Soledad Domínguez, directora del largometraje documental Hermana Constitución, 101 minutos, Bolivia, 2009, coproducción con Amazonia Films (Venezuela); fue exhibido en el canal público de Bolivia (Televisión Boliviana), tres canales públicos de la Argentina (Canal 7, Canal Encuentro e INCAA TV) y en diversos festivales de cine de Latinoamérica. – Directora del cortometraje documental Las dos orillas, 24 minutos, (Bolivia, 2013), producido por Ventana Andina, Fondo Televisivo de la Comunidad Andina de Naciones. Este cortometraje se sigue exhibiendo en los canales públicos de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Actualmente se encuentra en un taller internacional de escritura documental con la Fundación Francesa DocMonde y el Centro Nacional del Cine de Ecuador, en Cahuasquí, Imbabura, Ecuador.
Soy chuquisaqueña, vivo en Sucre y los desfiles folklóricos andinos no son parte de mis experiencias fundamentales. Pero cuando conocí el carnaval de Oruro, allá por 2003, lo que más me conmocionó sensorial y emocionalmente fue la enorme potencia sonora de las bandas de bronce de aquella ciudad; miles de músicos tocando para las diversas fraternidades folklóricas en tan lujosa y famosa fiesta. Pero ese ejército musical institucionalizado en decenas de bandas era asumido por el público y por los medios de comunicación como una amorfa masa destinada a ser tan sólo soporte de la espectacularidad de los danzarines.
En las crónicas festivas, las bandas de bronce orureñas son siempre ponderadas por su singular virtuosismo, pero sus componentes siguen siendo ignorados, menospreciados y explotados. Ni los medios de comunicación ni los investigadores ni muchos menos los cineastas han intentado seriamente en Bolivia ingresar a su mundo, a su forma de organizarse y de asumir la profesión.
Tal vez porque en este intento tienen que vencer el hermetismo de los propios músicos, que sólo revelan sus claves de vida a quienes comparten sus trabajos; tal vez porque tocaría contrastar las actividades de sobrevivencia de los artistas humildes con la vanidad y el dispendio de los poderosos –que se disfraza muchas veces de devoción religiosa y espiritualidad– y sus códigos egoístas de goce y placer.
En este documental quiero mostrar que en medio de las penosísimas condiciones laborales de las fiestas folklóricas andinas, los músicos de una banda de bronces construyen condiciones de felicidad colectiva con las cuales intentan resistir y burlar las vicisitudes de su pobreza. Voy a mostrar la fortaleza, la dignidad, la maestría de los músicos que integran la banda Unión Artística y Musical Banda Continental 100% de la ciudad de Oruro. Esta banda fue fundada en diciembre de 1996 y actualmente está dirigida por Eugenio Mamani. Es posiblemente la banda más elegante de Oruro, traje y sombrero blanco, chalinas de vicuña.
El rodaje se hará dentro del trabajo de esta banda, en varios trabajos que realiza en provincias y en el carnaval de Oruro, con personajes de esta banda.
Pensamos que la universalidad del tema nos permitirá enganchar a ese inmenso público ligado a las fiestas folklóricas o que disfruta de las manifestaciones culturales populares y que –en Bolivia sobre todo– prácticamente desconoce cómo se desenvuelve esta profesión musical.
Las fiestas folklóricas –donde trabajan las bandas de bronces– son la principal industria cultural en Bolivia y convocan a cientos de miles de personas. Queremos que ese público dirija su mirada a las condiciones de vida de las bandas. Probablemente, los testimonios de nuestro documental denuncien la sobreexplotación de los músicos, el enviciamiento alcohólico al que se los impulsa y el maltrato y la falta de respeto que sufren. Por eso, en cuanto a los propios músicos, nuestra película pretende reafirmarlos como artistas; valorar sus códigos solidarios de vida y la dignidad de su oficio para así contribuir a su reconocimiento social.