Romper el silencio para no morir en silencio

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Romper el silencio para no morir en silencio

Por la invisibilización de los casos de violencia sexual y el drama que viven miles de niñas con esta problemática hace que muy pocas se atrevan a denunciar ya sea por temor a represalias.  Tres historias de niñas que decidieron romper el silencio para librarse del dolor.

Silvia Subelza Ventura

Todos en mi familia piensan que yo era prostituta y que con mi amiga nos escapábamos para hacer esas cosas. Supuestamente íbamos a los locales de mala muerte como dicen la gente y la verdad yo no confío en ninguno de mis familiares porque todos me juzgan y todo este tiempo yo he guardado muchas cosas que no me dejan vivir tranquila. Si mi familia supiera la verdad de las cosas, mi padre sería el más afectado. Yo no quiero que nadie sufra, no quiero provocar problemas en mi familia y que todo se destruya por mi culpa, porque sé también que nadie me creerá cuando les diga la verdad que a mi desde muy pequeña me pasaron muchas cosas que ellos no saben y que mi padre en vez de escucharme, escucha a los demás todo lo que dicen de mí él lo cree. Así que prefiero no decirles nada al final yo sé lo que viví.

Durante estos últimos tiempos estuve muy preocupada porque tenía miedo de haber quedado embaraza, porque mi sobrino(N) llegaría a ser el padre de mi hijo. Fue él el que abuso de mí en dos ocasiones cuando fuimos de visita a la casa de mis tíos. Ese día nos quedamos a dormir en la casa de mi tía porque ya era tarde. Nuestros papas nos dijeron que nos quedáramos a dormir. Ahí fue donde paso todo, porque él supuestamente estaba borracho y no supe qué hacer, no sabía si gritar, solo me quedé pasmada, tipo congelada y me agarraba y me empezó a tocar. Yo estaba de corto y no sé, solo sentí que perdí las fuerzas y tenía un olor a alcohol que me respiraba toda la cara. Me quise hacer soltar pero no pude porque todos dormían. Mi hermanito, el más pequeño, estaba en la otra cama durmiendo y me daba miedo que se despierte y mire lo que me hacía. Me agarró de las manos y como yo no reaccionaba estaba como estatua me abusó. Lo único que hice cuando pasó fue irme al baño y me puse a llorar. Llamé a mi amigo y le conté lo que me había pasado y él me dijo: tienes que decirle a tus padres o alguien, no te quedes callada. Pero a mí me daba vergüenza y al día siguiente no le quise mirar a la cara y él como si nada. En esos momentos sólo quería sentir el apoyo de mis padres. Ahora ya no me siento bien, a veces ya ni quiero venir a clases porque me siento sin ganas y por eso quiero de una vez hablar porque ya no  aguanto más. Solo  quiero que mis padres sepan primero, más que todo mi padre que no me cree nada.

No es la primera vez que me pasan estas cosas, cuando era más pequeña mi tío abuso de mí, allá cuando vivíamos en la casa de mi abuelita. Pero esas veces pensé que todo era un juego porque él me decía que solo era un juego y que no debería decir a nadie y que él me traería muchos juguetes, hasta que me di cuenta que a mi hermanita menor también le quería hacer lo mismo y ella lloraba de susto. Las dos preferimos callarnos y no decir nada de lo que nos pasaba, solo le dijimos a él que si volvía a molestarnos gritaríamos las dos. A mis padres en muchas ocasiones les quisimos decir pero no nos animábamos, hacíamos un montón de dibujos para darles señales de que había alguien nos hizo daño, pero no se daban cuenta y solo decían hay mis hijitas son muy buenas para dibujar y ya. Después empezamos a ser frías y violentas, ya no obedecíamos  a nuestros padres y ellos solo nos reprochaban. Así paso el tiempo y el muy desgraciado venia de visita y nosotras nos poníamos nerviosas sin saber qué hacer. L único que hacíamos era no salir de nuestro cuarto y mis padres nos obligaban a saludarlo y a mí me daba miedo, solo me ponía a llorar. Ahora recuerdo y digo por qué me pasa todas estas cosas a mí (llorando).

A mi madre le dije que ya estoy aprendiendo a superar, pero tengo mucha rabia, resentimiento hacia  mis padres porque pienso que no hicieron nada en su momento. Ahora me viene a pasar esto más, ya no sé qué hacer. Tengo miedo a la reacción de mi papá porque él es muy decidido y prefiero que las autoridades se hagan cargo, no me importa que sean de mi familia, porque ya no aguanto más (llorando).

Las amenazas para evitar las denuncias

Cuando estaba en el cuarto, mi cuñado se puso “raro”, y como estábamos a solas, se me acercó y empezó a tocarme, me abrazó fuerte. En ese momento nunca pensé que me haría daño, más por el contrario, pensé que él tenía problemas, por eso no puse un alto y le correspondí en el abrazo.  Pero no sólo pasó eso, él siguió tocando mi cuerpo y empezó a besar mi cuello, quise separarme de él, pero no pude, porque él me mantenía abrazada, se volvió loco. Me dio un sabotazo en la cara (un manazo fuerte), dejándome inconsciente por unos minutos. Al verme débil, sin poder reaccionar, aprovechó para abusar sexualmente de mí. Grité, pedí auxilio, pero nadie me escuchó porque la casa se encontraba en un barrio alejado, con las casas bastante dispersas una de otra. Parecía un perro con mal de rabia; recuerdo sus gemidos de perro en celo, su respiración agitada y su cambio de voz cuando me amenazó diciendo:¡calláte!, si le dices algo a tu hermana, ella no te va a creer, porque me ama a mí, me cree a mí, si  hablas, destruirás a este hogar que tanto te ha dado, ¡mira que nadie te quiere!, a tus papás no les importas, ellos sólo se dedican a tomar”.

Hablar libera

“Mi primo me andaba persiguiendo y no me gustaba, me hacía sentir mal, incomoda, rara no me sentía bien, no me gustaba que se acerque mucho a mí. Así empezó.  Primero me agarraba de la cintura y me decía: eh perra de que andas enojada. Yo le decía de nada, pero nunca pensé que me haría daño. Una vez me quedé sola en casa y él apareció adentro. No supe qué hacer y le dije qué haces aquí, salí. Ya no pude gritar ni nada. Ahí fue donde él se aprovechó; me agarró y me hizo caer. Le rasqué, la verdad ni sabía lo que me estaba pasando; solo sentí que él me lastimaba con su cosa y después me dijo que si decía algo me iba volver a pasar lo mismo. Lloré todo ese día, me quería matar, tomé un cuchillo y me corté las manos , porque me sentía sucia, como si me hubiese pasado algo por encima y que no valía mi vida porque yo solo tenía 12 años. Me sentía hecha pedazos, porque no sabía cómo decirle a mi mamá o a mis hermanos. Todos mis hermanos son varones ni para contarles, más bien ellos pensaron que tenía mi chico y que por eso andaba rara (con la mirada llorosa ).

Todo el tiempo lloraba y lloraba , me quería escapar de mi casa porque ya no soportaba la presencia de ningún hombre. Me soñaba, no podía dormir. Una vez me hice pipi en la cama, ya no soportaba mi vida. En la escuela todos me preguntaban por qué lloraba y me inventaba de todo para que no me sigan preguntando. En mi familia ni qué decir; me trataban de todo y yo me callaba para que en mi familia no se peleen por mi culpa.

Un día hablé con mi prima y decidí contarle lo que me había pasado. Ella ya es mayor y me dijo que a ella también le había pasado lo mismo. Se puso a llorar y me dijo que hablemos con mi mamá  y yo tenía miedo porque mi mamá casi siempre no me creía pero ese díadecidí decir la verdad porque ya no aguantaba, todo el tiempo pensaba en matarme, o tomarme veneno y desaparecer de este mundo cruel. Le dijimos a mi madre, casi se me muere con la noticia. Al principio no me creyó, me dijo que no me invente, que  dejara de mentir. Me sentí más mal y mi prima le tuvo que decir que el muy desgraciado también había abusado de ella. Ese día era el peor día para mi madre. Fuimos donde las autoridades, pasé por muchos problemas; mi familia me dio la espalda, me dijeron que era una mentirosa. Todo ese año fue un caos mi vida, me hicieron andar por médicos, psicólogos,  fiscales… Así pasaron los años y por eso hoy decidí hablar sobre mi vida para que no les pase a nadie más, porque es lo peor que te puede pasar. Gracias.”

 

 

 

 

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