Los medios para alfabetizar

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Página Siete

Desde hace muchos años, los entendidos en educación debaten, sin mucho éxito, sobre cuál es la mejor forma de crear escuelas que estimulen el pensamiento crítico y formen ciudadanos -en el sentido amplio de la palabra- que respondan a las necesidades de las sociedades. Si se hace algo de memoria y se analiza, por ejemplo, la educación que recibieron nuestros padres o abuelos, se constatará que la escuela tenía una visión vertical y sumamente arbitraria de la educación. «La letra entre con sangre», decían algunos educadores.

Hoy en día las cosas han cambiado, aunque aún subsisten ciertas posiciones que se inclinan por la enseñanza centrada en el docente y no en el estudiante. Sin embargo, todos, o casi todos, coinciden en que la enseñanza y la escuela deben acercarse más a la realidad de los estudiantes, que se debe pensar en ellos y que las sesiones en las que el docente dictaba la clase han llegado a su fin.

Es por ello que las nuevas metodologías de enseñanza, centradas siempre en la práctica y en la reflexión, son bienvenidas, y en este marco se inscribe la propuesta de la Fundación para el Periodismo que junto con el Ministerio de Educación impulsan la difusión de la pedagogía denominada «Alfabetización en Medios», que pretende estimular el pensamiento crítico, el espíritu creativo y la consolidación de valores democráticos en los estudiantes.

En el marco de ese programa, se presentó recientemente el libro Sala de Redacción 3: Principios Básicos de Alfabetización en Medios de Comunicación,  Guía Práctica para Maestros y Estudiantes, que la Fundación para el Periodismo tradujo del inglés y adaptó a la realidad boliviana con el apoyo del European Journalism Centre. El texto fue originalmente escrito por periodistas y comunicadores macedonios, quienes implementaron en su país un programa similar al que se desarrolla en Bolivia.

El texto, fuera de sus alcances pedagógicos, da cuenta de lo que sucede en los medios de comunicación y cómo deben «leerse» sus productos. Es decir, que los estudiantes entiendan cómo se elabora la información y los estereotipos que crean y reproducen los medios. En este marco, se crearon las actividades «Periodistas por un día» y «La entrevista que siempre soñé», en las que los estudiantes pueden «ponerse en los zapatos» de los periodistas y constatar las forma en la que se procesa la información.

Esta clase de iniciativas no sólo deben reforzarse, sino también, en lo posible, replicarse. Las mismas constituyen un acierto del Ministerio de Educación. No en vano, Nelson Mandela señaló que «la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».

Hoy  las cosas han cambiado, aunque aún subsisten ciertas posiciones que se inclinan por la enseñanza centrada en el docente y no en el estudiante.

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