El Fondo Concursable para Investigación Periodística sobre el Empleo Juvenil en Bolivia es una iniciativa de la Fundación para el Periodismo y Solidar-Suiza que, por segundo año consecutivo, publicó la separata “Prioridad” y fue distribuido junto al periódico Página Siete. Los reportajes que se presentan fueron seleccionados por su calidad y rigurosidad periodística en el marco del programa. Sus autores recibieron una beca para estimular su realización.
Daniel J. Herrera Tito
Tiene 18 años, su nombre es María Inés, el año pasado salió bachiller y en su dulce sonrisa no se percata de que sus derechos laborales no son respetados, será porque no busca perpetuarse en este cargo, el de vendedora de tienda de ropa, que es un trabajo eventual o de temporada hasta que pueda llegar a ingresar a la universidad, “al año” como ella misma dice.
Es encargada de ventas de ropa americana en la “calle honda” de la ciudad de La Paz, junto a otras chicas de su edad. Así como ellas, miles de muchachas buscan salir adelante con los sueños puestos en sus ojos: algún día salir profesional y lograr contar con un trabajo digno y estable.
Después de la bonanza a la boliviana ¿qué viene ahora?
Si bien Bolivia mejoró sus ingresos por la venta de gas y otras materias primas no renovables en años anteriores, no quiere decir que haya mejorado en su aspecto productivo, lo que habría permitido desarrollar su economía con sostenibilidad, creando empleos seguros.
Empero, estos sectores estratégicos de la economía nacional, que tuvieron alto crecimiento económico como hidrocarburos y minería, sólo absorbieron el 3,5% de trabajadoras(es), según Bolivian Business (Dom. 11 de marzo 2012).
Construir la infraestructura de un país en el rubro de carreteras o aeropuertos, no significa ser un país con una productividad saludable. La creación de nuevos empleos en este período de gobierno, se mueve en niveles disminuidos y poco garantizados, afirmaron especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un encuentro con periodistas organizado por la Fundación para el Periodismo, en agosto de 2015.
Si la bonanza transitó por nuestro territorio y los discursos líricos afloraron, la desesperanza de las jóvenes generaciones pierden el horizonte, junto al deficiente desarrollo de empleo en el país, al no contar con procesos o ejes de industrialización que ayuden a incorporar las manos jóvenes en el empleo.
Según analistas de la economía boliviana (Página Siete, 18 de sept. 2015), ven que la situación del empleo no es mejor y que el desempleo empeorará por la presentación de un proceso de ajuste y desaceleración de la economía mundial, debido a la crisis de China y la baja de los precios de los hidrocarburos.
¿De qué depende la incursión de mano de obra juvenil en nuevos empleos?
Encontrarse en estas esferas de improductividad e informalidad, nos ha ocasionado una situación socioeconómica casi crítica, ya que muchos de las y los jóvenes no cuentan con empleos formales y esto, lógicamente, no les permitirá aportar para sus días de jubilación; es decir, los jóvenes de hoy no alcanzarán aportar para su renta de vejez y se verán en la pobreza casi absoluta, porque el día de la edad más feroz, el de la ancianidad, llegará con seguridad. Sólo el 20 por ciento de este sector social aporta para su jubilación.
En otras palabras, el país no alcanzó a generar nuevos empleos, le faltó transformar y diversificar el aparato productivo nacional que podía haber significado trabajar sectores económicos productivos con miras a abrir caminos que demanden mano de obra calificada, de acuerdo a Silvia Escobar (Bolivian Business. Dom. 11 de marzo 2012).
¿Cuáles las condiciones de empleo de una mujer joven en el país?
La situación social y económica para una joven en el país, entre los 18 y 24 años de edad, empeora por falta de un empleo con derechos laborales garantizados.
Bruno Rojas, especialista en temas laborales del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), afirma que en Bolivia se vive una crisis y pérdida de la calidad de empleo que “golpea sobre todo a las mujeres jóvenes”. En el lado de la informalidad, el empleo creció insosteniblemente; en su mayoría, jóvenes mujeres se emplean en el grupo terciario, vale decir en el sector de comercio y servicios.
De todas las empresas existentes, solamente el 10 por ciento son grandes o tienen ese carácter y, en gran número, las empresas son pequeñas. El 72% de jóvenes trabaja en este grupo de empresas, porque sólo ellas pueden tener la capacidad de emplear a mujeres jóvenes sin experiencia laboral.
Sin embargo, muchas de estas empresas desaparecen cotidianamente por su falta de sostenibilidad y la presión incontrolable del contrabando y del Estado. En esta gestión, hubieron 790 operativos al control de impuestos en comercio y restaurantes, “el cierre de negocios es un golpe al sector privado, no es un acierto”, opina el analista económico Armando Méndez (Página Siete, 18 de sept. 2015).
Esto afecta lógicamente a las jóvenes, pues las primeras armas laborales para obtener un empleo se hallan en las pequeñas empresas o medianas. “Falta mucho en el acceso al trabajo porque las empresas piden experiencia”, afirma este especialista.
Al no existir políticas gubernamentales serias de empleo, el futuro parece desalentador, pero se aprovecha lo que existe delante nuestro, ya sea con emprendimientos propios de inversiones familiares o de grupo, haciendo frente en la informalidad con incursiones en el mercado, ante el miedo de fracasar o lograr el éxito empresarial.
La profesión a una mujer joven no le garantiza un buen empleo
Si bien hay más mujeres universitarias que varones, incluso son más las mujeres que logran el primer título en su grado académico, de acuerdo a los datos proporcionados por la Universidad Pública Boliviana (UPB), a la hora de hallar empleo, la figura se torna gris. Las mujeres profesionales llegan a constituir el 23 por ciento de desempleo con relación a los varones que registran un 19 por ciento, según el CEDLA.
Otro dato para analizar en el ámbito de género y empleo, es que a la hora de alcanzar un cargo jerárquico en una empresa, casi siempre tienen prioridad los varones; pues, las empresas prefieren a hombres en colocaciones de cargos gerenciales, y a las mujeres les están destinados cargos administrativos y de servicio. Aunque, según la gerente de recursos humanos de Ketal, prefiere a mujeres en cargos de responsabilidad en muchas secciones porque “son más responsables y rendidoras que los varones”.
Es decir que en el caso de que existiera discriminación por raza, ésta tal vez se mueve en lo oculto de nuestra sociedad boliviana; sin embargo, más peligroso es el aspecto sexista de la discriminación laboral, ya que los datos nos alertan de ello. Un sesgo sexista, sin duda cabe, tal como lo afirman los especialistas del BID, es preocupante, porque se descubre que a los futuros profesionales, se les reserva un cargo jerárquico a los varones en un 48 por ciento frente a un diez por ciento para las mujeres.
Confabulando contra los sueños de las jóvenes
Por más que el gobierno asegure un índice de desempleo bajo, la realidad es otra, puesto que reparticiones del Estado boliviano, como el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, así como el Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, frente a la problemática del desempleo juvenil, tratan de atender la situación, prometiendo una ley donde se obligue a las instancias públicas y privadas garantizar la contratación de jóvenes menores de 30 años, esto emergente de un encuentro nacional de juventudes, realizado recientemente en la sede de gobierno (Página Siete, 18 de septiembre 2015, p. 3).
Mientras esto pasa con la cruda realidad socioeconómica del país, María Inés desconoce los aspectos que hacen a la situación de las mujeres jóvenes y el desempleo, pero los años pasarán recorriendo sus sueños, hasta algún día tener algo con qué defenderse en la vida.