Mocoví: Lo que queda del encierro
Las precarias condiciones de vida, las difíciles relaciones de familia y principalmente la violencia intrafamiliar forman parte de la cotidianidad de casi 500 reos en la cárcel de Trinidad.
Karla Lorena Plaza Villarroel.
La cárcel de Mocoví está ubicada en el municipio de Trinidad de la Provincia Cercado del Departamento de Beni Estado de Bolivia, es un centro penitenciario de varones que fue construido para rehabilitar a 150 internos y reinsertarlos en la sociedad. Actualmente viven cerca de 500 personas recluidas, algunos de ellos en condiciones muy mezquinas.
En este penal existen factores que limitan la convivencia cotidiana de los privados de libertad. El espacio pequeño que ocasiona hacinamiento físico y psicológico, la infraestructura deficiente en los cuatro pabellones (A, B, C y D); elritmo monótono de la vidaen prisión sin expectativas a corto o mediano plazo, provocando auto abandono y autodestrucción; los hábitos higiénicos no adecuados que desencadenan en padecimiento de enfermedades contagiosas como la tuberculosis, infecciones estomacales, entre otras; las relaciones interpersonales entre los presos a veces cruzadas por formas de poder interno.
Existen también consecuencias para los privados de libertad comoel miedo por la estigmatización de la sociedad; la impotencia de desconectarse de la sociedad y dejar de ser sujeto activo;el complejo de inferioridad; el creerse inferior a las personas libresy creer que no pertenecen a la sociedad; la falta de intimidad por la pérdida de personalidad e identificación consigo mismo que puede llevar a la disolución sus sentimientos; la falta de estímulo o motivación; la pérdida de autoestima, etc.
La cárcel es otra sociedad diferente, una nueva vida, una nueva ley, un nuevo código de relaciones. Si se recluye a alguien para dar seguridad a la sociedad, ¿quién garantiza la seguridad física del reo en la cárcel? Porque el desenlace de estas consecuencias para las personas privadas de libertad se expresa en procesos deshumanizantes.
En conclusión, hablar de la cárcel de Mocoví es entrar a un mundo desconocido donde el drama de la vida cotidiana conlleva condiciones de aislamiento social, carencias que causan alteraciones y cambios bruscos de personalidad.
Con respecto a las relaciones de pareja y poder, los privados de libertad en ese contexto reciben visitas familiares y tienen derecho a entrevistas familiares continuamente. Esto ayuda a consolidar los vínculos afectivos de pareja pero en muchos casos refuerza el sexismo (discriminación entre hombres y mujeres, o del hombre hacia la mujer a través de la desvalorización y ridiculización de los roles de las mujeres), oprimiendo a la mujer gracias a la moralidad del patriarcado que se expresaen una jerarquía de valores fijos que regulan el poder, control, autoridad, dominio o violencia de los hombres sobre las mujeres.
Las relaciones de poder del hombre sobre la mujer se expresan en el acceso a los recursos económicos, intelectuales, la toma de decisiones, el modo de desear u obtener placer, las tareas y los rolessociales, familiares o culturales, que tiene sus raíces en ciertas costumbres, tradiciones y creencias que han sido socialmente construidas y que son expresiones del androcentrismo, enmarcado dentro del patriarcado;algunos hombres creen tener el poder de decidir e influir en la vida de la mujer.
Los privados de libertad asignan a la mujer roles depasividad, obediencia, sumisión, fidelidad, dependencia, ser madre, cuidar de los hijos y las tareas de la casa; dejando a un lado a la mujer intelectual, valiente, independiente. De ahí que se hace frecuente la violencia verbal, física, psicológica o sexual(maltratar, denigrar, humillar, desaprobar, gritar, amenazar, vigilar y controlar, coartar la libertad) que intenta anularla como ser autónoma y la reducen a la categoría de objeto.
En conclusión para transformar estas relaciones de poder patriarcal será necesario, primero de-construir y reconstruir las nociones fundadas en el patriarcado. Ello implica la desnaturalización de los imaginarios construidos en los hombres y las mujeres.
Luego de hablar de lo referido surgen las consecuencias en el entorno familiar tomando en cuenta que lafamilia es elelemento natural, universal y fundamental de la sociedad, que tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado, las relaciones de la persona privada de libertad con la familia son casi imposibles dentro del marco de la normalidad en el interior del penal.
Al no haber la posibilidad de un trato familiar funcional y convencional, las relaciones en la cárcel se traducen en un tipo de familia disfuncional,generadora de situaciones conflictivas debido a las agresiones verbales, físicas y emocionaleshacia la mujer o hacia las hijas e hijos.
En Mocoví existen pocas familiasnucleares (compuesta por esposo-padre, esposa-madre e hijos).Esto afecta a la formación de los hijos de los privados de libertad. La angustia por la separación puede producir enfermedades psicológicas de estado de ánimo como el estrés, ansiedad y depresión con consecuencias de anorexias, frustraciones, demanda de afecto, agresiones, rabia, llanto e indiferencia; dificultades para dormir, pesadillas, regresiones, tendencia a ser dominantes, apego ambivalente e inseguro y perdida vínculos afectivos.
Por otra parte, en la escuela se pueden presentar dificultades en el aprendizaje, déficit atencional, problemas de percepción, de comunicación, de concentración y razonamiento, dislexias, etc. Esto puede ocasionar rezago o deserción escolar, bajo rendimiento, desinterés en el aprendizaje o desadaptación escolar.
En conclusión, los privados de libertad actúan de acuerdo a cómo han sido educados por el patriarcado arraigado; tienenfallas en las normas y reglas familiares que orienten la educación familiar funcional.
Para concluir con el presente reportaje hacemos referencia al papel que realiza la comisión Interamericana de Derechos Humanos o la CIDH que ha venido dando seguimiento a la situación de las personas privadas de libertad en las américas por medio de sus distintos mecanismos, sobre todo a partir del establecimiento en marzo del 2004 de su relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad ante lo que ha observado que los problemas más graves y extendidos en la región son:
- El hacinamiento y la sobrepoblación
- Las deficientes condiciones de reclusiones tanto físicas como relativas a la falta de provisión de servicios básicos.
- Los altos índices de violencia carcelaria y la falta de control efectivo de las autoridades.
- El empleo de la tortura con fines de investigación criminal.
- El uso excesivo de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad en los centros penales.
- El uso excesivo de la detención preventiva lo cual repercute directamente en la sobrepoblación carcelaria.
- La ausencia de medidas efectivas para la protección de grupos vulnerables.
- La falta de programas laborales y educativos y la ausencia de transparencia en los mecanismos de acceso a estos programas.
- Corrupción y la falta de transparencia en la gestión penitenciaria.
Finalmente, Andrés Pizarro Sotomayor, funcionario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), plantea que los centros penales son el reflejo de la realidad general de los Estados en los que se encuentran. La situación de las cárceles está definida por múltiples factores, como el diseño de la política criminal, la calidad de la administración de la justicia, la legislación penal, los recursos económicos de los que dispone el Estado, su institucionalidad democrática y su capacidad de diseñar e implementar políticas públicas; el grado de profesionalización de las fuerzas de seguridad, la realidad socioeconómica de la población, los índices de delincuencia y la formas cómo operan los grupos criminales.