Daniela (nombre ficticio) recuerda aquel día con tanta lucidez como si hubiera pasado ayer. Era febrero de 2017 salía de clases de una universidad de la ciudad de La Paz, revisó el dinero de sus bolsillos y solo le alcanzaba para volver a su casa en micro. Esperó en una esquina a que llegue el bus que la llevara hasta Tembladerani.
“La ruptura o pérdida de los vínculos con la sociedad se refiere a que si bien las mujeres están presentes en la sociedad y tienen múltiples formas de aporte a la misma, su colocación, posicionamiento y reconocimiento están desvalorizados o se los invisibiliza a través de la naturalización de su supuesta inferioridad, aspecto que se agudiza en su intersección con la condición étnica, cultural, la edad, la orientación sexual, como determinadas adscripciones y per tenencias sociales”. (1) Coordinadora de la Mujer. La Situación de la Mujer en Bolivia, Encuesta nacional de discriminación y exclusión social 2014
En agosto de 2017, un ginecólogo del centro de salud CIES de la ciudad de La Paz, fue acusado de filmar a su paciente desnuda mientras le implantaba un Dispositivo Intrauterino (DIU). El Ministerio Público acusó al médico de tener material pornográfico en su celular. Después de su detención, y posterior liberación bajo medidas sustitutivas, el galeno fue alejado de esa institución de salud.
“No pensé ni por un minuto que vivía en mi propia cárcel, que servía a mi verdugo con todo ese amor romántico que nos enseñan desde que somos pequeñas. Piensas… sientes que vives dentro de lo “normal” y te dices a ti misma que ¡todas pasamos por esto!, pero no me di cuenta, que eso nos destruye como persona. Hasta que una misma decide cambiar, y dejar ese ciclo violento.” Martha (nombre supuesto) quién con los ojos llenos de lágrimas, aguantando las ganas por no hacerlo; viendo sus manos quemadas y friccionándolas sobre la pollera multicolor que lleva puesta, cuenta su historia de terror, a la cual ella decidió cambiarle el final.
La Ley 348 y su reglamento obligan a los municipios del país a invertir en la igualdad de género y en 2016, solo 29 de los 339 municipios del país logró “muy buena” inversión aunque priorizaron proyectos que tiene que ver en el cuidado de la familia, principalmente, según un estudio realizado por el Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza.
Para entrar en un contexto de la violencia hacia las mujeres, es inevitable anotar la definición del patriarcado como una construcción social en base a la fuerza del hombre que ejerce su poder o autoridad sobre la mujer, los hijos u otros dependientes, en los datos a través de la historia se da cuenta de que el Páter Familias de la civilización romana tenía el derecho de vida o muerte sobre sus dependientes esposa, hijos esclavos, asimismo es imprescindible referirnos al machismo que está íntimamente ligado al patriarcado, aspecto generadora de violencia hacia la mujer, el machismo entendido como prepotencia de los hombres respecto de las mujeres, también conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el género femenino, al punto a este respecto al antropóloga Norma Fuller refiere que existe una herencia colonial de la categoría femenina y masculina que se organizaban en esferas netamente separadas y mutuamente complementarias: «La mujer en la casa, el hombre en la calle». La mujer era la «reina del hogar» y la encarnación de los valores asociados a la intimidad el afecto y la lealtad de grupo. El hombre, su opuesto complementario, debía proteger del mundo exterior al «sagrado santuario de la familia» y proveer su sustento. Las esferas política y económica (en lo que se refiere a relaciones con el mundo exterior) eran su feudo y responsabilidad, de allí que reclamase la autoridad sobre el conjunto familiar.
Bolivia es un país en el que una violación puede solucionarse con el matrimonio del agresor con su víctima. La soberanía del cuerpo de las mujeres aún no tiene espacio en el imaginario social.
Con la mirada transparente, con los ojos llenos de esperanza, pero además de tristeza al recordar un mal momento que le tocó vivir, así la encontramos Rilda Paco, una mujer de 31 años de edad, orureña de nacimiento y proveniente de una familia humilde. Estudió artes plásticas y a la fecha se encuentra cursando la carrera de comunicación social.
“Yo no odio a los hombres para nada, es más los amo tanto que creo que toda mujer debería tener tres o cuatro como mínimo”. Esta frase de la caricaturista y escritora feminista Ana Von Rebeur y su sentido del humor provocador siempre vienen a mi mente cuando pienso en las actuales feministas.
Desde que tengo uso de razón amo la pollera, un amor inspirado en mi abuelita quien fue para mí un modelo a seguir, siempre radiante, elegante, de caminar erguido, con sus trenzas negras y largas. Ella creía en el vivir con tranquilidad y paz, ”cuando haces bien, te va bien sin hacer daño a nadie” decía sabiamente mi abuelita.
“Cuando estaba en la promoción no nos permitieron utilizar pantalón; por eso optamos por no llevar uniforme”, relata Carmen a sus 33 años recordando su paso por el colegio de orden católico que la cobijó durante 12 años. “El uniforme diario llevaba falda debajo de las rodillas, era prohibido asistir con pantalón, así sea invierno”.
Son apunto de llegar a las 23 horas y está haciendo mucho frio, en la avenida principal de la zona de Vino Tinto, zona norte de la ciudad de La Paz, solo se oye pasar las ultimas movilidades de la jornada de hoy domingo, mientras pasan los minutos el frio se siente más y más en el cuerpo de Ximena, una mujer de 27 años que se encuentra echada en su cama al lado de su bebe de 9 meses que duerme profundamente. Ximena aun despierta espera a Luis su esposo, quien no llega después de haber salido a jugar futbol a la Cancha de la zona “Cancha Litoral”.