¿Cómo se te ocurrió la idea de dedicarte a las noticias falsas después de una carrera muy exitosa como periodista?
“Fue un poco fruto de la obligación. Porque hace un año, DPA decidió cerrar el servicio internacional en español y todas las personas que trabajaron allí se fueron a la calle de un día al otro. Fue un momento en el que tenía que orientarme un poco dentro del periodismo y buscar nuevo trabajo. En DPA ya había cierto contacto con la verificación porque DPA en Alemania tiene un departamento de verificación y con el servicio en español habíamos entablado un cierto vínculo para saber cómo trabajan ellos. Me llamaba la atención y pienso que es uno de los sectores más prometedores a la mismo en el periodismo, también necesario porque hace un labor social para la sociedad y conocí el trabajo de maldita.es. Tuve la fortuna que estaban creciendo y pude encontrar allí un hueco.
¿Hubo un detonante o un mensaje falso que te molestó en particular?
No, me molesta un poco en general todo que lo circulaba y a veces también por los medios de comunicación que deberían hacer un poco mejor su trabajo a la hora de informar y transmitir ciertos contenidos.
¿Qué peligros implican las campañas de desinformación para el paisaje periodístico y un sistema democrático?
Para la democracia, yo creo que puede socavar sus principios. Por ejemplo en España hemos visto durante las elecciones era mucha desinformación, muchos bulos, que hablaban que había ido un fraude electoral utilizando datos absurdos y haciendo cálculos para intentar demostrar que se había perdido votos por el camino. Si eso empieza a circular y la gente se empieza cuestionar si su sistema electoral y democrático funciona bien, tenemos un problema. Pasa lo mismo con la migración, circula muchísima desinformación que los migrantes se lleven las ayudas, que los migrantes están gastando el dinero de la sanidad. Es importante que alguien sepa distinguir, se pare y verifique que parte de la información es real y que parte no lo es y que explique a los ciudadanos como funciona el sistema de salud, a que ayudas optan los inmigrantes o los españoles y si lo optan en las mismas condiciones.
¿Cómo puede una sociedad y sus periodistas protegerse de la inminente era postfactual?
Para mi la solución es más educación a todos los niveles, desde los niños en el colegio. Creo que se tiene que darles una educación en la que les enseñe autorizar las redes sociales a consumir información. Recibimos más contenidos y más información que nunca, pero también la consumimos de una manera muy diferente. A veces nos quedamos solo en el titular, entramos a leer y nos cuesta mucho leer tres paráforos de una noticia, entonces hay que educar a los niños a que sepan distinguir lo que es una información fiable. Hay que enseñarles a consumir bien y saber distinguir en todos los niveles porque las redes sociales es todavía algo relativamente nuevo y tenemos que acostumbrarnos y saber cómo utilizarlas. También la gente mayor, la gente de de todas las edades.
¿Los medios de comunicación y las organizaciones que luchan contra las campañas de desinformación reciben suficiente apoyo del Estado?
Creo que no, podría haber recursos financieros. Pero el problema de esos, si existen, es que tienen que ser imparciales y los verificadores o los medios de comunicación no pueden estar atados al gobierno o a instituciones públicas que les den dinero. Tienen que poder trabajar con independencia y tiene que ser con la garantía que no vas a coartar tu manera de trabajar verificando unas cosas y otras no. La línea es delicada. Creo que si, tiene que haber apoyo y también a la educación con la alfabetización mediática en las escuelas y también para gente adulta. Después, parte de la responsabilidad que tienen los gobiernos es no contribuir a esa desinformación y cuando un periodista le pide un dato o le piden información, darse la y ser transparentes.
¿Qué intereses y qué personas están detrás de la difusión deliberada de información falsa para manipular la opinión pública?
No hay una respuesta clara a esta pregunta. Si, hay indicios que políticos y partidos políticos a veces dicen datos incorrectos y eso vemos en todos los partidos y líderes políticos, otros más, otros menos. Pero si, hay veces que se hacen eco de una desinformación, la amplifican y la comparten sin tener datos de que eso sea así. Incluso hemos visto casos cuando partidos políticos han compartido una información que ya hemos desmentido y la han hecho repetidamente. Creo que allí hay una falta de responsabilidad.
¿Piensas que la necesidad de verificar y falsificar noticias falsas aumentará en los próximos años?
Ójala (sonríe). Es muy paradójico porque nuestro objetivo sería quedarnos sin trabajo porque no fuese necesaria. Pero por desgracia, creo que durante un tiempo vamos a tener que convivir con ello y esperamos que la educación aumente lo suficiente o que la gente tome conciencia lo suficiente para que ellos mismos puedan diferenciar. Al mismo tiempo, los medios de comunicación tienen que trabajar por recuperar la credibilidad y por ganarse la confianza de la gente, por ejemplo, admitir y corregir errores o solamente explicar lo que se sabe y lo que no se sabe.
¿Qué consejos puedes dar a los destinatarios de noticias para que no se dejen engañar por informaciones falsas y las reconozcan?
Si, por ejemplo si te llega una captura de pantalla de una persona conocida con una frase entre comillas al lado, ten cuidado porque puede ser mentira y salir de la nada, incluso pasa con frases históricas. Busca si la frase viene de un sitio fiable como una entrevista con esa persona que han hecho en un medio de comunicación que tu conozcas. Todo lo que viene como captura de pantalla que por ejemplo parece la página de periódico, metelo en Google y mira a ver de dónde sale y si existe.
La entrevista fue realizada por Aaron Wörz.