Por: Renata Gascón y Aby Calle,
estudiantes de la Unidad Educativa Boliviano Israelita
Javier Iturralde ha proyectado la construcción de una planta procesadora de plásticos, llantas y aceites usados para la obtención de diésel. La idea era instalarla en El Alto, pero un vacío legal y la burocracia se lo impiden; por ahora, trasladará su proyecto a Paraguay, pero no renuncia a ejecutarlo próximamente en suelo boliviano.
“Soy liberal, capitalista popular, provida y profamilia, amante de la Paz, de Bolivia, empresario, emprendedor y luchador, soy deportista y saludable”. Así se presenta Xavier Iturralde en su cuenta personal de Twitter; sin embargo, es mucho más que eso, pues ha demostrado ser un destacado boliviano, amante de su ciudad, su patria y sobre todo defensor del medio ambiente al proponer proyectos que utilizan el reciclaje de diversos residuos orgánicos e inorgánicos.
Xavier —nacido en La Paz, titulado como licenciado en Comercio Exterior, profesor e instructor personal con una especialización en Fitness Management y un Diplomado en Política y en Economía— es un soñador y aventurero que forma parte del grupo empresarial Bolivian Industrial Technology (BIT), donde en los últimos años ha aplicado sus conocimientos a fin de desarrollar un proyecto tecnológico que apuntale la construcción de una planta destinada a la fabricación de diésel a partir de llantas, plásticos y aceites usados.
Lamentablemente, esta planta será instalada en Paraguay y no en la ciudad de El Alto, como estaba previsto, porque al no existir una figura legal ni un marco normativo que le permita operar en el país, los permisos no le fueron otorgados. “Hay interés de las autoridades por la tecnología del reciclaje para la fabricación del diésel, pero hay mucha burocracia”, afirma.
Pese a todo ello, para Xavier Iturralde, la clave de su éxito y su proyecto está en el trabajo en equipo.
“Nada se logra solo, siempre trabajo en equipo”, dice y con estas sencillas pero profundas palabras da pie a la entrevista concedida a este equipo de estudiantes, generando así un espacio de confianza y confraternización para “La entrevista que siempre soñé”.
— Sabemos que usted es un gran defensor del medio ambiente, ¿puede explicarnos en que consiste su proyecto?
— Tenemos varios proyectos. Este (la instalación de una planta para fabricar diésel de llantas usadas, plásticos y aceite usado) ha sido y está siendo uno de los más importantes y es el resultado de muchísimos años de trabajo. El proyecto que nosotros tenemos es para la producción de diésel de alta calidad creado con base a llantas usadas, aceites usados de motor y plásticos usados. Al ser de alta calidad se lo puede usar directamente en los vehículos.
Lo lindo de este proyecto es que, literalmente, con dos plantas de 16 reactores —que ahorita se las voy a mostrar— podemos “comernos” toda la basura de llantas y plásticos usados del país y llegaríamos a producir aproximadamente un 10% de todo el combustible que el país necesita en base a residuos.
La planta funciona con un reactor al que nosotros le ponemos las llantas, el aceite y plástico y lo calentamos hasta 450 grados centígrados, eso se vuelve gas y esas cadenas de gas pasan por lo que nosotros estamos patentando, que es el catalizador que ayuda a que las cadenas de gas se rompan y se vuelva pequeñitas. Funciona como cuando se juega con Lego y se tienen piezas pequeñitas. Con ellas, puedes armar lo que quieras, pero si tienes piezas muy grandes llega un momento en el que ya no puedes armar lo que quieres. Entonces, lo que hacemos nosotros en la planta es romper las cadenas y volverlas lo más pequeñas posible. En un condensador, las cadenas más pesadas se transforman en diésel y en otro, las más livianas en gasolina. Después de que dejamos que se asiente ya tenemos el combustible listo para ponerlo a los vehículos.
Le hemos puesto el nombre de Diésel Circular porque todo lo que nosotros estamos haciendo es circular, no contaminamos el agua, no contaminamos el aire y no contaminamos la tierra. No dejamos ningún residuo. De un kilo de residuos obtenemos un litro de combustible y lo único que sobra es un gas negro que puede ser utilizado como un sistema de arranque de hornos.
— ¿Qué le inspiró a querer implementar este proyecto en nuestro país?
— A ver… soy un amante de La Paz, amante de nuestro país. Entonces, a pesar de las dificultades que tenemos, mis intenciones siempre han sido de desarrollo para nosotros los bolivianos, para que ustedes, chicas, cuando sean grandes tengan más oportunidades, para que todos los más jóvenes tengan más oportunidades y, por supuesto, para que las personas que ahorita necesitan trabajo también lo consigan. Entonces, qué mejor que hacer una industria con residuos que ahorita están botados en el medio ambiente, que son un pasivo ambiental y que nosotros lo convertimos en un activo ambiental, producimos una gran industria y logramos un desarrollo de nuestra gente, no solo económicamente, sino también socialmente.
— Conocemos que su proyecto no pudo implementarse en el país. ¿Qué pasó? ¿Qué obstáculos hubo? ¿Por qué no se pudo ejecutar?
— Lamentablemente, las normativas, las leyes y la burocracia no nos lo han permitido, es un tema del sistema. La Constitución Política del Estado decide que todo tiene que estar en manos del Estado, es decir todo el tema de hidrocarburos. Cuando nosotros sacamos el proyecto no nos permitían implementarlo por esta normativa o por esta constitución. Hemos estado peregrinando durante dos años para que se puedan hacer las leyes y lamentablemente no se ha viabilizado todavía. Sin embargo, ayer hemos tenido una buena noticia y esto es primicia para ustedes: ya ingresó nuestro proyecto de ley a la Cámara de Diputados para que podamos implementar las plantas.
— ¿Ahora que su proyecto será implementado en Paraguay, todavía cree que pueda ser implementado en Bolivia u otros países?
— Por supuesto. Además, yo soy una persona muy terca, amo mi tierra, amo La Paz, amo el departamento de La Paz, amo a Bolivia. Por supuesto que vamos a seguir peleando para poder implementar acá, la empresa se va a quedar en Bolivia, la central va a seguir aquí en La Paz para generar la mayor cantidad de empleos posible y traer la mayor cantidad de dinerito y divisas para el país, para que podamos seguir creciendo.
Además, que hay un tema muy importante: el mercado de hidrocarburos es tan grande que podemos poner plantas en todo el mundo y aun así ponerlas aquí en Bolivia también.
— De haber sido implementado en Bolivia ¿qué beneficios hubiese traído a nuestro país?
— Trabajo y desarrollo económico-social y, por supuesto, un beneficio al tema de medio ambiente porque se recolectarían llantas, plásticos, aceites que tanto daño hacen a la madre tierra, esos son los principales beneficios. Como les comentaba, con dos plantas nos “comemos” básicamente todos esos residuos que ahorita están siendo botados en ríos, calles y otros lugares.
Además de eso generaríamos empleos directos e indirectos, pues con toda la implementación de 25 plantas estamos hablando que generaríamos aproximadamente 80 mil empleos para la gente que recolecta, que transporta, y la que trabajaría en las plantas.
— ¿Está pensando o tiene otros proyectos en favor del medio ambiente?
— Claro que sí. Estamos haciendo un proyecto al que le hemos puesto como nombre Pibox. Este proyecto es un sistema electrónico que nos permite ahorrar combustible. Tú lo colocas en tu vehículo y ahorras un 25% de combustible, mejora la potencia del motor, lo limpia y hace que contamine menos.
Además, tenemos otro proyecto muy interesante que ayudará sobre todo al campo. Es un clasificador cuya tecnología la adoptamos para que trabaje con residuos orgánicos e inorgánicos secos. Al mezclarlos se genera gas. Podemos generar gas para la comunidad con la paja brava y con todos los plásticos o residuos del pueblo.
— Con el proyecto de la planta, usted, ¿se irá a vivir en Paraguay o se quedará aquí en Bolivia?
— ¡Viva La Paz!
Esta entrevista fue desarrollada en el marco del proyecto “La entrevista que siempre soñé”, un componente del programa Alfabetización Mediática e Informacional – EducaMedios, impulsado por la Fundación para el Periodismo (FPP) y que al momento cuenta con el apoyo del Grupo Nacional Vida.