáculo de tres horas diferentes todos los días y ver más de 1500 bailarines en escena”
Para Gira, esto es señal de las necesidades y apropiación culturales de la población alteña.
– “Es una muestra de que la gente, nuestra ciudadanía necesita seguir haciendo, necesita de estas expresiones”.
Por ello, no es difícil coincidir con una frase publicada en la cuenta de Facebook de la Corporación Quijotadas que dirige Gira: “El arte, creador de conciencias en armonía con la sociedad».

Espacios culturales amenazados por los conflictos en El Alto