En sus 37 años de vida, Celia Calle, no ha visto llover “tan fuerte” como este año. Su bebé tiene dos meses y afirma que desde que ella nació está lloviendo donde vive, en la comunidad Pananosa, del municipio de San Pedro de Totora (Oruro).

En esa comunidad llovió con intensidad en la última semana de enero, provocando la crecida y rebalse del río, dañó la infraestructura de la escuela y causó la pérdida de cultivos debido al arrastre de tierra y piedras como pudimos constatar durante la visita a la zona la segunda semana de febrero.

El exceso de agua por las lluvias contrasta con la sequía que imperó durante junio y agosto de 2021 en la zona. Según los comunarios la intensidad de las lluvias como de la sequía y la helada ha incrementado en las últimas décadas.

También sienten que hace más calor y que por esa razón se están secando los bofedales, un recurso imprescindible para la subsistencia de ganado camélido, cuya producción sustenta la economía de las familias de ese municipio.

Una situación similar se vive en las comunidades del municipio de Curahuara de Carangas que viven en cercanías del Sajama que ya perdió entre el 30% a 40% de su cobertura glaciar.

Sin tregua por los temporales

Durante la intensa lluvia caída la última semana de febrero, parte de la escuela de la comunidad Pananosa fue afectada. Los comunarios realizaron la refacción, pero esa misma noche volvió a llover provocando mayores daños.

Celia Calle recuerda que debido a la crecida del río los niños no podían pasar hacia su casa cuando iban al colegio o viceversa.

Lo que a ella le preocupa es que perdió sus cultivos de papa y cebada. Debido al exceso de agua la papa se “está pudriendo” y a lo poco que se salvó seguramente la helada le afectará. “Así, ¿Qué vamos a comer? Hay que desaparecer no más”, dice la joven madre, aunque sonríe tras sus últimas palabras.

Cría 38 llamas para la alimentación de su familia. Aunque ya le es difícil sostener a sus animales por la falta de forraje. Sus cultivos de cebada también los perdió por la sequía que afectó la zona el pasado año.

Para Germán Apaza, del ayllu Wara Wara, de la comunidad Pananosa, la lluvia era más suave cuando era niño. Ahora tiene 60 años y ha notado que ha habido un cambio en el clima: “ahora llueve muy fuerte, la helada es más fuerte y la granizada ha aumentado. Los rayos también. Se ha tenido muchos problemas porque mató a unas 40 ovejas y 10 llamas”.

Bofedales, con menos agua y sobreutilizados

Los bofedales en las comunidades de los municipios de Curahuara de Carangas y San Pedro de Totora son sobre utilizados y se encuentran en diferentes estados de degradación, esto genera desequilibrio en la relación suelo, pasto y ganado. El sobrepastoreo y pastoreo por animales que arrancan las plantas de raíz, modifican estos ecosistemas.

Así lo afirma la investigación realizada por Helvetas: “Gestión del agua y cambio climático Estudio de análisis espacial de los bofedales en la región de la mancomunidad Aymaras sin Fronteras”, publicada en 2014.

El estudio señala que la alteración del medio natural está ocasionando pérdida de la vegetación nativa y afectando directamente a los suelos que están sufriendo constantes modificaciones debido a la erosión eólica é hídrica presentes en la zona, que van alterando la fisiografía y reduciendo las zonas de pastoreo natural.

El sobrepastoreo y pastoreo continuo ocasionan compactación del suelo y de la capa orgánica por pisoteo, además, las plantas son consumidas muy tiernas por lo que no completan su ciclo vegetativo, por lo tanto, la producción de semillas es escasa y a veces nula.

Uno de los bofedales donde se alimentan los camélidos que son criados en la comunidad Pananosa.
Uno de los bofedales donde se alimentan los camélidos que son criados en la comunidad Lagunas, ubicada en el Parque Nacional Sajama. Foto: Miriam Jemio

La investigación de Helvetas estableció que la disminución del agua en los bofedales especialmente en la época seca hace que las sales disueltas tengan mayor concentración y eso lleva a afloramientos salinos en sus suelos.

Existe pérdida de áreas en los bofedales por la falta de agua dulce en los suelos y también existe pérdidas de la composición florística por el factor hídrico. Esto por el aumento de temperatura registrado en la región en las últimas décadas.

Las cifras muestran que la pérdida de bofedales es alta en San Pedro de Totora.
  Las cifras muestran que la pérdida de bofedales es alta en San Pedro de Totora.

En dos décadas, de 1991 a 2011, Curahuara de Carangas perdió el 0,3% de sus bofedales, en cambio San Pedro de Totora el 3,4%.

El estudio recomienda realizar un inventario de bofedales; implementar medidas de cosecha de agua a través de zanjas de infiltración, atajados,  qotañas y otros; implementar sistemas de riego y captación de agua para favorecer la humedad y circulación de agua, buscando la eficiencia y de manera permanente; la rotación del pastoreo; así como opciones de fertilización con estiércol.

“Los bofedales son la principal fuente de alimento para el ganado

altoandino y se consideran de inmensa importancia social y económica

para los productores de camélidos. Son hábitats naturales húmedos,

con agua permanente, alimentados de diferentes fuentes como

manantiales, agua de deshielo, ríos y lluvia”.

El impacto del cambio climático en la zona

“Cuando era niño, no se terminaba la nevada del cerro Sajama. Actualmente, en primavera no se ve ese nevado”, afirma Germán Apaza, de la comunidad Pananosa.

Sus abuelos sabían que era tiempo de sembrar cuando se derretía el nevado. Ahora, dice Apaza, ya no se ven los nevados. “Ya no se puede hacer el pronóstico del tiempo porque todo está cambiado”.

Entre otras cosas que han cambiado en las comunidades cercanas al nevado Sajama, producto del incremento de la temperatura, es el caudal de los ríos. Ahora, fluyen menos agua o se desbordan cuando llueve por encima del promedio anual. Ahora, pueden producir hortalizas, hace medio siglo no podían hacerlo porque su clima era “más helado”, según Apaza.

A comunarios como Fabio Rengifo, quien vive en San Pedro de Totora (Oruro), les preocupa el evidenciar que en 2021 solo una parte de nieve cubría el Sajama.  “Los nevados regulan la temperatura. No sé si la nieve va a aguantar este año más. El sol está pegando muy fuerte. Hay horas en que no se puede aguantar el calor, y eso que estamos en el altiplano”, alerta.

El ojo de agua que conservan en la comunidad Crucero (San Pedro de Totora) para usar en el riego de cultivos. Foto: Miriam Jemio.

Rengifo sabe que el calor subirá en los siguientes años y que eso significará menos agua para su ganado. Si pierden el ganado tendrán que migrar para obtener dinero para su subsistencia. “Las comunidades se van a quedar vacías”, dice.

Frente a este panorama, el comunario piensa que se puede hacer un atajado o cavar pozos y forestar sus terrenos; además, reflexionar en que ellos mismos están afectando por ejemplo con la mecanización de su producción.

En la comunidad Lagunillas, del municipio Curaguara de Carangas, prácticamente dentro del Parque Nacional Sajama, Placido Mancilla cría al menos 200 alpacas. Vende su lana y también la convierte en hilo para realizar tejidos. Tiene un ingreso de unos 2.000 bolivianos anuales por la venta de hilo de alpaca.

Este bofedal, ubicado en la comunidad Crucero, presenta zonas completamente secas. Foto: Miriam Jemio

En los últimos años esa su producción ha disminuido porque ha tenido problemas para alimentar a su ganado. “El agua se ha secado y el bofedal también se quiere secar. Antes se ha secado y el ganado estaba muriendo”, cuenta.

En 2021, en febrero llovió dos semanas y muy poco, los bofedales se fueron secando y perdieron muchos animales en la comunidad Lagunillas. Aunque el problema viene de inicios de este siglo, algunos comunarios aseguran que sus ingresos han reducido en 50% por la merma de su ganado, al haber perdido bofedales y cultivos de cebada con lo cual alimentan a sus llamas y alpacas.

Marcelina Vilca Chambi vive en la comunidad Lagunas. Ella ha visto todos estos cambios y lamenta que eso haya provocado la migración principalmente de los jóvenes. Al problema se ha sumado la pandemia por la Covid19, que prácticamente bajó de 5.000 visitantes en 2019 a menos de mil en 2020.

Vilca recuerda que en su niñez el sol no era “tan fuerte” y no tenía que usar ni sombrero, pero ahora ya no puede andar sin protegerse del sol, los charcos de agua se secan en menos de tres días.

“El frío es el doble, el sol es más fuerte, el viento igual hace volar los techos y el Sajama ya no tiene ni nevado”, describe la actual situación en su comunidad. Lo que desea es que se puedan hacer represa o atajados para colectar el agua de lluvia.

Pérdida paulatina del glaciar Sajama

El nevado Sajama, con sus 6.542 metros, es el pico glaciar más alto de Bolivia; su pico está cubierto por un extenso glaciar de más de 130 metros de profundidad, según el Instituto de la Montaña.

Cipriano Mamani asegura que, desde inicios de este siglo, las lluvias han aumentado mucho más, lo que provoca, como pasó a fines de enero, la desaparición de parte del camino que lleva al albergue turístico Tomarapi, ubicado en el Parque Nacional Sajama.

El gigante Sajama visto desde el albergue turístico de Tomarapi. Las lluvias de enero afectaron la vía de esta comunidad. Foto: Miriam Jemio

Investigaciones científicas señalan que el tamaño de los glaciares del nevado Sajama se ha reducido entre 30 a 40%. Por su gran elevación y buen espesor de glaciar, este podría ser uno de los últimos glaciares en mantener su capa de hielo hasta fines de este siglo.

El Instituto de la Montaña asegura que no hay estudios detallados acerca del volumen de agua que almacena en sus hielos el glaciar Sajama, pero se conoce que sus deshielos aportan a los afluentes de la cuenca del Sajama, Tomarapi y Esquillani.

La laguna Huaña Khota se encuentra en la zona y es la fuente más importante de agua para las comunidades aledañas, la vida silvestre y los bofedales que están al oeste y noroeste del Sajama donde se alimentan llamas y alpacas, como los de Mancilla. La ganadería camélida que es uno de los sostenes económicos de la población local.

Ya se toman acciones

El impacto del cambio climático es inminente en la región de los municipios de Curahuara de Carangas y San Pedro de Totora, que colindan con el Parque Nacional Sajama, cuyo gigante nevado está retrocediendo.

No solo en bofedales se evidencia el impacto del clima, también en la pérdida de biodiversidad lo cual, a su vez, repercute en el tema productivo. “

“En el altiplano se guían en el tema productivo por los bioindicadores para ver si será un año bueno, regular, lluvioso o seco. Pero van perdiendo esta certeza porque muchas especies están empezando a cambiar sus hábitos”, afirma Luis Alberto Mamani, técnico de CIPCA.

Esta ONG trabaja en esa región implementando proyectos para hacer frente al cambio climático. Han implementado zanjas de infiltración, proyectos de recuperación de bofedales con especies introducidas como el trébol blanco.

El trébol blanco es una leguminosa que se adapta donde hay bofedales, ayuda a las llamas en la producción de proteína y los camélidos aprovechan los nutrientes.

Mamani afirma que las comunidades ya tienen propuestas para recuperarlos, por ejemplo, con la plantación de especies nativas como la paja brava. Otras familias han empezado a dispersar abono de los animales por las praderas donde no hay vegetación.

Los pobladores de las comunidades Crucero, Pananosa y Lagunas ya saben lo importante que es la cobertura vegetal para poder hacer cosecha de agua.

En ese sentido, ya saben cómo pueden recuperar los bofedales, que son indispensables para la alimentación de su ganado camélido.

Fabio Rengifo Apaza, comunario de Pananosa, afirma que se pueden recuperar realizando cosecha de agua y reforestando. También están buscando financiamiento para construir reservorios de agua más grandes como las represas para aprovechar el agua de la lluvia, que pueden usar para el riego y consumo de los animales.

Rengifo también está preocupado porque la cobertura blanca del Sajama se está perdiendo. “En 2021, mi persona detectó que solo una parte de la nieve protege al nevado y se va a quedar como un cerro y eso preocupa”, dice.

– “No sé si la nieve va a aguantar este año más”

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