Bolivia, y el juego en las cifras de la desocupación
Bernardo Juanes García
Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama decía Aristóteles, sin embargo, como queda aquel amor en la persona desempleada, que no puede conseguir una actividad laboral. ¿Qué siente? tal vez frustración, bajo estima, rabia, desorientación.
Si el trabajo es la base de los afectos en las relaciones sociales, cómo se puede entender las estructuras de los imaginarios colectivos en la vida, a aquellos que sobreviven en el subempleo o en la desocupación total.
La crisis, el desempleo y en general la marcha de la economía, se ha convertido en la gran preocupación de la mayor parte de los bolivianos, más de quienes dejan de creer en el denominado proceso de cambio.
De acuerdo con la Constitución, el trabajo digno involucra contar con una fuente estable, que permita generar ingresos continuos y adecuados para el sustento familiar. Con acceso adecuado a la protección social (sistema de pensiones y seguros de salud, riesgos laborales y desempleo).
Además de seguridad para la integridad física en el lugar de trabajo y libre asociación en sindicatos, para mejorar las condiciones laborales.
Las cifras del desempleo
El presidente Evo Morales en 2017, en su mensaje en el acto de conmemoración del 192 aniversario de la independencia de Bolivia, en la Sesión de Honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional que se realizó por primera vez en la ciudad amazónica de Cobija, afirmó textualmente que, «Revisando la región, la sudamericana, la latinoamericana, nosotros tenemos la menor Tasa de Desempleo en Sudamérica y en la región, con 4,5%».
Indicó que en Bolivia existen menos ciudadanos sin actividad laboral en el área urbana, en comparación a los índices de 2005, antes que asumiera el mandato presidencial, «41.000 personas ya no están desempleadas; en 2005, cuando llegamos, 8 de cada 100 personas del área urbana estaban desempleadas y ahora tenemos 4,5 de cada 100 personas del área urbana que están desempleadas», sostuvo al referirse a la Tasa de Desempleo de 4.5%, y comparó este porcentaje con el 2014, año en el que se registró la cifra de desempleo más baja de su gestión presidencial, 2,8%.
En agosto de 2016 en su informe al país, Morales señaló que la Tasa de Desempleo en Bolivia llegaba a 4,5%, mientras la OIT señaló que el país tiene un desempleo de 3,1 % en 2017.
En relación con la seguridad social a largo plazo –jubilaciones- indicó «En 2016, 40% de la población ocupada se encuentra asegurada en una AFP, ahora esto ha crecido bastante; en 2005 era 22%», es el manejo numérico del poder con la pretensión de manipular emocionalmente a las personas, manejando las cifras.
Es una constante que el desempleo se sitúe como uno de los principales problemas o preocupaciones de los ciudadanos bolivianos, pero ahora hay que unirle la preocupación por el desarrollo de la economía.
La situación de la economía internacional en un mundo globalizado, repercute en todos los rincones del planeta; la desaceleración económica que afecta a EE.UU. y China incrementa las dificultades de los mercados financieros internacionales, los precios del crudo y de muchas materias primas y alimentos en los mercados internacionales, así como la denominada crisis de liquidez, dejan sentir sus efectos en Bolivia.
Los ciudadanos
Con 49 años de edad Jimena Condori Quispe camina por Villa la Merced donde vive, debe trabajar acompañada de 2 de sus cuatro hijos en “doble turno» qué significan veinte horas al día.
Por la noche, es la encargada de la portería en la escuela «Simón Rodríguez» de Villa Fátima y durante el día trabaja como empleada eventual de limpieza, no conoce contrato alguno para ello.
Tiene que quitarle tiempo al sueño cuando puede y hace todo lo posible el fin de semana, para compartir y conversar con sus hijos “aquellas cosas -dice- que son de la casa, de la escuela o de sus sueños, detalles que no hemos conversado durante la semana”.
“¿Qué siento? -hace una réplica a mi pregunta- me siento bien…al final no sé qué es estar bien. Si vivimos al día todos los días.
Es la incertidumbre de todos los días, le digo. Mirándome y sonriendo me contesta que no entendió.
¿Escuchaste hablar de economía a los ministros y al presidente?
Sí -me respondió agachando la cabeza- Siempre dicen que estamos bien. Mejor que antes. Yo no sé de números, pero yo siento que no mejoró nada, en mi barrio tampoco.
Jimena gana 2.100 Bolivianos al mes por su trabajo de las noches y 800 Bolivianos como empleada de limpieza eventual.
Frente a esta realidad, existen una infinidad diversa de casos que expresan muchas problemáticas como el de Cimar Chacón Condori.
Cimar nació el 8 de enero de 1981 en La Paz, es vecino junto a su esposa y sus cuatro hijos, uno de dos años y otro apenas de ocho meses de la zona San Roque en la Ciudad de El Alto. Tiene 37 años y se ha pasado los últimos 20 años trabajando al menos en nueve oficios diferentes para poder sobrevivir.
Trabajó como payaso en fiestas infantiles, ayudante de albañil, aprendiz de carpintero, guardia de seguridad, lavador de autos, jardinero… entre los que más se acuerda. Cimar es parte del porcentaje de la población que trabaja en condiciones de subempleo que entre sus características tiene: condiciones de trabajo y salarios precarios y con alta inestabilidad laboral.
Mientras más jóvenes egresan cada año de las universidades (es decir se incorporan al mercado profesional y son un número más en la población económicamente activa) es más difícil que éstos en su condición de profesionales, consigan un empleo acorde con su formación y mucho menos con un salario digno y con respeto a sus derechos laborales.
En el contexto del incremento de la demanda y de los precios internacionales de las materias primas, en América Latina, en varios países, se incentivó la ampliación del salario y del empleo, principalmente para el mercado laboral de trabajadores sin formación académica y menor cualificación, estímulos que muchas veces se ubican al margen de la regulación laboral. Una expresión cruda del denominado neoliberalismo.
Bolivia no fue excepción a esta tendencia regional. La Tasa de Desempleo de la población entre 14 y 60 años bajó de 5,8% en 2005 a 2,5% en 2012, para volver a subir a 3,9% en 2015.
De igual manera, la expansión del empleo se registró principalmente en el sector terciario, pasó de 53,6% a 62,1% de la población ocupada en este periodo, Señala el estudio Deuda Social EN Bolivia” Una aproximación desde los indicadores de pobreza, salud, educación y empleo realizado por la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” y la Fundación Jubileo.
Sobre esta situación, la Ministra de Planificación del Desarrollo, Mariana Prado, informó que hasta el mes de diciembre de 2017 se tenía la proyección de reducir la Tasa de Desempleo en el país de 4,5% a 3,5% y que hasta el mes de mayo de 2018, se esperaba reducir el desempleo hasta en 2,7 por ciento. Proyecciones del optimismo político que no llegan a cumplirse, este año la Tasa de Desempleo se mantuvo según el Banco Mundial en 4.5 %.
Remuneración y calificación
Las ocupaciones que requieren menor calificación fueron las que recibieron mayor incremento de remuneración real; mientras que las ocupaciones más calificadas enfrentaron una disminución del salario real.
La calidad del trabajo y la seguridad no mejoró, pues la mayoría de la población ocupada siguió sin seguro de salud y de pensión de vejez (jubilación) pues la población entre 14 y 60 años afiliada a una AFP pasó de 17,3% en 2006 a 21,9% en 2015.
La cobertura de seguro de salud pasó de 17,5% a 24,9% en este periodo. Sin embargo, hasta 2017, menos de 30% de la población trabajadora del país se encontraba cubierta por la seguridad, tanto de corto como de largo plazo, de acuerdo al estudio del Observatorio de la Deuda Social en Bolivia (ODSB), análisis basado en cifras oficiales.
Este análisis permite observar que desde 2013, cuando el porcentaje llegó a 30%, se experimentó un estancamiento del avance, incluso una leve reducción de 2016 (27,5%) a 2017 (26,9%). Este trabajo académico, permite señalar que en el año 2017, del total de trabajadores bolivianos comprendidos entre 14 y 60 años, 16,7% estaban subempleados. El subempleo es uno de los principales indicadores de la calidad del empleo, ya sea por la subutilización de la fuerza laboral o por una sobrecarga a esta.
El subempleo visible radica en el grupo de trabajadores con menos de 40 horas laborales a la semana y el subempleo invisible, responde al grupo de trabajadores con más de 40 horas a la semana pero sin percibir una remuneración justa de por lo menos el salario mínimo vigente. En 2017 la tasa de subempleo invisible llega a sus valores más altos, incluso si es comparada con la de 2002.
Las estimaciones de los organismos internacionales para Bolivia son diferentes, concuerdan que el año 2012 se registró la tasa más baja de desempleo, en coincidencia con la cúspide coyuntural de la bonanza económica. A partir de entonces, se registra la desaceleración que enfrenta hoy en día la economía boliviana.
Según las cifras oficiales, la tasa de desempleo a nivel nacional pasó de un nivel mínimo de 3.2 por ciento en 2012 a 4.4 por ciento en 2015. En la gestión 2016 se redujo a 4.1 por ciento y termina 2017 con 4.0 de acuerdo al FMI.
Carlos Jiménez C. es Comunicador Social titulado en la UMSA. Con 31 años y 2 hijas hace lo posible para subsistir y cumplir con su familia. Su esposa es también Comunicadora Social. Dejó el trabajo en la redacción de un periódico porque terminó su contrato de 10 meses, si bien tenía seguridad social, percibía un salario injusto en relación al tiempo que le brindaba a su fuente laboral. Hoy están desempleados y tuvieron que optar por dedicarse a una iniciativa por cuenta propia y que nada tiene que ver con su formación.
¿Qué significa para ti no tener trabajo? ¿Qué significa ser desocupado? “No tener trabajo tiene que ver con la dignidad, con la autoestima. Es muy duro estar desocupado. Más aún cuando estudiaste siete años de tu vida y no encuentras empleo. Es una frustración.
¿Qué actividad realizas actualmente? Tuve que hacer un negocio de comida. Una actividad muy diferente A mi formación universitaria. Actualmente atiendo mi propia pensión de comida”, señala ella.
Hacia dónde vamos
Todo indica que el periodo de bonanza en Bolivia ha terminado. Se había iniciado alrededor de los años 2003-2004, cuando los precios de varias materias primas se comenzaron a incrementar fuertemente, como resultado de una mayor demanda mundial, principalmente de China. Dentro del rubro de gas y petróleo, por ejemplo, en el año 2013, el índice de precios llegó a un valor que representó 7 veces aquel observado en 2004.
Y por si fuera poco, se añadieron las mayores recaudaciones tributarias provenientes de los hidrocarburos, que fueron impulsadas por la Ley 3058 de 2005; además se presentó el aumento expresivo de las remesas de trabajadores bolivianos en el exterior, las que pasaron de 1,9% del PIB en 2004 a 6,3% en 2008; flujos de recursos que incentivaron el consumo del sector público y privado, detalla el documento “Evolución de la Economía Boliviana” del Banco Central de Bolivia- BCB. Por ello, los gastos desmesurados de un Estado más preocupado por mantener un gobierno en el poder, contrastan con el fin de la bonanza económica.
China ya señaló, desde hace algunos años, que su forma de desarrollo económico cambiaría de un modelo basado en la atracción de inversiones, industrialización, promoción de exportaciones y demanda de materias primas, a otro, que pondría atención a la provisión de servicios sociales (como educación y salud) y al consumo doméstico (bienes y servicios).
Para Bolivia, los precios de las materias primas han caído, paralelamente la deuda externa de nuestro país, según el embajador de China en Bolivia Liang Yu, para 2018, es mayor a los siete mil millones de dólares, recursos principalmente invertidos en la construcción de carreteras, plantas industriales de azúcar, potasio y litio y otros rubros no productivos como canchas de fútbol o sedes sociales sindicales.
La deuda externa bilateral con la República Popular de China desde 2007, se expandió en más de siete veces y pasó de 75,4 millones de dólares a 571,2 millones de dólares en 2016.
Según el Banco Central de Bolivia (BCB) la tasa de interés promedio de estos recursos hasta 2016 fue de 2,9% y el país pagó 24,5 millones de dólares como amortización de capital y 14,7 millones de dólares en intereses.
El pasado año, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, ya había alertado sobre el crédito chino el que advirtieron, elevaría el coeficiente de endeudamiento.
El ex presidente del BCB, Juan Antonio Morales afirmó el año pasado al periódico Página Siete, que los créditos chinos están atados a proveedor; es decir, a que empresas chinas traigan los equipos. Además, como este país no está en el Club de París, sería imposible renegociar la deuda ante la eventualidad de un problema futuro.
Sorprendentemente, Valeria Silva, presidenta de la Comisión de Política Internacional y Protección al Migrante de la Cámara de Diputados, indicó que el proceso de cambio y la política económica liderados por el presidente Evo Morales des-endeudó y reactivó la economía del país.
“Bolivia tiene hoy una deuda que porcentualmente a su economía es la menor registrada en los últimos tiempos. El proceso de cambio ha desendeudado al país por muchas vías, por la común pagando los créditos o la diplomática logrando acuerdos interesantes con organismos internacionales” expresaba. Esa es la visión del gobierno.
Dado que el desempleo en el país alcanzó en 2016 a 4,5%, la tasa más alta de los últimos cuatro años, en mayo de 2017, el presidente Evo Morales anunció la implementación de un ambicioso “Plan Nacional de Empleo” con una inversión inicial de 146,4 millones de dólares para crear nuevas fuentes laborales y reducir el desempleo a 2,7% en los próximos años.
Finalmente, mientras Telesur (canal de televisión oficialista venezolano) presenta con un pomposo titular: «Las impresionantes cifras del avance de Bolivia en 11 años» y muestra las cifras distribuidas, promocionadas, publicitadas en todos los medios que simpatizan a través de la publicidad con el gobierno, 4.5% de los ciudadanos sobrevive en el desempleo y 1.8 millones se encuentra en estado de extrema pobreza, según la Fundación Jubileo en su publicación “Análisis de la brecha de pobreza”.