Salud Mental: La nave de Nelson, el Puma Katari
Investigación y redacción: Ronald Catari / Diseño: Sergio Laruta
“¿Qué van a hacer?” es la pregunta que realiza Nelson (nombre ficticio) a sus amigos cuando se siente aburrido en casa. Dar una vuelta por la ciudad o ir a ver una película quizá serían algunas de sus opciones, sin embargo, tomar una decisión se le complica cuando su mayor interrogante es si debe salir o no.
A sus treinta años, teme a las calles. Afronta una fobia que lo pone extremadamente nervioso cuando debe abandonar su casa ubicada en Pampahasi. A pesar de esto, se ha dado modos para salir de su autoencierro y ha encontrado en los buses Puma Katari una nave segura que le permite relacionarse con sus amigos y el contacto con la realidad. Esto no evita que tenga alucinaciones y aveces olvide largos periodos de su vida.
Alucinaciones y otros síntomas de un trastorno mental.
Temblor, sudor, nerviosismo y pánico son algunos de los síntomas que debe afrontar cuando desea salir al centro de la ciudad de La Paz.
Julio Von Vacano, psiquiatra con 25 años de experiencia, considera que estos síntomas podrían corresponder a un “trastorno de ansiedad severo, que entra en la categoría de trastorno de pánico y el cuadro que se describe corresponde a agorafobia”. También explica que es importante reconocer los síntomas de cualquier trastorno mental a tiempo y cuándo pedir ayuda.
Padecer agorafobia significa tener un temor incontrolado a abandonar espacios que son familiares. Esto puede incluir, por ejemplo, evitar viajar en transporte público o estar en lugares con mucha gente.
Esta fobia ha hecho que Nelson pase la mayor parte del tiempo encerrado en casa. Pero incluso en su morada ha sufrido de alucinaciones a las que se ha tenido que adaptar.
“Una alucinación que tuve era que yo estaba en una calle, en la Pando, y me acuerdo que veía todo como si estuviese ahí” cuenta Nelson. Agrega que durante estos episodios puede interactuar con todo lo que ve y con las personas que se le cruzan.
Algo que lo tranquiliza es que puede distinguir la realidad de una alucinación. “Yo veía que era una mentira y cuando reconoces que es una mentira tú mismo dices ‘ah no estoy loco’” comenta. También considera que si no pudiese hacer esta distinción sería peligroso para las personas que lo rodean.
Por otro lado, cree que en ocasiones alucinar “es muy lindo, porque te puede dar cosas lindas, como destellos bonitos. Pero también, hay cosas muy tétricas” afirma.
“Yo me he soñado con el infierno, veo el infierno” cuenta y detalla que ve “personas con historias muy distorsionadas. Gente que no se ama, no se quiere y entonces, ocurren muchas cosas malas en la alucinación misma”.
Para él, su madre y grupo de amigos han representado un gran apoyo al momento de convivir con este trastorno. En algún momento, han sido su compañía cuando ha decidido afrontar las calles de la ciudad a las que tanto les teme.
Otras veces, ha preferido quedarse en casa y entonces su mamá organizaba modestas reuniones para que sus amigos puedan acompañarlo. Para la madre de Nelson, hoy es complicado seguir apoyándolo como antes, puesto que su estado de salud se lo ha impedido últimamente.
El Bus Puma Katari, la nave de Nelson
Estas situaciones no han impedido que Nelson afronte su fobia, quiera salir a las calles y seguir en contacto con sus amigos, los cuales, se reúnen constantemente en la casa de uno de ellos ubicada cerca al Prado.
Es así que ha convertido al servicio de Bus Puma Katari en su nave que le permite el contacto con la realidad y lo ayuda a escapar de su autoencierro.
Nelson hace un viaje de aproximadamente 45 minutos sobre su nave y debe atravesar al menos cinco zonas, desde Villa Salomé hasta el Parque Urbano Central. Antes, por supuesto, debe asegurarse de que alguno de sus amigos lo esté esperando en la parada del bus municipal.
“¿Qué van a hacer?”, es una pregunta recurrente que hace cuando llama a sus amigos. Estos entienden que es un pedido de compañía y que deben quedar para ir a recogerlo a la parada del bus. Últimamente, estas llamadas se han hecho más frecuentes y no siempre pueden ser atendidas.
Una vez que Nelson llega al final del viaje sobre su nave y es recogido por alguien, debe caminar siete cuadras hasta que finalmente llega a la casa de su amigo.
Este recorrido ya lo ha hecho muchas veces y aún así, se nota la incomodidad que le provoca. Cruzar las calles quizá sea la parte más complicada, siempre que lo hace, posa una mano sobre el hombro de quien lo acompaña en un reflejo casi inmediato y automático.
Los amigos de Nelson comentan que ha mejorado bastante al respecto. Recuerdan que en algunas ocasiones incluso llegaba a aferrarse a todo el brazo de su acompañante, como si fuese un niño.
La nave no siempre ha sido perfecta. Nelson comenta que en una ocasión estaba bastante aturdido y nervioso por haber salido y el conductor del bus quiso evitar que lo aborde, pues creía que estaba borracho.
Despertares: Una vida de película
“¿Has visto despertares?, la película con Robin Williams”, responde Nelson cuando le preguntas sobre los medicamentos que debe consumir como parte de su tratamiento y los efectos que causan en él.
En la película ‘Despertares’, un neurólogo usa una droga experimental para reanimar a un grupo de pacientes con enfermedad del sueño. Consigue efectos positivos, sin embargo, estas mejorías son transitorias y pronto vuelven a su condición inicial.
Nelson cuenta resignado que ya son ocho años seguidos que toma medicamentos y no hay un solo día que no tenga que hacerlo. Dentro de sus temores, también se incluye el hecho de que un día le ordenen dejarlos y su salud empeore.
“Mi anterior doctor me dijo ‘vamos a llegar a un día que dejes de tomar todas las medicinas’ y yo dije ‘magnifico’”, relata. Luego de esto, su psiquiatra suspendió el consumo de uno de sus medicamentos en noviembre del 2017. Recuerda que estaba contento porque significaba que se estaba curando.
“Después de que pasó eso, ¡pum! me he perdido” cuenta Nelson. Explica que no recuerda lo que pasó durante tres meses.
“No me acuerdo de nada, es peor que un trago. Cuando te pones borracho por lo menos estás feliz y tú mismo sabes a lo que estas enfrentándote. En cambio, esto no es así, te pierdes durante mucho tiempo y apenas tienes imágenes borrosas”, menciona.
Este episodio provocó que Nelson cambie de psiquiatra, el cual le recetó medicamentos nuevos.
“Yo me doy cuenta. Nunca voy a dejar de tomar mis medicamentos, en mi vida jamás, hasta que me muera y eso es porque soy así” concluye.
Fe, filosofía y familia
“Yo creo que Dios sabe porque hace las cosas” afirma Nelson luego de hablar de su trastorno. Algo que también tiene presente es la “disciplina”. Primero con el tratamiento que debe seguir rutinariamente y que también aplica a su preparación profesional. Espera poder conseguir un trabajo pronto.
Actualmente, se encuentra escribiendo su tesis para conseguir su licenciatura en Filosofía. “Lo que a mí me inspiraba era que siempre sacaba buenas notas y eso me impulsaba para seguir adelante” recuerda.
Nelson entiende que en el país existen cientas de personas que padecen algún tipo de trastorno mental y afirma que en todos los casos es importante el apoyo de la familia y amigos. En todo momento.
Según datos del Ministerio de Salud en Bolivia se tiene registro de alrededor de cien mil casos de personas que han tenido que ser atendidas por algún tipo de trastorno de salud mental. Entre ellos, depresión, ansiedad, esquizofrenia, epilepsia, etc.
“Esas personas no tienen que estar solas, porque uno se deprime, se deprimen solos. Las personas tienen que estar viéndolos siempre, preguntándoles siempre ¿cómo estás?” reflexiona Nelson.
Magalí Pérez, vicepresidenta de la Asociación de Usuarios Familiares y Amigos de Personas con Trastornos de Salud Mental y Conducta (AUFA – Bolivia) concuerda con esta idea y lamenta que muchas veces el rechazo provenga del Estado y la misma familia.
Un mito de la Edad Media, la nave de los locos, relata como aquellos que sufrían algún tipo de trastorno mental eran puestos en un barco y arrojados al mar donde desaparecían. “Pareciera que todavía estamos en esos tiempos” opina Pérez respecto a los escasos esfuerzos que hace el Estado para mejorar las políticas de salud mental.
Respecto a la familia de personas que sufren trastornos mentales, cuenta que en ocho años de la asociación ha escuchado a padres decir “yo hubiese preferido que mi hijo se drogadicto”, “mi hija alcohólica” y “que tenga cáncer, pero no un trastorno de salud mental”.
El psiquiatra Von Vacano, lamenta que no existan en el país estudios serios sobre personas que padecen algún tipo de trastorno mental, sin embargo, asegura que “hoy en día en Bolivia, el tema número uno en salud está en la salud mental”.
En el departamento de La Paz, los casos más atendidos con frecuencia referente a la salud mental , son los padecimientos de ansiedad, seguidos de epilepsia y depresión.
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