Sin perspectivas: Jóvenes bolivianos en busca de un empleo digno

914

El Fondo Concursable para Investigación Periodística sobre el Empleo Juvenil en Bolivia es una iniciativa de la Fundación para el Periodismo y Solidar-Suiza que, por segundo año consecutivo, publicó la separata “Prioridad” y fue distribuido junto al periódico Página Siete. Los reportajes que se presentan fueron seleccionados por su calidad y rigurosidad periodística en el marco del programa. Sus autores recibieron una beca para estimular su realización.

María Claudia Hacker

El desempleo juvenil en Bolivia está a la orden del día. A falta de oportunidades, muchos optan por una carrera universitaria esperando mejorar así su valor en el mercado laboral. Varias empresas, sin embargo, no valoran el nivel educativo de sus empleados. Los jóvenes se encuentran ante una situación desesperante.

A finales del pasado mes de septiembre, los países miembros de las Naciones Unidas se juntaron tras no haber cumplido los objetivos del Milenio establecidos 15 años atrás y lanzaron otros 17 nuevos objetivos a lograr en los próximos 15 años: los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Entre ellos figura el objetivo número ocho: “Trabajo decente y crecimiento económico”. Éste simboliza el desafío actual de miles de jóvenes bolivianos que se encuentran en busca de un empleo digno.

En el continente latinoamericano, los jóvenes se ven actualmente enfrentados a una serie de obstáculos en su día a día, el desempleo siendo solamente uno de ellos. Terminar la secundaria y empezar la universidad sigue suponiendo una meta irreal para muchos, pues una sexta parte de los alumnos abandona la educación secundaria. En contraste, para aquellos que consiguen terminar la secundaria, las posibilidades de encontrar un empleo digno aumentan en un 80%. La informalidad y el desempleo es otro de los desafíos a los que los jóvenes se someten de forma diaria: su tasa de desempleo en el continente latinoamericano triplica la de los adultos. Sin embargo, con un 14% de desempleo juvenil actualmente en el continente, éste se encuentra en una mejor situación que la Unión Europea, donde una cuarta parte de los jóvenes –el 26%– sufre las consecuencias del desempleo.

Específicamente en Bolivia, la situación no es diferente a la que se sometió gran parte del mundo desde que surgió la crisis económica. Ésta hizo que a nivel mundial la tasa de desempleo se duplique. Como consecuencia, el sector de la sociedad que se vio más afectado por la crisis terminó y sigue siendo el sector de los jóvenes. En nuestro país, la mitad de la población desempleada es joven. De los 120.000 jóvenes bolivianos que ingresan al mercado laboral un importante 88% se encuentra con un empleo precario, inestable, sin seguridad social y con un ingreso bajo.

Si bien el número de estudiantes que se gradúa en las universidades aumentó durante la última década de forma considerable, optar por estudios universitarios y no ingresar al mundo laboral es para muchos una forma de evitar el desempleo. Una vez titulados, los problemas persisten pues de los 170.000 estudiantes universitarios que se titulan cada año a nivel nacional solamente el 53% encuentra un empleo, mientras que el 47% termina o bien desempleado o bien subempleado o sino creando un negocio propio por falta de alternativas, alentando de esta manera el mercado informal.

Por más que el país haya registrado un crecimiento importante de su PIB durante los últimos años, esto no conllevó a que se generara una mayor oferta de empleo. Más aún, la brecha entre los empleados y desempleados se fue ampliando ¿Cuáles son las razones para esta falta de oferta de empleo especialmente para los jóvenes de nuestro país? Existe una serie de factores que influyen de forma negativa en su acceso al mercado laboral. Uno de ellos es la creencia –que se estableció en e país a lo largo de su historia– de que una persona mayor necesariamente debe tener mayor experiencia. Es por ello que los empleadores a la hora de contratar, le dan preferencia a una persona mayor que una persona joven. No es por casualidad que en Bolivia ningún cargo importante está ocupado por una persona joven. Otro motivo que afecta a los jóvenes en su búsqueda de empleo es de naturaleza estructural: El crecimiento urbano que tuvo y sigue teniendo lugar en Bolivia no ha ido acompañado por una industrialización paralela. Es por ello que la actividad económica del país se centra en su mayoría en el sector terciario, es decir, en comercio y servicios, y en el sector informal. La economía del país se ha visto afectada por el aumento de exportaciones agroalimentarias concentradas en la ciudad de Santa Cruz y compuesta por una paleta de productos muy limitada. Otro factor importante, que si bien no empeora la situación tampoco aporta a que ésta mejore, es la falta de políticas públicas por parte tanto del Estado como del Gobierno.

En unos estudios realizados por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario en los años 2014 y 2015 en La Paz y El Alto respectivamente, se analizaron las posibilidades que los jóvenes de entre 15 y 24 años tienen en el mercado laboral de su ciudad. Mediante los estudios se mostró que la oferta es reducida y que los únicos empleos que surgen son aquellos que requieren una calificación laboral baja, sin importar el nivel de instrucción del empleado. De manera concreta los resultados de los estudios indican que solamente el 10% de las empresas ubicadas en El Alto contratan a jóvenes en función de técnicos y un casi inexistente 0,5% son empleados como profesionales. Las tareas que se les asigna a los jóvenes que no tienen la suerte de ser empleados como técnicos o profesionales, son en su mayoría tareas rutinarias y mecánicas. Además, se suele recurrir a los empleados jóvenes para jornadas extensas. Solamente en segundo lugar los empleadores habilitan a los jóvenes para que éstos puedan desarrollar sus conocimientos y habilidades técnicas. Como consecuencia lógica, los jóvenes empiezan a cuestionar seriamente el valor y la función que les puede brindar tener un mayor nivel educativo. La situación no cambia en la sede de gobierno del país, pues en La Paz solamente el 19% de las empresas quiere contratar a estudiantes universitarios. La demanda se centra por el contrario en la mano de obra menos calificada y en el sector informal, ofreciendo a los jóvenes empleos como promotores de venta, ayudantes de cocina o de construcción y con ello, unas condiciones laborales altamente precarias.

Ante esta falta de oportunidades, los jóvenes no pueden gozar del efecto de empoderamiento que conlleva el empleo. Éste, aparte de ser necesario para reducir la pobreza, aumentar la productividad y la cohesión social de los empleados, puede empoderar a los sectores considerados los más débiles de nuestra sociedad: las mujeres y los jóvenes. Es por ello que la generación de empleo especialmente para jóvenes es un factor que aporta al desarrollo del país, mientras que la falta de oportunidades puede a su vez conducir a un aumento de violencia. La energía de la juventud debería más bien ser canalizada de forma positiva en la reivindicación de sus derechos y de un empleo. Es importante que los jóvenes empiecen a creer en sus capacidades y en su independencia para poder exigir un cambio en el trato que reciben, pues a nivel mundial en numerosos casos y a lo largo de la historia han sido los jóvenes quienes mediante el cuestionamiento de las estructuras lograron la instalación de sistemas democráticos e incluso el derrocamiento de otros autoritarios, como fue el caso con la Primavera Árabe.

¿Qué medidas podrían mejorar la situación de los jóvenes desempleados en Bolivia? Teniendo en cuenta que la mayor parte de las empresas busca profesionales con experiencia laboral previa, se deben crear programas que promocionen el primer empleo de los jóvenes, además de ofrecerles más y mejores pasantías laborales. Tanto el gobierno como el Estado deberían encargarse de asegurar que la juventud del país se vea integrada al mercado laboral y que se tenga en cuenta sus habilidades y su pleno potencial. Para ello es necesario instalar una política pública al respecto, pues la creación de oportunidades debe de ser garantizada por el Estado. No sólo importa la creación de empleos sino a igual parte una remuneración digna. Un estudio del CEDLA, en colaboración con el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD) del 2013, revela que el salario promedio de los jóvenes bolivianos de 15 a 24 años es de Bs 930, quedando por debajo del salario mínimo a nivel nacional que es de Bs 1.656. Principalmente, los empleadores deberían valorar los estudios universitarios que gran parte de los jóvenes en Bolivia tienen cumplidos y ofrecerles empleos de mayor calificación laboral. De esta manera los jóvenes podrán gozar del efecto transformador positivo que conlleva un empleo digno, y a su vez, aportar al desarrollo del país.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here