Daniel Santoro, periodista argentino especializado y premiado por sus trabajos de investigación, dictó un taller para 20 periodistas en Santa Cruz en el marco del programa Formador de Formadores, que promueve la Fundación para el Periodismo el 17 y 18 de agosto.
Este es el tercer taller que se ofrece dentro del programa que pretende capacitar a un grupo selecto de periodistas de toda Bolivia en técnicas de redacción, investigación y otras, de manera que no solamente mejoren sus capacidades de trabajo sino que sean capaces de replicar estos conocimientos con otros grupos de periodistas.
Los periodistas que concluyan el ciclo de capacitaciones –que concluirá en diciembre de 2012-, serán certificados como capacitadores y serán parte del equipo de la FPP que busca llegar a todos los rincones del país.
Daniel Santoro, el sabueso de Buenos Aires
Célebre por sus investigaciones sobre corrupción política, y premiado por la agudeza de sus hallazgos, Daniel Santoro es uno de los periodistas argentinos más respetados dentro y fuera de su país.
Desde sus primeros trabajos, se especializó en auscultar la política argentina, llegando a develar grandes y escandalosos hechos como el tráfico de armas de Argentina a Ecuador y Croacia, que llevó a Emir Yoma, a Erman González y al propio ex presidente Carlos Menem, a dar explicaciones a la justicia. Ese trabajo, publicado bajo el nombre de “Venta de armas: hombres de Menem”, fue reconocido con el Premio Rey de España (1995).
Años después, le siguió la pista a otra figura de ese régimen, la secretaria de Medio Ambiente María Julia Alsogaray, desnudando otra red de tráfico de influencias y manejo indebido de fondos del Estado.
Recientemente, publicó “Señor Juez: una biografía de Norberto Ovarbide”, a quien denuncia por recibir sobornos de diferentes gobiernos de su país para evitar sanciones a los casos de corrupción.
Periodista de oficio, Santoro es además, editor de noticias judiciales en la sección País de Clarín y dicta clases de periodismo en diferentes universidades argentinas. Como fundador del Foro de Periodismo Argentino, participa y promueve espacios de reflexión sobre el mejor ejercicio de la profesión.
A invitación de la Fundación para el Periodismo dictó un taller a 20 periodistas de todo el país en Santa Cruz, el 17 y 18 de agosto. Durante dos jornadas, Santoro compartió técnicas de investigación desarrolladas por su persona y por otros periodistas y medios en América Latina, compartió su vasta experiencia y orientó el trabajo de los participantes para incursionar en este género periodístico que demanda tanto esfuerzo como compromiso y habilidad.
De puño y voz
Santoro es un libro abierto de experiencias y vivencias. Ha conocido de cerca la presión del poder y ha tenido que librar más de una batalla por hacer públicas denuncias que incomodaban a varias figuras importantes de la política argentina. Todo ello, no le ha quitado el entusiasmo con que estimula a sus colegas a ser incisivos y persistentes, y a cuidar los principios éticos por encima de cualquier descubrimiento. Esta su opinión sobre algunos interesantes temas:
Investigar es, más que una necesidad, un deber ciudadano, ¿cómo alentar el ejercicio de la investigación en un contexto como el que se vive en la región, donde investigar/denunciar entraña no pocos riesgos y amenazas?
Debe haber apoyo de parte de los dueños de los medios para que los periodistas asuman los riesgos para investigar en estos contextos hostiles. Estoy imaginando un premio nacional de investigación periodística que sería muy oportuno. Tenemos la idea que investigar es sufrir, y es cierto: durante el proceso se sufre. No solo están los problemas de acceder a la información que se esconde, están los juicios, las amenazas, los ataques… Pero, de otra parte, están las satisfacciones, como las que tuve al recibir un premio de parte del Rey de España y otro premio de parte de García Márquez. Esas son cosas que motivan, aunque lo más importante es que esto pueda ser compartido con la sociedad civil, con segmentos amplios de la población que no reciben buena información. Otra idea es alentar a las asociaciones de periodistas para crear fondos que ayuden a pagar eventuales juicios a los periodistas, para otorgar garantías. Existe un consorcio internacional de periodistas de investigación que respalda a los periodistas en caso de juicios por investigaciones; esto es muy útil para periodistas que trabajan free lance y que frecuentemente tienen que pagarse un abogado de su propio bolsillo.
Existen organizaciones como Open Society Foundations, el Comité de Protección de Periodistas (CPJ), el Instituto de Prensa y Sociedad (IPyS), e incluso el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA) que apoyan a los periodistas de investigación. Esas son señales que nos estimulan frente a todas las ondas negativas que van en contra de la investigación.
¿Es posible hacer este periodismo más profundo, más sesudo en tiempos de la información instantánea, de los mensajes de Twitter y Facebook?
Las redes sociales son importantes. Hay una técnica que se llama periodismo de tres capas: si encuentras una investigación sesuda, no la puedes publicar por Twitter ni Facebook, pero si puedes hacer un resumen 140 caracteres diciendo el titulo y mandando un link; luego se hace una segunda nota que es como un resumen, de 500 a 600 caracteres; y finalmente, la nota extensa. Una investigación puede adecuarse al lenguaje de las redes sociales.
¿Está Daniel Santoro en las redes sociales?
Yo tengo una cuenta de Twitter y peleo por tener un espacio periodístico en este formato. Hay una pugna con los periodistas más jóvenes de Clarín que usan las redes para polemizar con los ministros, incluso algunos han insultado a figuras políticas. No estoy de acuerdo, opino que el mismo código de conducta profesional que utilizamos para escribir una nota en el diario, tenemos que aplicarla para el Twitter. Es una decisión personal, yo quiero que se me conozca en Twitter como un periodista que transmite información confirmable y nada más.
En el Facebook actúo igual, replicando datos de interés y mis notas. Puedo tener algún debate, en buenos términos, con un lector, pero decir que el ministro es un pelotudo y el otro es un corrupto, eso no.
Ud. ha cubierto diversos casos de corrupción política en su país, algunos con matices de escándalo; incluso el ex presidente Menem estuvo seis meses encarcelado a raíz de un hecho que Ud. denunció. ¿Qué ha sido lo más grato y lo más difícil de esa investigación?
Lo más grato fue recibir el Premio Rey de España que, por la forma y el momento en que me lo dieron, significó más que un reconocimiento internacional. Hasta cierto punto fue un escudo protector. Pero, al margen de ello, tuve una cantidad enorme de problemas durante la investigación: me amenazaron de muerte y me hicieron un juicio por revelación de secretos de Estado que después lo terminaron cerrando. También me ofrecieron 50.000 dólares para que dejara de investigar… Es largo de describir el clima de presión que viví durante toda esa investigación.
¿Qué no haría jamás en una investigación?
Lo primero cometer un delito para robar una información, entrar a una propiedad privada para conseguir información, utilizar información de la vida privada de las personas, manejar información de menores de edad… Yo creo que esos son los límites que están claramente señalados. No toco lo que no es cosa pública, la cosa pública es lo que hacen los funcionarios con la plata que le damos, las decisiones que toman durante el tiempo en que son mandantes de todos los ciudadanos. Luego, si es homosexual o transexual o marciano, eso no debe interesar. La vida privada de los funcionarios no tiene relevancia a menos que esa vida privada derive en un delito. Pero son casos muy excepcionales.
¿Tiene usted algún secreto, algún método, que le ayude a conseguir la información y los datos que busca cuando el contexto es complicado?
Cuando no podemos ir a las fuentes directas y personales es importante saber buscar huellas documentales. Estas son pruebas indirectas de lo que pasa: documentos de viaje, reuniones, registros de pagos de impuestos o alquileres, etc. Recuerdo el caso de Menem: él dijo que no conocía al dueño de una imprenta, pero el dueño de la imprenta pagaba el sistema de televisión por cable de su departamento y tenía la factura telefónica a su nombre. ¿Cómo alguien que no te conoce paga tus cuentas? Esa es una prueba documental que me sirve de ejemplo.
¿Qué es lo más importante cuando se investiga corrupción política: la denuncia o la sanción?
Lo más importante es conseguir hechos comprobables, que puedan ser sometidos a la opinión pública y que sea ésta la que opine si está mal o bien, si es un delito o no. Debemos buscar la sanción, pero la sanción social, moral; que quede en claro que el funcionario denunciado ha tenido una actitud irregular, que ha usado indebidamente fondos del Estado. La sanción legal le corresponde a la justicia. No comparto con aquellos periodistas que se ponen en el rol de jueces o fiscales y pontifican sobre esto. Los ritmos y métodos que tiene un periodista son diferentes a los de un juez, el juez tiene más herramientas que nosotros, tiene más tiempo para ponderar la información, puede hacer allanamientos, pedir declaraciones bajo juramento y todo lo demás. Llegar a la verdad para obtener una sanción penal solamente corresponde a los jueces.
¿Qué se siente trabajar en un medio que, como Clarín, vive en una permanente confrontación con el gobierno?
Obviamente para mí es el mejor de los escenarios porque podemos investigar todos los casos de corrupción que existen en el gobierno con bastante libertad. Es cierto que afuera nos insultan, pegan carteles anónimos con nuestras caras; es un clima realmente hostil. Ahora, después de todo, creo que la sociedad argentina cambió mucho su percepción sobre el Grupo Clarín, una cosa era el mapa de medios cuando se sancionó la nueva Ley de Medios, el año 2009, y lo que se aprecia ahora. Antes el Grupo Clarín era un grupo hegemónico, tenia diarios, una radio, un canal de televisión; ahora es un grupo pequeño comparado con la cadena de medios estatales a la que se suman los medios colonizados con publicidad oficial que transmiten el discurso oficial del gobierno. Espero que la sociedad argentina valore lo que es la noticia comprobable, la información chequeada que la van a encontrar en medios que tienen una actitud profesional e independiente y no venden su línea editorial. Con todo, no es una cuestión de blanco y negro: Página 12, por ejemplo, apoya al gobierno pero tiene una actitud profesional distinta a la que tienen otros medios. Eso es ponderable, Página 12 no se ha metido en campañas personales contra periodistas o contra políticos de la oposición.
Sin embargo, como periodista, apuesto a que tenemos que salir de ese clima de polarización; tenemos que discutir todos los periodistas –los que están con el modelo de periodistas militantes o los que estamos con el modelo de periodistas independientes-, la mejor forma de encarar esta situación que no le hace bien al periodismo ni a la sociedad. Tenemos que discutir la calidad de las notas, la seriedad con que debemos trabajar; debe quedar claro el límite entre propaganda e información, y nuestra misión es trabajar con la información.
¿Qué opina de la nueva normativa de medios de su país?
En la Argentina no había ley de medios desde la época de la dictadura (1989, Ley de Radiodifusión) y eso implica que existía una necesidad de actualizar la normativa. Sin embargo, la forma en que el kirchnerismo terminó sancionando algunos artículos, que están expresamente hechos para desarmar el Grupo Clarín, es reprochable. Un ejemplo es el artículo que dice que está prohibido que un concesionario de una onda de televisión abierta tenga una licencia de televisión por cable. En ninguna parte del mundo sucede esto, es como prohibir a una fábrica de autos que haga camiones. Lo penoso es que la ley tiene un buen espíritu, pero la realidad es otra; aquello de crear una sociedad con voces múltiples no ha sucedido, lo que ha sucedido es que han construido un nuevo monopolio, han dado unas licencias a un grupo de empresarios afines al gobierno que repiten el mismo discurso que el gobierno. El partido socialista de Argentina, que es un partido de la oposición, no tiene un canal de televisión, tiene que llamar al Clarín o a La Nación para que le publiquen una información porque los diarios que están con el gobierno no les dan espacio. En otras palabras, hay una diferencia entre lo que es el espíritu de los que votaron esa ley con la implementación de esa ley.