María Cristina Guzmán reunida con una familia que necesita apoyo y asesoramiento.
La imagen tomada con el equipo móvil de la propia promotora comunitaria es testimonial.
El municipio de Buena Vista cuenta con un equipo de mujeres que aplican diversas estrategias para prevenir la violencia machista y para fomentar la cultura de la denuncia. En todo el territorio hay 10 voluntarias con esta misión. Una de ellas cuenta su experiencia.
Por Patricia Cusicanqui Hanssen
María Cristina Guzmán Chávez tiene 57 años, es madre, abuela y esposa, pero en su comunidad, Virgen del Carmen, tiene el respeto y el reconocimiento de los vecinos por la labor que desarrolla como promotora comunitaria. Incluso, podríamos decir que es una suerte de autoridad.
Con la activación de la Red ¡Mujer, valórate!, el trabajo de las promotoras comunitarias se ha reactivado y reciben formación en derechos humanos, derechos de las mujeres y lucha contra la violencia, a través de talleres.
En todo el territorio del municipio cruceño de Buena Vista hay 10 promotoras comunitarias; la mayoría inciden en zonas alejadas del área urbana, son el brazo derecho del Servicio Legal Integral Municipal (SLIM) y la Defensoría de la Niñez y la Adolescencia. En esta entrevista, Guzmán cuenta cuál es su misión y cómo la desarrolla, además de sus logros y dificultades.
— El programa de las promotoras comunitarias tiene años, ¿hace cuánto que usted forma parte del él y cómo decidió incorporarse a este voluntariado?
— Ya llevo unos ocho años como promotora comunitaria. Hace años participé de una invitación de Plan Internacional para capacitarme y ahí aprendí muchas cosas. A veces, en el hogar suceden tantas cosas entre las parejas. Una amiga que trabajaba en el Concejo Municipal de Buena Vista me animó a trabajar en este proyecto, y así fue aprendiendo, conociendo mis derechos. Me gusta participar.
— En qué consiste su trabajo, ¿cómo interviene e incide en los casos donde se presentan conflictos de índole familiar y comunitario?
— Nuestro trabajo como promotoras es velar por el bienestar de las comunidades. Muchas veces, como mujer o madre, una no tiene el conocimiento (de sus derechos) o el ánimo (para denunciar la violencia). A veces tenemos miedo de tomar acción cuando nos maltratan. Lo que buscamos es evitar eso, que no pase, peor si hay niños.
— Entendemos que interviene en resolver problemas específicos de la pareja o la familia, ¿en qué momento nota usted que el caso debe pasar a otras instancias?
— Lo que yo he aprendido en los talleres donde nos enseñan, es que podemos conversar con las parejas, dialogar para resolver los problemas. Pero si no mejora, entonces ya se pasa el caso a la Defensoría.
—¿Alguna vez fue agredida o la impidieron hacer su trabajo?
— Más bien no he tenido ese problema. Una vez, un joven le faltó el respeto a su madre y (cuando acudí al llamado de ayuda), él me dijo que no tenía por qué meterme en su vida familiar. Yo le expliqué que como hijo no debe tratar así a su madre. Pero nunca me han faltado al respeto.
Mas bien no han pasado cosas graves. Ahora estoy tratando con una pareja, esta es la tercera visita y si las cosas no mejoran tendré que animar a la señora a que siente la denuncia, aunque no la puedo obligar.
María Cristina y su nieto; ella combina su trabajo en la atención del hogar
con su misión como promotora comunitaria.
— Usted es mamá, abuela y esposa. A veces, a las parejas les cuesta aceptar que una mujer se ausente de casa para trabajar fuera del hogar, ¿cómo logró que su esposo respetara su decisión y la misión que cumple?
— Al principio me costó un poco y también le costó a él, porque no conocía cuáles son mis derechos como persona individual. Pero más bien ha tenido la oportunidad de trabajar como seguridad en el Concejo Municipal y allí pasó talleres (sobre esta temática) y entendió cómo son las cosas. Siempre me lleva a mis reuniones y talleres, pero sabe que mi retorno puede tomar horas y lo entiende.
— ¿Cuánto tiempo más quiere dedicarle a este voluntariado y tiene usted alguna aprendiz en su comunidad?
— Yo ya soy mayor, debe seguir alguien más joven. Hay una señorita que ya participó en un taller. Tuvo un problema y por eso no pudo ir a la capacitación más reciente, pero ella podría hacerlo bien. Estamos en un grupo (de WhatsApp) que ahora se formalizó y por el cual nos comunicamos, espero que siga.