Narcotráfico
Legalización como solución al fracaso de la guerra contra las drogas
Al seguir el rastro del narcotráfico, las políticas internacionales y domésticas de prohibición, parecen estar mal encausadas.
Beatriz Souviron Crespo
La hoja de coca se consume en los Andes desde hace unos 5.000 años.Los pobladores han utilizado las hojas de coca masticadas como estimulante para combatir la fatiga el hambre y la sed, para combatir el mal de altura, como anestésico para aliviar el doloresy otros usos medicinales tradicionales, además de su uso en rituales religiosos.
La utilización de la hoja de coca para elaborar cocaína es un fenómeno relativamente nuevo e importado de otras culturas.Se inventó en Alemania a fines del siglo XIX, se utilizó en soldados durante maniobras bélicas, ,Freudlautilizó en su práctica médica y escribió varios artículos iniciando el uso médico y recreativo de la droga. Se utilizó legalmente en Europa y Estados unidos hasta inicios del siglo XX, en que la coca se ha convertido en una planta prohibida por culpa de la cocaína, una droga euforizante que se vende a muy alto precio en los países desarrollados.
La aplicación de las primeras leyes prohibicionistas podía haber sido bastante irregular a nivel internacional, pero Inglaterra sugirió incorporar los acuerdos de La Haya dentro del Tratado de Versalles —el que puso fin a la Primera Guerra Mundial en 1919—, con lo que se consiguió que los países firmantes del mismo, suscribieran el acuerdo firmado por unos pocos en 1912. Los subsiguientes tratados internacionales sobre drogas han ido incrementando la prohibición, hasta que la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 decretó también la prohibición del uso de la hoja de coca, excepto para fines médicos y científicos.
Análisis y argumentos para la legalización.
No existían hasta entonces narco estados, es la prohibición internacional la que los crea a partir de entonces. Y los cárteles se forman a partir de la guerra declarada contra el comercio de estupefacientes en la década del los 70. Los efectos de la misma, son cientos de miles de víctimas, producto de una guerra perdida desde su concepción.
Según Christine Renaudat y Vincent Taillefumier en su libro Odisea de un gramo de cocaína[1], “los carteles se organizan a partir de 1970, en momentos en los que el presidente americano Richard Nixon declara la “guerra a la droga”. Una nueva guerra mundial, sin duda la más larga, inútil y costosa de todas, comenzó́ oficialmente. Hoy, según estudios, las drogas ilegales se volvieron la mercancía con el más alto volumen de negocios en el mundo, detrás del petróleo.
Tom Wainwright en el libro Narconomics señala que en la práctica, las drogas tienen que pasar por una cadena de valor agregado antes de alcanzar su precio final en la calle. Cuando se trata de mostrar los éxitos de la interdicción, se valoran los cargamentos confiscados en origen, al precio final de la calle en los Estados Unidos o Europa, es decir, cientos de millones de dólares. Pero esto es falso. “No comprender la rentabilidad del comercio de drogas —y seguir citando cifras de fantasía, a la hora de anunciar resultados de la interdicción, ha condenado a los gobiernos a derramar dinero y vidas en políticas que no funcionan.”[2]
Explica que en el origen de la cadena de producción, el lado agrícola de la industria de la cocaína es manejado principalmente por agricultores normales, que serían igual de felices cultivando tomates o plátanos, si se los pagaran tan bien como la coca. Los cárteles de la droga, forman un monopsonio, es decir, son los únicos compradores de la coca excedentaria. La solución económica obvia sería crear más competencia en el mercado de compra de la coca, dando así más clientes potenciales a los agricultores y obligando a los cárteles a pagar un precio de mercado por el producto. Pero sólo hay un pequeño problema: dado que la coca es ilegal en la mayoría de los lugares, los gobiernos no pueden hacer mucho para aumentar la competencia en el mercado mientras mantengan la prohibición sobre la hoja.
Si el costo de producción de la hoja sube —ya sea por la erradicación, una plaga o cualquier otra cosa— serán los agricultores los que asumirán el costo, no el cártel. No es que la estrategia de erradicación no esté teniendo ningún efecto. El problema es, más bien, que su impacto lo sufren las personas equivocadas, cualquier deterioro de las condiciones de cultivo de coca simplemente vuelve más pobres a los agricultores pobres, sin mucho efecto para disminuir las ganancias de los cárteles o subir el precio de la cocaína para los consumidores.En Estados Unidos, el gramo de cocaína pura no ha variado mucho durante las últimas dos décadas, a pesar de los miles de golpes de machete y litros deherbicida que han sido utilizados.Por cada hectárea de coca que ha sido envenenada, quemada y rociada con herbicida, los agricultores han plantado más arbustos para reemplazar los que han sido destruidos. Es el efecto globo”: si lo presionas por un lado, crece por el otro. Y en esto no se incluye en costos sociales o ambientales de estas políticas.La diferencia entre el precio “a la puerta de cultivo” de la hoja de coca y el precio final de venta al por menor de la cocaína genera un incremento de más del 30 mil por ciento.
Según Wainwright, son los esfuerzos de los organismos encargados de hacer cumplir la ley los que provocan que un simple producto agrícola, que desde su origen no cuesta más que el café, valga más que su peso en oro al momento de llegar a Europa o a Estados Unidos. Mientras las agencias antinarcóticos sigan centrando su objetivo en las primeras etapas de menor valor de la cadena de suministro de la cocaína, los cárteles de drogas no tienen que preocuparse mucho por sus saldos finales.
Renaudat y Taillefumier citan algunas frases de García Márquez al respecto:
“La prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio de la droga, y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles. (…)
La polémica sobre la droga no debería seguir atascada entre la guerra y la libertad, sino agarrar de una vez al toro por los cuernos y centrarse en los diversos modos posibles de administrar su legalización.
Es decir, poner término a la guerra interesada, perniciosa e inútil que nos han impuesto los países consumidores y afrontar el problema de la droga en el mundo como un asunto primordial de naturaleza ética y de carácter político.”
Violencia y consumo al alza no parecen perturbar a los voceros de la ONUDC. Antonio Maria Costa, su director hasta 2010, llegó a saludar la guerra entre carteles mexicanos como “una bendición para Estados Unidos”. “La sequía de cocaína provoca niveles bajos de adicción, altos precios y dosis menos puras”, explicó. La guerra le parecía justa y hermosa: se mataban narcos latinos malos, para mayor protección de los kids del norte. [3]
La tendencia del consumo de estupefacientes en el mundo va en aumento, a pesar de los presupuestos desplegados en todos los países. Nuevos mercados aparecen para la cocaína al tiempo que el uso de drogas sintéticas progresa. Los organismos internacionales como la ONUDC, dominados por los países de mayor consumo y empeñados en la prohibición siguen justificando el desangramiento social y la violación a los derechos humanos lejos de sus fronteras, a pesar de los efímeros resultados.En este camino escogen entre los indicadores existentes el que mejor sirva a su discurso, si no sirve, se descarta o se maquilla.
En Narconomics se explica que al seguir el rastro del narcotráfico, las políticas internacionales y domésticas de prohibición, parecen estar mal encausadas. Hay bastante evidencia de que los esfuerzos oficiales para hacer frente a la industria de las drogas han incurrido en cuatro graves errores:[4]
- La obsesión con el suministro.-Mientras que en la guerra contra las drogas la atención se centra en el lado de la oferta, existen argumentos abrumadores para priorizar el lado de la demanda.El costo de la hoja de coca es demasiado bajo como para tener un impacto en el precio final de la cocaína. Si el lado de la oferta va a ser atacado, debe serlo al final de la cadena, en el mundo desarrollado, donde el producto es lo suficientemente valioso como para que al confiscarlo se cause daño económico a quienes lo venden. ¿Qué sucedería si los gobiernos se enfocaran, en cambio, en el lado de la demanda?Se tiene evidencia de que las políticas que priorizan la salud pública, como la prevención y la rehabilitación, hacen caer la demanda.
- Ahorrar dinero al comienzo y pagarlo más adelante.-La rehabilitación y los tratamientos para adicciones están entre los primeros programas que se recortan del presupuesto cuando éste es limitado, mientras que la acción directa contra los delincuentes parece disfrutar de un gasto sin fin. Cuesta menos dinero sacar a alguien de las drogas y conseguirle trabajo, que lo que cuesta perseguirlos.
- Actuar de manera nacional contra un negocio global.- Históricamente, la mayoría de los países han caído en una de tres categorías: aquellos en los que se produce la droga, aquellos en los que se trafica o aquellos en los que se consume. Esto le ha permitido a los gobiernos, y a sus electores, ver sólo un lado de la industria de las drogas. Los países consumidores, que sólo quieren evitar que las drogas alcancen sus costas, han abogado para que los ataques al tráfico sean tan severos como sea posible y que se realicen en el punto más bajo de la cadena de suministro, aunque no resulte muy efectivo.
- Confundir la prohibición con el control.- Final del formularioSi uno realmente quiere tener las drogas bajo control, sacar del negocio a los cárteles y proteger al público, la prohibición no es la mejor forma para lograrlo. La prohibición de las drogas, que de entrada parece sensato, le ha otorgado los derechos de una industria multimillonaria a las redes de crimen organizado más despiadadas y violentas del mundo. Entre más he aprendido sobre la forma en que hacen negocio los cárteles, más me pregunto si la legalización, lejos de ser un regalo para los gánsteres, sería su ruina.
¿Para quien es el beneficio?
Por otro lado, el lavado corrompe el sistema bancario en todas partes, reconoció́ la ONUDC en un informe sobre las mafias transnacionales. Muy pocas instituciones financieras con renombre internacional no han estado involucradas en esos escándalos. La ONUDC estimó que la crisis mundial de crédito en 2008, se resolvió́ en parte gracias a los traficantes. Según sus informaciones, préstamos interbancarios financiados “por el dinero de la droga y otras actividades ilícitas” permitieron salvar a varios establecimientos. “No es cierto que las mafias busquen a los bancos para invertir, el sector bancario busca a las mafias.” [5]
Otros actores que se benefician y se han beneficiado de la interdicción son la industria de las armas, el terrorismo, las guerrillas y la lucha contra el comunismo.
Conclusiones
Por primera vez desde 1970, varios países del continente americano abogan por un cambio en la guerra que cuesta tanto al contribuyente y enriquece tanto a los vendedores de armas. Intelectuales, economistas y hasta jefes de Estado sugieren que hay que buscar la manera de detener la matanza. En el mundo, responsables de todos los sectores hablan de despenalización de las drogas. No todas, de pronto, y no para todos, pero la idea avanza.“[6]
Un ejemplo de esta tendencia es que el actual gobierno boliviano presidido por Evo Morales se retiró al país de la Convención Única sobre Estupefacientes en 2011 y lo volvió a suscribir en 2013, enmendado con una reserva sobre la masticación de la hoja de coca, práctica tradicional de la población boliviana, protegida dentro de su Constitución. Esto responde también a la irracionalidad de incluir a la hoja de coca dentro de la lista de sustancias controladas de la convención.
De hecho, ya hay varios intentos en los países desarrollados, para introducir políticas que promuevan la salud pública y pongan en primer plano a la salud, en vez de la prohibición. En Reino Unido, Canadá, y Australia se han dirigido documentos, debates parlamentarios y esfuerzos de ONG´s en esa dirección.
Christine Renaudat y Vincent Taillefumierconcluyen: Si se quiere resolver el problema de la droga, hay que legalizar todo el circuito, del productor al consumidor, para que el producto sea lo más limpio posible. Hay que imaginar un marco regulado: una o varias entidades pueden estar encargadas de producir la cocaína de manera profesional, bajo el control de calidad de las autoridades. El sentido común las impulsaría a producir y vender una “buena” mercancía: ¡sea público o privada, ninguna empresa busca la muerte de sus clientes! Algunos analistas van más allá́ y anticipan que estas empresas o instituciones seguramente buscarían minimizar al máximo les efectos indeseables de sus productos para la salud. [7]
Fuentes:
Tom Wainwright. Narconomics: Como administrar un cartel de la droga. Edición en español.
Odisea de un gramo de cocaína ChristineRenaudat y Vincent Taillefumier
Vivants! – 2013
https://sencanada.ca/content/sen/committee/371/ille/presentation/mathias-e.htm
www.drugpolicy.org.au/prohibition_does_not_protect_our_children
J. C. RUIZ FRANCO Cuando la cocaína era legal: breve historia de la falopa
[1]Odisea de un gramo de cocaínaChristine Renaudat – Vincent Taillefumier. Vivants! – 2013
[2]Tom Wainwright. Narconomics. Introducción.
[3]Renaudat y Taillefumier. Op.cit.
[4]Tom Wainwright. Op.cit. Conclusiones
[5]Renaudat y Taillefumier. Op.cit.
[6]Renaudat y Taillefumier. Op.cit.
[7]Renaudat y Taillefumier. Op.cit.
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