Las emisoras mineras bolivianas, que surgieron entre 1930 y 1940, se constituyeron en un verdadero ejemplo de lo que es la comunicación popular, transformando las características de la comunicación dominante.
“No por nada las emisoras mineras son un ejemplo de comunicación popular. Sin participación no hay comunicación popular, yo diría que no hay comunicación, sólo hay información”, mencionó el historiador e investigador, Alfonso Gumucio.
El experto, expositor de la segunda sesión del Laboratorio 4 “Nuevas tecnologías para radio”, enfatizó en que no es la mismo comunicar que informar. “Informar es en un solo sentido, comunicar es una cosa horizontal, es un tejido que no tiene que ver ni siquiera con la producción de mensajes de un programa de radio, de un programa de televisión o de un artículo”, agregó.
En ese sentido, Gumucio se refirió al espíritu autogestionario que tenían las emisoras mineras en Bolivia “Esto tiene que ver con la decisión colectiva sobre el programa que lleva adelante una radio. El mantenimiento y financiamiento con el aporte de los trabajadores es un caso prácticamente único de todo lo que he visto en el mundo en radios comunitarias o en proyectos de comunicación comunitaria”, mencionó.
Contó que a partir de las ideas autogestionarias y de la necesidad de tener una política de participación, muchas radios mineras ensayaron formas de gestión colectiva que no solamente implicaban la participación de los trabajadores de las emisoras, sino también de la participación de los mineros en las diferentes secciones de la programación.
El Laboratorio 4 “Nuevas tecnologías para radio”, es una iniciativa de la Fundación Para el Periodismo con el apoyo de la DW Akademie. Forma parte del Diplomado “Procesos experimentales y propositivos para la construcción de los medios del siglo XXI” desarrollado junto a la Universidad Privada Boliviana.