Enrique Calderón, el «Evo Morales» que no quiere ser reelegido

Por Arnold Guachalla L.

Enrique Calderón, el famoso imitador de Evo Morales, está preocupado. Cree que de continuar el Presidente en el poder, sus días como el artista que encarnó a tan peculiar personaje habrán acabado.

Por aquel augurio quisiera que el Morales al que personifica con el saco, la peluca y la banda presidencial de utilería, no continúe en el poder. 

Serio y reflexivo, así se mostró Calderón durante la entrevista que priorizó su palabra antes que la del personaje que representa.

 

Yo confío en los sistemas democráticos. Pero si Evo se queda, a la fuerza, creo que desaparezco; seré alguien que deje el arte.

También hay otros factores que lo llevaron a pensar así. Censura es la palabra que Calderón deja flotando en el aire. Cuenta que ya fue víctima de ella en varias ocasiones desde que comenzó con su primera imitación del Presidente.

En 2010 estuvo a punto de conocer en persona a Evo Morales. Había recibido la invitación para actuar en un acto al que asistiría el Presidente. Sin embargo, una orden de último momento suspendió el «sketch» que el artista preparó especialmente para la ocasión.

Posteriormente, se enteró por un asambleísta departamental de La Paz que Morales vio su trabajo y que el único reclamo que existía era sobre la peluca que usaba porque “su pelo no era así”.

En un sondeo de opinión, tres artistas y profesionales dedicados al humor político expresaron su parecer sobre las posibles dificultades que existen en la actualidad a la hora de desarrollar su trabajo. 

 

 

 

Malestar por «La Zapatita Roja y el Evo Feroz»

Un segundo “trago de censura” lo tuvo al presentar y promocionar su obra “La zapatita roja y el Evo Feroz”, una sugestiva pieza teatral que parodia el clásico cuento infantil de Charles Perrault con personajes extraídos del contexto boliviano, cargados de variadas significaciones.

El elenco de «La Zapatita roja y el Evo Feroz». Foto: Página Siete

 

—No por nada existe una narco hada madrina y la trama se desarrolla en el verde bosque pluriforestal de un pueblo llamado Orinocalandia.

La obra debía ser estrenada en el teatro Cuarto Centenario de la ciudad de Potosí, sin embargo los responsables de aquel escenario presentaron excusas técnicas y negaron el alquiler. Mientras cuenta esta experiencia, su mirada se distrae por algunos instantes y trata de controlar la indignación que le genera. 

El show estaba listo y ante aquel inesperado obstáculo, “La Zapatita roja y el Evo Feroz” tuvo su debut en el municipio de Viacha, La Paz.

—Lo que más me ha costado es luchar contra esta censura del Gobierno. Yo lo he pasado mal en Santa Cruz. Los medios de comunicación no me querían dar espacio. Me dijeron que los iban a sancionar y que los estaban observando. Yo no entendía y fue un golpe económico muy duro. Luego vine a La Paz y aquí empezó la guerra dura en las redes sociales.

 

Las cosas no pararon ahí. Según Calderón, el acoso en las redes sociales llegó a tal extremo que comenzó a recibir llamadas anónimas que le ordenaban dejar de imitar a Evo bajo amenazas.

Por esas razones prefiere mantener la información sobre su vida privada fuera del alcance de la gente. Tiene miedo que su familia corra el riesgo de ser víctima de amenazas o maltratos.

Ante aquellas revelaciones fue imposible no preguntarle su parecer sobre la posible repostulación del Presidente: ¿Pero si se va del Gobierno acaso no se acaba tu pega (trabajo)?

«Las leyes están para respetarse», sentenció.

 

 

“Yo soy Evo” ¿bendición o maldición?

Enrique Calderón prepara su vestuario antes de una presentación. Foto: Archivo

Cada vez que Enrique Calderón se pone el saco, la peluca y la banda presidencial de utilería comienza el show sobre las tablas o el YouTube. Chistes van y risas vienen. La cosa no cambia cuando acude a los medios.

Frente a las cámaras, Calderón habla de política, del referéndum del 21 de febrero de 2016 o de la repostulación del personaje que representa. Bajo su indumentaria todos estos temas son tomados con humor y sorna. Pero no solo se trata de un personaje; allí también se erige una “trinchera” desde la cual el artista hace su propia lucha.

 

—Uno no puede estar pasivo ante lo que pasa. Como artista no puedes solo reflejar lo que está pasando, tienes que ser contestatario.  Creo que con mi arte lo estoy haciendo y es lo que molesta al Gobierno.

Fuera de su vasta experiencia sobre las tablas —25 años en los que personificó a muchos personajes—, la popularidad de Calderón es el resultado del apoyo de la gente que no dudó en viralizar su trabajo en las redes sociales.

Tras su debut, Calderón dio otro paso crucial en 2013: el salto a las redes sociales. Con ayuda de su primo logró crear el canal “Yo soy Evo” en YouTube, plataforma en la que se publicaron otros 10 videos posteriores.

 

 

El éxito en vistas del primer video fue el detonante para seguir con las producciones bajo el mismo objetivo. Del YouTube pasó al Facebook, plataforma con el que ganó mayor popularidad.

—Lo que más me costó de los videos fue la elaboración del texto que la propia imitación. No solo debe ser un texto de entretenimiento, sino algo con más sentido para reflejar la realidad.

Calderón no sabe —así como la mayor parte de la ciudadanía— si Evo Morales continuará en el poder después del 2019. Solo tiene la certeza de que pese a las presiones y a las amenazas seguirá “combatiendo desde su trinchera”, reflejando la realidad desde el humor.

—Si hay cosas que decir, lo voy a decir entre quien entre al gobierno: oposición u oficialistas. Yo voy a estar siempre del lado de la perspectiva artística reflejando, no importa quién esté. Desde ahí voy a reflejar la realidad. El artista es del pueblo, para eso estamos.

 

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