La voluntaria del programa kulturweit, María Claudia Hacker, se sumerge en el día a día de la metrópoli de La Paz y experimenta así lo que mueve a la gente y a la política en Bolivia.
Ocho de la mañana de un sábado. Me encuentro en el Cementerio General de La Paz. A mi lado están maquillando a uno de mis colegas –son los preparativos para un cortometraje sobre el tema del machismo, uno de los retos a los que la sociedad boliviana sigue haciendo frente–. Como una de las protagonistas, formo parte de este proyecto.
Sí, actuar, una de mis pasiones, también forma parte de las múltiples actividades que desprendo en el marco de mi voluntariado que estoy cumpliendo a través de la DW Akademie en Bolivia. Así puedo llegar a conocer una cultura ajena desde adentro, algo que nunca lograría sólo con viajar. Fue aquello lo que me motivó a solicitar una plaza en kulturweit, el programa de voluntariado de la comisión alemana de la UNESCO. Al ser parte de este programa, quise experimentar un cambio de perspectiva, lejos del aula universitaria y, a la vez, ganar más experiencia profesional en el ámbito del periodismo.
Pues si no estoy actuando en un cementerio, redacto boletines y notas de prensa sobre los retos actuales de la ciudad de La Paz, pero también sobre mis experiencias personales. Estos textos son entonces publicados en la página web o en la revista de la Fundación para el Periodismo (FPP), La Paz Cómo Vamos. La FPP es mi lugar de trabajo y me he sorprendido de forma positiva al ver que todos mis colegas son bolivianos. –¡Genial! Así llegaré a conocer el espíritu boliviano más deprisa. – me alegré.
Un popurrí de impresiones
Además apoyo al equipo de la FPP en la organización y la implementación de los numerosos eventos, como formaciones y talleres para periodistas, que aquí tienen lugar. Y con tantos eventos puede pasar que el alcalde mismo, Luis Revilla, me salude con un apretón de manos. Aparte llego a conocer a los periodistas que vienen a formarse a la FPP. Las formaciones son un ámbito en el que la DW Akademie coopera estrechamente con la FPP. Algún que otro periodista famoso a nivel latinoamericano ya he llegado a conocer en el marco de los talleres, como por ejemplo a Olga Lucía Lozano, fundadora de la plataforma colombiana de periodismo alternativo, La Silla Vacía, o a Santiago Radice, editor de redes sociales del famoso Clarín.
También tuve la oportunidad de acompañar a una colega de la DW Akademie, Camilla Hildebrandt, en un taller de radio que impartió en El Alto. Ahí se estableció el contacto con varias emisoras de radio alteñas y unas semanas después ya estuve sentada frente a un micrófono en Radio Atipiri, como “invitada del día”.
Día a día movido en La Paz
Igual de variado que mi día a día también percibo a Bolivia como un país rico en contrastes. Paisajes contrarios; en las grandes ciudades se entremezclan tradición y modernidad de forma fluida. Cinco meses ya llevo viviendo en La Paz, la sede gubernamental más alta del mundo, a 3.600 metros de altura. Y mientras las primeras semanas estaba luchando contra el mal de altura, sorojchi, hoy trepo las calles más empinadas de con seguridad y deprisa, casi como una verdadera paceña. Y aún así no lo soy. De ello soy consciente al ir en bus, al hacer las compras y también a la hora de comer una salteña. Estas empanadas rellenas de carne y sopa tampoco son fáciles de comer sin derramar su contenido para aquel que carezca de práctica.
Bolivia se encuentra actualmente en una fase crucial: En la disputa con Chile por un acceso al mar soberano, la Corte Internacional de Justicia ha rechazado la demanda por parte chilena en el mes de septiembre y ha decidido hacerse cargo del fallo. Una victoria para Bolivia, que gran parte de su población celebra difundiendo el hashtag #MarParaBolivia a través de las redes sociales.
Y sin embargo, el cotidiano boliviano no solamente está marcado por victorias: En La Paz las huelgas de los chóferes de minibuses que piden elevar las tarifas están a la orden del día. Los precios llevan años sin haber sido elevados más que de forma simbólica. Los días de huelga las calles que suelen ser bastante caóticas, están vacías. En la última encuesta de percepción ciudadana de La Paz destacaron la falta de seguridad y el tráfico como los dos mayores retos a los que se enfrenta la ciudad. Aún así, en ambos campos ya se registran avances positivos: El teleférico, que ya cumple un año desde su inauguración, es muy popular y su red, que hasta hoy está compuesta por tres líneas, será ampliada por tres más. Más seguridad le aportan a la ciudad personas disfrazadas de cebras que saludan simpáticamente y también los policías que le acompañan al peatón a cruzar las calles más transitadas. Además se instaló una red telefónica de la policía turística.
Mi tiempo libre en La Paz hasta ahora ha sido escaso, lo cual sin embargo se debe al feliz hecho de que ya en mi segunda semana de estar aquí tuve el honor de participar en el tercer módulo de la Maestría en Periodismo que la FPP organiza –un diplomado en periodismo digital. Y fue así que los primeros tres meses de mi estancia en Bolivia después del trabajo de lunes a viernes iba a la universidad que se encuentra a dos manzanas de la oficina. Y ahí he aprendido una gran cantidad de cosas: sobre el origen del Internet, la seguridad en la red, la construcción de sistemas y sobre cómo usar las redes sociales de la forma más eficaz. A través del curso, mi trabajo y el cortometraje que grabamos en el cementerio, he llegado a conocer a personas muy simpáticas e interesantes y entretanto me siento casi integrada en esta emocionante ciudad. Y pronto, ya lo sé, llegará el día en que comeré mi primera salteña sin derramar ni una sola gota…