Ha muerto con Cierra (Cirrosis) en Oruro y ha dejado siete hijitos, dicen que no había mucha gente en su entierro porque pocos la conocían. Ella era una compañera de lucha, al igual que nosotras vendió su hígado por unos pesos y no recibió nada a cambio. Es una pena, pero así terminamos muchas de nosotras, porque dígame usted ¿Quién toma 8 días a la semana?, ¿Quién aguanta el dolor del hígado como un dolor de cabeza?, ¡Nosotras! – Anahí recuerda a su amiga y compañera.
De acuerdo a información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la pobreza extrema en el 2021 alcanzó un 11,1 %, mientras que la pobreza moderada llegó a 36,6 %, según los resultados presentados la mañana del 26 de enero del 2022. La pobreza es una de las causas para que muchas mujeres opten por este trabajo.
Anahí es una mujer de 45 años con semblante alegre y de carácter empoderado. Se la nota así por su forma de hablar y su personalidad combina a la perfección con los 1, 68 cm. de estatura y contextura robusta de su cuerpo. Ella viste una pollera de color rosa y una blusa de color marfil y trabaja como cholita (Denominación étnica que se refiere a las mujeres indígenas y mestizas que visten pollera) desde el 2015, porque así le va mejor, dice ella.
La pobreza, en gran parte de los casos, es el punto de partida para que un gran número de mujeres producentes de lugares dispersos y concentrados de Bolivia lleguen al trabajo sexual comercial y presten sus servicios en lugares cerrados (Dependientes de lenocinios) y en lugares abiertos (Independientes, pero en sitios no autorizados).
Anahí, Andrea y Ana (Nombres ficticios), al igual que otras 20 mujeres que se mimetizan diariamente entre vehículos, puertas y postes de alumbrado público de la calle más larga de la ciudad de Potosí, la calle Bustillo. Por su forma de vestir, ropa casual y pollera, ellas parecen se confunden con vecinas de la zona que salieron a tomar un poco de sol, sin embargo son trabajadoras sexuales independientes.
El trabajo sexual comercial surgió con el mismo ser humano. De acuerdo la tesis de grado «Reglamentación de la prostitución en relación a los derechos humanos» de Bizarroque Hidalgo, esta actividad se visibilizó en el cercano oriente, en Mesopotamia, donde la hospitalidad y la prostitución se relacionaron en los primeros tiempos. En este contexto el servicio sexual era hospitalario, por lo que el viajero podía disponer.
Ni Puta, ni prostituta. La trabajadora sexual es persona mayor de edad y hábil por derecho, que decide de manera libre, voluntaria y autónoma prestar servicios, sexuales a cambio de una contraprestación económica en beneficio único y exclusivo de quien brinda el servicio.
2015 – EL AMBIENTE
Son las 23:00 horas, la actividad comercial nocturna crece minuto a minuto en la zona San Roque, sector norte de la ciudad de Potosí y autorizado para el trabajo sexual. Los taxistas llevan afanosamente pasajeros ebrios e inconscientes por tanto alcohol. En las puertas de los más de doce lenocinios, hay muchas mujeres trabajadoras sexuales; todas ellas visten ropa muy ligera, pese al frío de la noche.
Andrea lleva 8 años de trabajo en el ambiente (Situación laboral de trabajo sexual comercial), los dos primeros años hizo de dama de compañía, pero la falta de dinero y el abandono de su pareja hicieron que después de dos años ingrese de lleno al trabajo sexual en un local donde ejerce esta actividad. Ella es de tez trigueña, mediana y delgada. Esta noche eligió un vestido corto y oscuro ajustado al cuerpo, porque no utilizar falda es sancionado económicamente.
Recuerdo que por aquellos años mi hijo mayor estaba enfermo, no tenía dinero para pagar el hospital. ¡Estaba desesperada! y una amiga me dijo que solo acompañaría a los clientes a tomar y por cada botella ganaría un porcentaje, y me animé y desde aquel día estoy en el ambiente.
De acuerdo al estudio “El Trabajo Sexual y La Violencia Institucional: Vulneración de Derechos y Abuso de Poder” realizado el 2016 por la Onaem (Organización nacional de activistas por la emancipación de la mujer) las trabajadoras sexuales de espacios cerrados, corresponden a un rango de edad de 23 a 29 años, son madres solteras en su mayoría, con 2 hijos como promedio (43%). En su mayoría (57%) ha logrado concluir el nivel secundario. La mayoría de las MTS de espacios cerrados son solteras con un 71% y un 14% son divorciadas y otro 14% son casadas.
En la edad media, en la España de las Austrias durante el siglo XVI, para que una joven pudiese entrar en una mancebía, o casa pública de prostitución, tenía que acreditar con documentos ante el juez de su barrio ser mayor de doce años, haber perdido la virginidad, ser huérfana o haber sido abandonada por la familia, siempre que ésta no fuese noble. El juez procuraba disuadir de los intentos a la aspirante con una plática moral, y si no la convencía, le otorgaba un documento, donde la autorizaba para ejercer este oficio.
Terminó la noche para Andrea, ella hizo 12 fichas (Manillas que son intercambiadas por dinero por consumo de alcohol con el cliente) y dos piezas (Servicio sexual). De acuerdo a sus cálculos debería cobrar 320 bolivianos; 120 por las fichas y 200 por la pieza. A las 03:00 de la madrugada, le pagaron 220 bolivianos, 100 bolivianos fueron retenidos en administración por concepto de la habitación, papel higiénico y por las dos copas de vidrió dañadas, que fueron cubiertos por el cliente. Andrea no reclama, se retira a descansar aturdida por el alcohol.
A las 10:00 de la mañana, despierta en su cuartito 3×4 metros de paredes verdes, rayadas y desgastadas, sus tres compañeras de cuarto siguen dormidas. Ella aún lleva puesto el vestido negro y ceñido de la noche anterior; no tiene ganas de levantarse; está débil y siente un dolor agudo en la parte superior derecha del abdomen, debajo del diafragma y por encima del estómago. Andrea sabe que debe descansar, dejar de beber y olvidar las fichas por un tiempo, porque su dolor es conocido en el medio.
Tomar cerveza en los locales es ley, debemos estar depuestas a tomar y a tomar a cualquier hora y cualquier día de la semana. Por eso no podemos salir de los locales, porque los clientes vienen a cualquier hora y tenemos que hacer manillas, a las locatarias les interesa vender cerveza, aunque estemos mal.
En otro local y en ese mismo instante, Anahí pone los dedos anular y mayor dentro de su boca, hace una ligera presión en la parte posterior de la lengua, donde comienza la garganta. Primera arcada siente que muere; segunda arcada dolor agudo y tercera arcada expulsa los licores. Retorna al local como si no hubiera ocurrido nada sujeta otra copa con cerveza y vuelve a libar para acumular fichas. Anahí desde hace un tiempo apela a los vómitos para aguantar el alcohol y conseguir más fichas.
Anahí y Andrea, ambas están conscientes sobre la delgada línea que existe entre el trabajo sexual, alcoholismo y drogadicción que acabó con muchas otras mujeres en situación de trabajo sexual. Algunas pierden el sentido de la vida y beben hasta olvidarse de las responsabilidades, recuerdan.
Trabajo sexual en espacio cerrado, es la actividad sexual comercial ejercida por mujeres y varones ejercida en lenocinios o establecidos en zonas autorizadas. Existe el control policial y de otras entidades del estado. En estos espacios cerrados existe un alto nivel de inseguridad y de consumo de bebidas alcohólicas.
Trabajo Sexual en Espacios Abiertos, es la actividad sexual comercial ejercida por mujeres y varones en lugares cercanos a alojamientos y pensiones, de preferencia atienden a sus clientes en habitaciones que alquilan en alojamientos. Los lugares donde operan no están autorizados.
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En la edad moderna, en las grandes capitales, como Roma o Venecia, el número de cortesanas era tal que tuvo que ser reglamentada administrativamente bajo la dirección de una mujer a quien se llamaba «Reina», y encargaba de hacer respetar en forma estricta los reglamentos policiales.
La noche, la semana, el mes y los últimos años dejaron de ser favorables para Ana. Hubo noches y hasta semanas donde no hizo ni una sola pieza, por lo que se aferró a generar fichas y consumir una y otra, y otra botella de cerveza. Pese a la estrategia adoptada, los clientes prescindían de su compañía por sus 55 años.
Ana es una mujer sin complejos, de estatura baja y aparente carácter afable. En su habitación sin condiciones de habitabilidad guarda un sombrero borsalino que solo utiliza para retornar a casa. A diario, se hace dos trenzas apretadas con sus cortos y canosos cabellos; viste una blusa cubierta por una chompa que cubre los kilos demás; la pollera es larga y de color marrón y calza sus zapatos de planta baja. Es procedente de La Paz por su acento.
Por aquello años, los vecinos de la zona San Roque de la ciudad de Potosí cansados por los constantes hechos de violencia, delincuencia e inseguridad solicitaron a la alcaldía potosina el traslado de todos lenocinios a otro espacio. Tras varios años de exigencia, esta entidad señaló un plazo y compromisos para el traslado de los lenocinios a Las Rosas, barrio alejado a la ciudad.
Entre los primeros meses del 2015, los lenocinios iniciaron su traslado hasta el lugar autorizado. En esta coyuntura muchos locales aprovecharon la situación para hacer cambios y renovar el personal.
Ustedes ya se buscarán donde trabajar, ya no pueden bajar con nosotros a las Rosas, porque hemos renovado el local y están llegando changuitas (jóvenes) desde Santa Cruz, ustedes ya no pueden trabajar, ya son mayores, mejor búsquense donde vivir. – Con tono imperativo Ana y otras trabajadoras sexuales sobre los 35 años de edad recibieron el comunicado del administrador.
A sus 55 años de edad, Ana quedó sin vivienda, sin trabajo y con un cúmulo de responsabilidades familiares y de créditos bancarios. Ella estaba en dificultades porque había adquirido un terreno con dinero del banco.
Llegué changuita a Potosí y solo trabajé en dos locales. Son muchos años, ya no sé cuantos años trabajé, pero la verdad da bronca como te tratan, bien malos son. Más de 40 años como dama de compañía y ¿Para qué?, no es así a ellos nomás les hemos hecho ganar con nuestro cuerpo. Ahura los locatarios tienen casa, tienen autos, sus hijos bien y ¿nosotras?, – reniega
La actividad sexual comercial en Bolivia se encuentra parcialmente regulada, específicamente por el área de salud, con normas de carácter sanitario y de control, por lo que existe un vacío legal y no regulado sobre los derechos laborales de quienes ejercen dicha actividad.
Mientras, Ana salía de su única fuente laboral, aquella mañana de viernes; Anahí metros abajo estaba apoyada en un muro de adobe; estaba sola con dos bolsos de viaje y en el brazo una cartera que contenía un poco de dinero prestado.
Como en todas las ocasiones, Anahí había retornado a la ciudad de Potosí con la promesa de enviar dinero a sus hijos. Estaba parada frente al local donde trabajo por varios años. No podía ingresar, porque el dolor y la bronca arrastraban y podían más.
Meses antes todo acabó con la invitación de un compañero de trabajo. Aquella noche no había clientes y estaba solo con mis compañeros que me invitaron cerveza como estaba aburrida dije ya. Pero fueron tres a cuatro copas de cerveza y ya no me recuerdo nada.
La mañana siguiente, Anahí despertó desnuda, sin dinero, sin celular y sin la bolsa negra, aquella donde acumuló y guardó celosamente durante varios meses 500 manillas que debían ser canjeadas por 5.000 bolivianos en la administración del local.
Buscó consecutivamente sus pertenencias en sus bolsos de viaje, removió los colchones desgastados una y otra vez. Sus pertenencias habían desaparecido junto a sus documentos personales. Nadie sabía nada; además fue víctima de la ley del silencio que se instruye con rigurosidad en algunos lenocinios.
Anahí decidió no retornar al local, y desde aquel día dejó de justificar las condiciones de hacinamiento de sus compañeras trabajadoras sexuales y tuvo que resignarse a perder sus 500 fichas que significaron haber bebido centenares de botellas de cerveza, sin beneficio.
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Andrea había retornado de un viaje. Molesta iba de izquierda a derecha en el local que abandonó por un mes a consecuencia de su mal estado de salud. Ella por su salud deteriorada no cobró fichas, ni otros servicios.
– ¡Es injusto!, no puede ser que me cobren 1.200 por multas y porque no vine a trabajar; ustedes sabían que me iba a mi casa ¡estaba mal!, por qué 1.800, si me deben 3.000 bolivianos. – Si quieres trabajas si no te me vas. Serás bonita, pero ya eres vieja, depende de vos si quieres trabajas de cero o te quedas sin trabajo – respondió la administradora con la boca llena de comida y dientes amarillos.
Andrea decidió retornar al local, pese a las condiciones injustas. Aquella tarde, tuvo que hacerse a la dormida, se cubrió con unas frazadas desgastadas en una cama en mal estado y lloró en silencio por las injusticias y abusos. No demostró debilidad, ante sus compañeras de rubro.
Según al estudio “El Trabajo Sexual y La Violencia Institucional: Vulneración de Derechos y Abuso de Poder”, los derechos vulnerados con mayor frecuencia son: el derecho al trabajo ya que el no reconocimiento de esta actividad laboral produce en las trabajadoras sufran una mayor vulneración en muchos ámbitos, y por tanto una mayor precariedad en el momento de ejercer su trabajo.
Asimismo, la falta de regulación de la actividad laboral a nivel municipal, deriva, en abuso de poder de la parte fuerte de la relación contractual, es decir de los administradores/as en el caso de los espacios cerrados.
Andrea a finales de enero del 2018, se retiró del trabajo sexual en espacio cerrado. Los frecuentes dolores en el hígado hicieron que retorne a casa de emergencia. En La Paz, un tipo con una bata blanca le dijo que tenía el hígado inflamado por la frecuente ingesta de alcohol, adquirió hepatitis alcohólica y decidió dejar el local.
EN LIBERTAD
En la Edad contemporánea, la prostitución reglamentada se impuso a lo largo de esta etapa, esta institución se generalizó en todas partes y fue considerada por los distintos estados como una necesidad a la que era necesario reglamentar y conveniente sacar beneficios pecuniarios.
Ana, Anahí y Andrea son mujeres que pese a las situaciones que enfrentaron en el 2015 no dejaron el trabajo sexual, y se independizaron y se organizaron.
En dos cuadras de calle final Bustillo de la ciudad de Potosí, 21 mujeres trabajadoras prestan sus servicios sexuales de forma independiente, sin embargo lo hacen enfrentándose a otros retos, porque en la actualidad el barrio donde se instalaron no está autorizado por las autoridades municipales.
Anahí, en la actualidad tiene 45 años, recuerda que la casualidad y una experiencia negativa en su vida la llevaron a independizarse. Fue una compañera que le dio la referencia de una casa donde se pagaba 10 bolivianos por el uso solo del espacio.
¡Por favor!, te lo imploro, déjame trabajar aquí no tengo donde ir. A mis hijos les cortaron la luz, ya no tienen dinero y con dinero fiado he llegado – suplicó Anahí a una mujer de pollera, quien aceptó que ingrese a este espacio.
Anahí, al final del primer día de trabajo independiente, se quitó la pollera, la blusa rosa y se deshizo las trenzas; mientras guardaba el atuendo prestado de cholita a una bolsa negra hacia cuentas mentalmente. En su primer día obtuvo 500 bolivianos que fueron enviados al día siguiente a sus hijos. Su alma estaba arrebatada de esperanza y desde aquel día no dejó la pollera, ni el trabajo sexual independiente.
No vuelvo a los locales, ni que estuviera loca, ¡En ese primer día me fue bien…! por 500 en un local hubiera tenido que tomar 50 botellas de cerveza y sabe Dios si me hubieran pagado completo, recuerda.
Para Ana no fue fácil asimilar que fue rechazada por su avanzada edad. Ella fue retirada de un local a sus 55 años junto a otro grupo de mujeres trabajadoras sexuales. En la actualidad a sus 61 años continúa en esta actividad, pese a los nuevos retos que enfrenta.
Ay no sé, cuantos años ya estoy en el ambiente, pero muy chica comencé y mira así nomás estamos ahura. El trabajo ya no es como antes, hay que estar dispuestas a aguantar todo, a lo pobre nomás. Nuestros clientes son hombrecitos que no tienen mucha plata y hay que aceptar que se puede hacer, cuando queremos cobrar alguito más me dicen que en otro lado hay changuitas y tengo que conformarme. Como hace falta el dinero ni modo.
Ana, con sus polleras largas y zapatos de planta baja, espera todos los días a los potenciales clientes en una puerta desgastada y de color celeste de una habitación con salida a la calle. Muchas veces ella presta sus servicios en cualquiera de los dos moteles cercanos, en otras prefiere utilizar su cuartito, pero cuando lo hace tiene el temor de ser sorprendida por la policía y recibir malos tratos como ocurrió varias veces.
Una vez, ya cuando estuvimos medianamente establecidas, los vecinos ya estaban aceptándonos un grupo de policías llegaron, y nos dijeron que están haciendo; son unas p…. y nos subieron como animales a su auto, sin respeto a que seamos mujeres; a otra de las compañeras la gasificaron, ella se desmayó, así nos llevaron. Los policías vestidos de todo negro son los más malditos, recuerda
Según la percepción de las mujeres en trabajo sexual, tanto de espacios abiertos como cerrados, es totalmente negativa con respecto a la policía y las situaciones donde les toca interactuar con ellos. Sus denuncias van desde la extorsión, violaciones sexuales, violencia física y detenciones.
Los malos tratos están también dentro de la violencia institucional que ejerce la policía, con un trato despectivo y abusivo. Se puede decir que el maltrato es una forma de ejercer poder y control en el momento de realizar las batidas para que en posteriores allanamientos, se puedan conseguir fácilmente extorsionarlas económicamente.
En cambio para Andrea la libertad no fue tan pronta, ella toleró excesos y abusos en su contra en un local de la zona Las Rosas hasta el 2018. Recuerda que dos semanas antes de salir del ambiente, los dolores en el hígado se agravaron y tuvo que dejar este espacio sin dar mayor razón.
Ya va a ser cuatro años de independiente, gracias a las compañeras soy libre; si quiero me voy temprano o no vengo a trabajar, además aquí no se toma eso es lo bueno, mientras abajo – refiriéndose a Las Rosas – tienes que tomar y cuando estas borracha no sabes lo que pasa, porque son los garzones, los que te llevan a tu cuarto.
Bolivia, el sistema que adopta Bolivia es abolicionista, porque reconoce la existencia del trabajo sexual y lucha por su erradicación. Sin embargo no ha dado los resultados deseados no ha evitado la proliferación de infecciones de transmisión sexual. En la actualidad producto de la ausencia de un reglamento basado en Políticas Socio jurídicas destinadas a establecer mecanismos de control más efectivos de esta actividad sucede una serie de violaciones al orden moral sexual, de salud, y bienestar social, lo cual promueve una espiral de violencia que muchas veces es ocultada, favoreciendo así la continuidad de una situación intolerable en un Estado de Derecho.
Las “Trabajadoras Sexuales Independientes Potosí” es una organización social en construcción que aglutina a más de una treintena de trabajadoras sexuales (MTS) comprendidas entre los 40 a 65 años de edad. Todas son ex trabajadoras de lenocinios. En el 2015 fueron retiradas, porque dejaron de ser jóvenes, y los administradores de lenocinios prescindieron de sus servicios.
En la actualidad, más de una veintena de mujeres de las 30 afiliadas a esta organización cumplen en silencio su actividad, porque no quieren visibilizarse provocando altercados a los vecinos de la zona. Ellas establecieron cuatro reglas.
Primero: no consumir bebidas alcohólicas, ni dentro ni fuera de sus habitaciones
Las personas ebrias hacen problemas y pueden decirte que tenían dinero y se haría un escándalo en la calle. Aquí no atendemos en locales sino en nuestros cuartos alquilados o en Moteles de la zona.
Segundo: Todas deben portar y actualizar sus libretas de trabajo sexual en el Centro Departamental de Vigilancia de Referencia del Servicio Departamental de Salud de Potosí.
Tenemos que cuidar la salud y cuidarnos. Debemos cumplir la regulación de las autoridades sanitarias, ellas conocen de la existencia de la organización y nos apoyan con los controles.
Tercero: no robar, ni hacer cualquier cosa que provoque escándalos que deriven en intervenciones policiales.
Cuarto: Cumplir con el rol de acciones sociales en beneficio de la zona.
Por esto de la pandemia desinfectamos las dos cuadras donde ocupamos espacios; los fines de semana barremos la calle. Queremos integrarnos con los vecinos que ya no nos molestan, pero las compañeras dicen que no es tiempo.
Ana, Anahí y Andrea no están felices. Pero se las ve tranquilas por sus mejores condiciones que no existían en otrora. Todas señalan que no rinden cuentas sobre sus ganancias a nadie, sin embargo creen que debe legalizarse el trabajo sexual para que las mujeres de espacios cerrados o abiertos, sean libres y no perseguidas, encarceladas e insultadas, y se evite la violencia.
POR SUS HIJOS
El trabajo sexual en Bolivia, bajo el principio de constitucionalidad, no está prohibido, así lo determina la carta magna que en el ejercicio de los derechos, nadie será obligado a hacer lo que la Constitución y las leyes no manden. Bajo esta lógica el trabajo sexual no se encuentra prohibido y merece la protección jurídica legal de todas las ciudadanas bolivianas residentes en territorio nacional.
No estoy haciendo nada malo, no estoy con el trasero al aire, no estoy robando, no estoy estafando; estoy haciendo mi trabajo aunque sea mal visto por la sociedad, pero vale la pena este sacrificio. Mi hijo mayor ya saldrá de la universidad – ella recuerda entre lágrimas aquel día cuando tuvo que explicar su trabajo a sus hijos y recibió un – ya los sabíamos – y gracias por tu sacrificio.
En cambio los dos hijos de Andrea desconocen el trabajo de su madre, el mayor también universitario, también tiene presente que vale la pena el sacrificio.
Hemos sufrido mucho para tener estas dos cuadras y trabajar de forma independiente, en estas dos cuadras esta nuestras vidas, llegamos jóvenes y nos quedamos pues ante las necesidades de la familia y los créditos bancarios que sacamos para hacer alguito para nuestras wawas – concluye Andrea.