Testimonios.- “Mi papá pega a mi mamá y yo la defiendo, pero él no me quiere, me quedo llorando de rabia”, es el testimonio de un alumno de cuarto básico de primaria de la comunidad de Yesera Norte quien representó en un dibujo su dolorosa realidad. Las gráficas presentadas en este trabajo son representaciones efectuadas por niños de la zona rural de Tarija en las que dan una muestra de la realidad que les toca aguantar.
Trabajo especial realizado por los alumnos de la U.E de Yesera Norte
Un hombre acostumbrado a pegar a su hijastro bajo el silencio de la madre, una mujer que incluso tuvo que dormir en el río junto a sus hijos para evitar los golpes e insultos de su marido borracho y una madre que cansada de ser objeto de golpizas fugó con su hijo siendo hoy víctima de amenazas, son tres de las historias recolectadas en el norte de la provincia Cercado de Tarija, casos que nunca llegaron siquiera a una audiencia en la Justicia, ésta es una pequeña radiografía de lo que sucede en el campo respecto la violencia intrafamiliar, pese a la promulgación de la Ley 348 que penaliza el maltrato físico y psicológico a la mujer, cuya normativa no pudo ser aplicada en una sociedad todavía machista.
Situación en el área rural
Del total de casos denunciados en el Servicio Legal Municipal, SLIM Tarija, un 15 % de las denuncias de agresiones físicas provienen del área rural, siendo la mayor parte, según pudo constatarse en consulta a las autoridades de turno, silenciadas por temor a represalias.
En los peores casos hay mujeres que fueron entrevistadas y que aseguraron estar acostumbradas a la violencia física y psicológica porque es su deber acatar las órdenes y placeres de sus maridos, haciendo alusión a una antigua costumbre machista, desaparecida en otras sociedades, pero muy vigente en Bolivia, especialmente en el área rural.
En el campo, los directos responsables para atender las denuncias de violencia intrafamiliar son las autoridades y dirigentes de la comunidad.
Así hizo entrever, el responsable de la Jefatura del SLIM Tarija. “No estamos yendo al área rural, porque creemos que son las autoridades comunales las directas responsables de ejecutar (acciones) de acuerdo a la ley por usos y costumbres”.
Sobre este tema se hizo el intento de hablar con el actual corregidor de Yesera Norte, Delfor Tárraga, quien lamentablemente se fue a la Argentina hasta finales del mes de enero del próximo año, algo insólito, pues no existe autoridad competente en esta región para atender cualquier tipo de denuncia que se presente al interior de la comunidad.
En este mismo sitio pudo realizarse un sondeo de opinión a unas 10 madres de familia y 10 jóvenes, todos los consultados respondieron que no tienen conocimiento de la Ley 348 que garantiza a la mujer una vida libre de violencia.
Pudo evidenciarse que hasta la fecha no fue realizada una sola capacitación respecto a esta Ley y los derechos que tienen las mujeres.
Ésta es la realidad del área rural, no existe incentivo a la institucionalidad de sus organizaciones locales y las instancias gubernamentales evaden sus responsabilidades a título de que en las comunidades campesinas se manejan por usos y costumbres, donde los dirigentes y la misma población de la comunidad tratan de resolver sus problemas en la medida de sus posibilidades, esto marca la diferencia todavía excluyente de la realidad del campo con relación a la ciudad.
LEY 348
El nueve de marzo de este 2013 fue promulgada la Ley 348, denominada: Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, ya pasaron siete meses de la normativa en vigencia y pocos son los que siquiera saben de su existencia.
Esta normativa define la erradicación de la violencia como un tema de prioridad nacional y como un problema de salud pública, desde un enfoque de prevención, protección de las mujeres en situación de violencia y la sanción de los agresores.
En el Municipio de Cercado Tarija solamente 4 casos fueron derivados a prisión al penal de Morros Blancos, aunque, los imputados no permanecieron más de dos semanas en el recinto carcelario, tras salir vencedora la defensa en las audiencias de apelación.
La Suboficial Luisa Corrillo de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia, FELCV, informó que “con esta ley detuvimos a tres agresores en la EPI 4 (Estaciones policiales integrales) y uno en la de Lourdes” de la ciudad de Tarija.
Corrillo develó que la mayor parte de estos casos son consecuencia de anteriores agresiones, por ejemplo, padres que suelen ser violentos con sus hijos y esposas, porque este tipo de accionar lo ven regular, debido que sufrieron traumas similares en su niñez.
La anterior Ley de Brigada de Protección a la Familia 1672, que pretendía erradicar la violencia en el seno de la familia, no tipifica a la agresión contra la mujer como delito, lo cual sí se endurece en la actual norma al estar penalizada.
Ley sin mecanismos para erradicar violencia en el área rural
En el área rural existen mayores dificultades para que la gente pueda sentar las denuncias, de acuerdo a la Ley 348, las autoridades comunales, corregidores y secretarios generales de las federaciones de campesinos, son los principales responsables de recibir las denuncias y pasarlas a la instancia correspondiente, pero para fungir esta función deben ser capacitados, situación que todavía está en proceso y que recién inicia en noviembre, confirmó el psicólogo, Héctor Rodríguez del SLIM Tarija.
“Para ser honestos no hemos salido al área rural y recién desde noviembre vamos a socializar la Ley”.
Testimonios que alarman
Más de 11 testimonios de niños, adolescentes y mujeres agredidas pudieron ser colectadas en el área rural de Cercado que dan una pequeña radiografía de la situación de la violencia intrafamiliar en el país, pues esta situación se repite tanto en el Occidente como en el Oriente.
“Me pega porque me quiere”, es una frase común en Bolivia, cuando a algún noble ciudadano se le ocurre defender a una mujer que está siendo golpeada por su pareja; sin embargo, el defensor termina siendo dañado por la víctima y el atacante.
Uno de los casos sobresalientes es el de María (nombre ficticio para proteger a la víctima) una mujer de 51 años de Yesera que vivió 32 años al lado de su esposo siendo víctima de agresiones físicas y psicológicas.
Por la violencia y falta de recursos sus dos hijos escaparon por la frontera hacia la Argentina, lugar en el que ambos se casaron y tuvieron hijos, uno de ellos heredó la conducta de su padre al pensar que es normal agredir a su pareja, separándose de su mujer y enviando a los hijos con su madre que viene a ser la abuela de los mismos. María aún sigue siendo víctima de violencia como lo son también las esposas de sus dos hijos.
Otro caso que llamó la atención es el de un adolescente de 13 años, quien dentro de su escuela ubicada en el área rural de Tarija, es considerado uno de los más violentos, conducta que heredó de su padre, que según revelación del propio niño, golpea a su madre.
Incluso la vecina de este joven contó que recientemente a la madre le detectaron un tumor en el estómago, “por tantos golpes”, asegura la denunciante; sin embargo, la mujer sigue viviendo en el mismo techo bajo amenaza de su pareja.
“No seré feliz hasta verte muerta”, fueron las palabras que el adolescente escuchó en reiteradas oportunidades decir a su padre.
Las trabajadoras del Defensor del Pueblo en Tarija constataron según la información que reciben que los casos de violencia de mayor gravedad vienen de familias separadas, especialmente de padrastros a los hijos de su pareja, peor cuando son mujeres, siendo en la mayoría de los casos violadas sexualmente.
En el caso de agresiones sexuales, no son formalizadas las denuncias, lo que deja casi sin competencia a las autoridades, pues sólo se basan en supuestos, aunque los mismos comunarios, aseguran que este tipo de hechos ocurren cotidianamente.
Un adolescente de 15 años quien radica en la comunidad de San Lorencito reveló que cuando era niño iba a la escuela temeroso, porque todos los días su padrastro lo golpeaba, además de recriminarle a su madre el porqué vivía con ellos, sin que ella reaccionase para ayudarle, por temor a ser también víctima de agresiones.
Un día cansado de tanta violencia se escapó a la casa de sus tíos donde vive actualmente.