La esquina que une las calles Cervantes y Vincenti, en la zona de Sopocachi, sirve de comedor de un puerco que aprovecha la acumulación de basura.
En la céntrica zona de Sopocachi se puede apreciar la postal de basura aglutinada en una esquina, un chancho que esparce los residuos por todo lo largo de la cuadra buscando algo de comida, el caso omiso de vecinos a la advertencia pintada en la pared a cerca de la prohibición de tirar basura arbitrariamente en las calles y la ausencia de un carro basurero que limpie la ciudad.
Así como Sopocachi, varias zonas de la ciudad se ven afectadas con la misma problemática. No son quizás todos los vecinos quienes tiran su basura justo al lado de la pared pintada que advierte la sanción a este mal hábito; pero quienes lo hacen conspiran junto a la falta de organización de las autoridades a la propagación de basurales estacionarios que son dañinos y nocivos.
Según el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, entre el año 2010 al 2015 se recolectaron 5.509 kilogramos de baterías, 2.478 toneladas de residuos orgánicos, se intercambiaron 53.352 kilogramos de residuos por ecovales. Algunos tipos de residuos recolectados son: chatarra metálica que incluye fierro y latas, telas ropa y colchones, artículos electrónicos, electrodomésticos, muebles y artículos de madera.
La Ley nacional 755 de gestión integral de residuos sólidos establece que los gobiernos municipales deben ejecutar acciones de recolección diferenciada de residuos; pero en la práctica ni la Alcaldía, ni los vecinos parecen estar comprometidos con darle el tratamiento adecuado a la basura para su posterior reciclaje.
Las consecuencias a estas actitudes y prácticas son la propagación de focos virales en plena ciudad, la contaminación, la basura que se hecha a perder al ya no poder ser reciclada y la estética de una ciudad denominada “maravilla” que se ve perjudicada.