Denisse Arancibia, cineasta boliviana cuyas propuestas interpelan al sistema
(foto: Opinión, vía Facebook)
La boliviana Denisse Arancibia Flores, actriz y directora de cine y teatro, conversa con la Red de Periodismo para una Vida Libre de Violencia sobre el potencial que tiene el cine como herramienta de transformación. Entre otros, afirma que jamás se identificó con las formas en que el séptimo arte representó y representa a las mujeres, razón por la cual crea y propone personajes disidentes.
Por Josué Daza
Edición: Patricia Cusicanqui
La directora, guionista y actriz Denisse Arancibia Flores (La Paz, 1982) reflexiona acerca del cine boliviano hecho por mujeres, “desde su propia visión y para contar sus propias historias”. Reivindica las artes como un mecanismo de interpelación al sistema, pero considera que, lejos de etiquetar o encasillar las diversas propuestas en algún género o postura político-filosófica, el público debería acercase a ellas sin preconceptos.
Su película, Las Malcogidas (2017), que protagoniza y dirige a la vez, ganó el premio a Mejor Largometraje del Premio Plurinacional Eduardo Avaroa (2018). Además, fue proyecto ganador del BolivaLab 2010, y distinguido en el primer foro de coproducción del Festival de Cine de San Sebastián – España.
Como reseña la página del Festival de Cine de Madrid, Las Malcogidas narra la historia de Carmen, una mujer con sobrepeso que jamás experimentó un orgasmo y está enamorada de su vecino Álvaro. Vive con su delgado hermano Honorio, quien se hace llamar Karmen con “K”; y con su narcoléptica, bulímica y gordofóbica abuela Carmen, quién asegura que todas las mujeres de su familia son genéticamente anorgásmicas. Carmen intentará complacer a su abuela bajando de peso y sobre todo intentará combatir la maldición familiar para lograr, por fin, tener un orgasmo.
Una de las escenas de la producción cinematográfica (foto: internet)
— ¿Cómo podemos entender el cine feminista?
El feminismo es una postura política, filosófica y social en la vida de muchas mujeres. Así que, es difícil casarla con las artes como si fuera un “género”, como quién dice “cine de terror” o “cine negro”. El feminismo puede aparecer implícitamente a través de las propuestas artísticas de diferentes realizadoras mujeres que comulguen con dicha postura y movimiento social.
— ¿La producción cinematográfica boliviana incorpora esta noción?
Hay cine hecho por mujeres, cada vez un poco más. Años atrás era muy escaso. Dicho eso, puede o no ser cine feminista, dependiendo de la postura de las directoras, guionistas y productoras.
— ¿Cómo se debe entender el cine desde la visión de la mujer contando sus propias historias?
Se debe entender tal cual, como un cine contado por mujeres desde su propia visión. Suena obvio, pero no por ser mujeres –tal vez con una sensibilidad distinta ante las historias que necesitamos contar– esperamos una decodificación diferenciada de nuestras propuestas solo por una cuestión de género.
El público debería poder acercarse a nuestras películas sin necesidad de etiquetarlas y prejuzgarlas por el hecho de ser películas pensadas y realizadas por mujeres.
En todo caso, es inevitable que por ahora haya esta diferenciación que, creo, a las cineastas no nos incomoda del todo. No queremos hacer cine de hombres, machista y patriarcal. Ese cine se viene haciendo muchos años atrás, pero tampoco queremos ser encasilladas en un “género” por un preconcepto desde el público.
— ¿Es difícil para una mujer incursionar en el cine?
Cada vez menos difícil, porque somos las mismas mujeres quienes estamos intentando apoyar a las colegas e intentamos generar entre nosotras espacios de formación y trabajo a salvo.
El problema no es “incursionar”. El problema es enfrentarse al micromanchismo, al machismo y al acoso dentro del rubro cinematográfico boliviano. Ahí es donde todo se torna aún más difícil.
— En Las Malcogidas se habla sobre el orgasmo femenino, el tabú de la sexualidad y los estereotipos sobre la mujer. En una sociedad machista, como la boliviana, ¿qué reto significó proponer estas temáticas en su proyecto?
Hacer cine en Bolivia es un reto muy grande más allá de la historia que se pretende contar. A mí no me interesa hablar de cosas que no signifiquen una urgencia para mí misma. Y la representación de la mujer en la pantalla grande es algo que vengo viendo desde que nací, con la cual jamás me sentí identifica. Es por eso que decido crear personajes disidentes y, a la vez, mucho más reales que los estereotipos implantados por el cine mundial y comercial.
El tema de la sexualidad también me parece urgente, vivimos en un país conservador, desinformado e hipócrita respecto a la sexualidad. Y me parecía urgente, y me sigue pareciendo necesario, reflexionar al respecto desde el arte.
— ¿Qué tipo de narrativas y qué formas de construir de personajes se deben tomar en cuenta para contar historias reales y sanas sobre la realidad de las mujeres bolivianas en el cine?
El cine debe considerar todos los tipos de narrativas posibles. Se debe entender como una herramienta muy diversa, debemos dejar de creer que la línea convencional es el único camino para contar historias.
Las historias de las mujeres reales no necesariamente serán sanas y alegres, la realidad en la que vivimos necesita todo tipo de formas de expresión. Pero, desde el arte se tratar de seguir luchando contra el patriarcado y el machismo.
— Al contar una historia, cada recurso cuenta, ¿cómo se gestionan estos recursos para narrar una historia como Las Malcogidas?
El cine es el arte más joven, por tanto, se alimenta de todos los demás artes. Una película, sea cual sea la historia, no puede ser ni existir sin la influencia de todas las artes: letras, fotografía, música, pintura, teatro, etcétera.
Los sets, la narración, la actuación, la estética, la decisión de dónde poner la cámara y qué hacer dentro del cuadro deberían trabajarse desde todos los recursos artísticos posibles.
— Tras haber marcado un hito en el cine nacional con su película ¿cuál el nivel de aceptación que vio para el cine feminista en Bolivia?
No sé si he marcado un hito con mi película, no es una etiqueta que busque ni de la cual me interese hacerme cargo. Sí siento que soy parte de una generación de cineastas mujeres más articuladas, que estamos planteando un cine desde nosotras mismas.
Inevitablemente es un cine que está abriendo públicos que antes estaban invisibilizados, al no encontrar sus historias y cuerpos reflejados en las pantallas. Eso está cambiando ahora.
La aceptación del público convencional, machista y conservador no es algo que nos interese alcanzar.
— ¿Tiene el cine poder como herramienta educativa, de deconstrucción y denuncia para cambiar la realidad nacional en cuanto a la discriminación, el sexismo y los estereotipos?
Sí, el cine es una herramienta masiva y tiene un poder muy fuerte en la vida de las personas.
Como realizadoras tenemos una responsabilidad ante el público desde nuestras propuestas, que no tienen que ser una responsabilidad moralista y limitada, sino todo lo contrario. Debe ser rebeldes y cuestionadoras.
— Finalmente, ¿qué películas feministas se deberían ver sí o sí como referentes globales?
El cine escrito y dirigido por mujeres es enorme y lleva años existiendo en manos de maestras como Jane Campion o Lucrecia Martel. Pero, solo con una lista de nombres y títulos no haría justicia a todo lo que se está generando.
Sin embargo, sí me interesa mucho visibilizar los nombres de mujeres cineastas bolivianas como, por ejemplo: Gabriela Paz, Catalina Razinni, Geraldine Ovando, María Galindo, Julia Vargas, Raquel Romero, Liliana de la Quintana, Andrea Camponovo, Victoria Guerrero, Pilar Groux, Maite Tarilonte, Carina Oroza, Viviana Saavedra, entre otras.
Podría seguir con esta lista por muchas páginas más. Acá menciono a pocas, amigas cercanas, colegas directoras, guionistas y productoras. Pero, las mujeres trabajamos en todas las áreas y, en Bolivia, somos cientos de trabajadoras en el audiovisual.
Estoy en una etapa de mi vida en que me interesa más aprender esos nombres y conocer esos trabajos que mirar los referentes extranjeros, que, si bien son importantísimos, no dejan de ser ajenos.
Crédito: Facebook Las Malcogidas