Las masculinidades es un enfoque que permite identificar las desigualdades de género, pero también es una forma de vida que puede ayudar a desmontar el machismo y el patriarcado. Augusto Yáñez Vargas, experto en esta temática, nos acerca al concepto y el impacto social de esta corriente.
Por Patricia Cusicanqui y Anahí Cazas
Transcripción: Josué Daza
Augusto Yáñez Vargas es sociólogo, investigador y profesor universitario, y tiene como principio de vida impulsar la construcción de una sociedad más justa, equitativa e igualitaria para hombres y mujeres, donde no haya espacio para la violencia. Por eso, se ha formado en Masculinidades y en esta entrevista con la Red de Periodismo para una Vida Libre de Violencia, explica en qué consiste este movimiento, cómo está en Bolivia y en qué medida puede transformar las relaciones de poder.
— Para muchos, hablar de masculinidades es todavía algo ajeno y desconocido, así que consideramos importante comenzar esta conversación explicando en qué consisten las masculinidades y cómo se espera que impacten en el desarrollo integral y sostenible de la sociedad…
— Las masculinidades nos permiten abrir un paraguas amplio e interesante para realizar diferentes análisis sociales. Pero, podríamos plantear la masculinidad como una categoría de análisis sobre cómo se van construyendo social, cultural e históricamente las diferentes formas de ser hombre y cómo nos relacionamos entre pares y con las mujeres. También, se plantea las masculinidades como un enfoque que nos permite identificar las desigualdades; cuestionar en algunos sentidos los roles de género y principalmente los mandatos sociales que tenemos los hombres; esto nos debería permitir generar acciones y aplicarlas en diferentes proyectos, políticas públicas y otros planes que vayan generando algunos cambios sociales en el mediano y largo plazo.
— Los movimientos como el feminismo y las propias masculinidades parten de una postura política individual y luego pasan a lo colectivo. Para que las masculinidades también sean tomadas en cuenta como una propuesta de transformación ¿desde qué instancias se debe trabajar?
— Sin duda, la aplicación de las masculinidades es una responsabilidad colectiva. Una corresponsabilidad, diríamos, de todas y todos. No obstante, este trabajo también debería ser comandado por el Estado, el cual debería definir ciertas políticas públicas y acciones que involucren a los hombres en la lucha contra la violencia y en el empoderamiento de las mujeres. Para eso tenemos al sistema educativo, tenemos diferentes instancias en los gobiernos nacional, departamental y municipal, donde en algunos casos sí se ha visto que se viene avanzando, pero todavía falta. El avance es muy lento y ante ello, también han tenido que aparecer las organizaciones no gubernamentales y la cooperación internacional que van cubriendo estos vacíos.
— La teoría de género sostiene que los varones también son víctimas del patriarcado porque les impone una forma de ser hombres, y para alcanzar ese modelo se debe ejercer poder y dominación, por lo tanto, se asocia al varón con la violencia ¿Cómo se explica esto?
— La relación entre el hombre y la violencia suele ser muy sutil y pasa algo desapercibida, y creo, precisamente, que debemos trabajar en visibilizar esa relación (entre el hombre y la violencia) que se da desde que nos vamos formando de pequeños, en esas lógicas normalizadas que se expresan en un simple juego (las niñas juegan a la casita y los niños al médico y al arquitecto), los colores (rosado para las niñas y azul para los niños). Todo ello va afianzando este tipo de relación entre el hombre y la violencia y diferentes entornos sociales contribuyen a este proceso, ya sea la familia, la escuela, la iglesia, el propio Estado, los medios de comunicación. Poco a poco, (todas estas instituciones) van sumando a este proceso y validando que la violencia es innata al hombre. Ahí hay que trabajar mucho.
— ¿Se practican las masculinidades en Bolivia, cuánto se han arraigado en nuestro contexto?
— Podríamos decir que, en Bolivia, el concepto de masculinidades es relativamente nuevo. Estamos hablando de poco menos de 30 años desde que se ha comenzado a trabajar con alguna influencia de otros países amigos y vecinos que empezaron a capacitar y formar a un grupo de hombres dentro de esta temática. A partir de ello, se ha ido tratando de conceptualizar y contextualizar también el tema de masculinidades en la realidad boliviana, pero sin duda, esto ha venido cobrando fuerza estos últimos tiempos. En la actualidad, podemos ver diferentes organizaciones no gubernamentales o a la cooperación internacional, en fin, diferentes instancias que han comenzado a darle fuerza y mayor atención al trabajo de las masculinidades y aplican este concepto.
Yáñez Vargas en un encuentro formativo en Cochabamba (fotos: Facebook)
— Cuando se trabaja sobre masculinidades con grupos de varones ¿cuán familiarizados están los participantes con este movimiento y qué tipo de contenidos se abordan?
— Como una experiencia recurrente que tenemos al trabajar con masculinidades, podemos mencionar lo llamativo que es este planteamiento. Cuando intervenimos en talleres preguntamos sobre el conocimiento de las masculinidades y en la mayoría de los casos es un tema desconocido por los participantes. Entonces, solemos decir también que plantemos este tema como un anzuelo para comenzar a hablar temas de género de manera muy sutil, aunque el objetivo principal es que los participantes lleguen al cuestionamiento y al autocuestionamiento, para que puedan identificar los privilegios de los que gozan y cómo estos privilegios generan desventajas, desigualdades y explotación de las mujeres, ya sea en las relaciones de parejas, con las hijas, las madres, etc.
— ¿Cómo y cuándo se podrían ver algunos cambios?
— Creo que los cambios que se esperan son a mediano y largo plazo porque las masculinidades se refieren mucho a generar un proceso de cuestionamiento interno por parte de los hombres, como la contraparte de todo el largo trabajo que se viene realizando a partir del enfoque de género con las mujeres en procesos de empoderamiento y de lucha contra la violencia, del cual los hombres nos hemos visto muy ajenos. En todo caso, esperamos que poco a poco se produzca un cambio generacional y se vayan construyendo sociedades más igualitarias y más equitativas. Es vital que las instituciones públicas, privadas y otras de diversa índole asuman este trabajo de manera más seria para avanzar poco a poco. Esto es paso a paso.
— Millones de mujeres se han unido en torno a los feminismos, miles de hombres están haciendo lo propio en torno a las masculinidades ¿Por dónde empezar para lograr la transformación?
— Cuando planteamos la necesidad de abordar las masculinidades estamos hablando principalmente de un mecanismo de prevención de la violencia y otras problemáticas vinculadas. Entonces, creo que trabajar en el cambio generacional es fundamental, atender a poblaciones de adolescentes, de jóvenes e incluso de niños, para que vayamos cambiando poco a poco los imaginarios y las percepciones de lo que es el ser hombre y su relación perversa con la violencia, con la dominación y con el poder. Por tanto, hay mucho que hacer, es muy amplio el trabajo y creo que nos queda mucho hacia adelante. Para eso deben sumarse muchos más hombres y, como decimos, deben romper el pacto y traicionar al patriarcado como un paso fundamental en esto.