Que mi niña vuelva a ser niña

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Casos de violación a niñosen aumento

“Que mi niña vuelva a ser niña”

De 423 casos denunciados en el primer trimestre de este año, 153 son violaciones hacia niños y niñas en todo el territorio boliviano. Es decir que al menos ocurre una violación al día.

Carla Mercado Pabón

“Ella ya no sonríe como antes; a veces ni quiere salir de su cuarto”, dice Florencia (nombre ficticio) madre de Camila (nombre ficticio), una niña de nueve años que fue violada hace tres meses. Su familia, comprendida por cuatro integrantes,coincide en decir que “ya nada será como antes”. Hoy, su vida y su rutina cambiaron drásticamente ya que deben lidiar con la herida que dejó la vejación de una de sus integrantes.

Una pequeña casa ubicada en la zona Pura Pura es su hogar. Cuenta con tres ambientes y un baño que se encuentra pasando el patio. El dormitorio principal ahora es de Camila, sus padres le cedieron esa habitación para separarla de su hermana mayor, Danitza (nombre ficticio),quien cuenta que no ya podía dormir al escuchar el llanto de su hermanita. “En las noches ella lloraba, tenía pesadillas, gritaba, se levantaba y yo ya no dormía nada y me reñían en el cole porque iba con sueño”, dice la niña de 12 años, que lava la ropa mientras conversa. “Ni mi mamá es la misma, está como perdida yo tengo que encargarme de la casa casi siempre, así es ahora”.

Los padres duermen junto a la hija mayor con la puerta abierta por si Camila se levanta o necesita algo en medio de la noche o la madrugada. El otro ambiente funciona como la cocina, y el comedor. Existe un espacio donde hay un pequeño escritorio donde Camila solía hacer sus tareas. Ella, según cuentan sus familiares, era una niña bastante metódica, ordenada incluso acomodaba las cosas de sus padres y hermana. Hoy en a día prefiere no salir de su cuarto ni tender su cama, que era lo primero que hacía al despertar.

Al recordar esa fatídica fecha el llanto se apodera de la madre de 35 años que no sabe qué hacer para que su “niña vuelva a ser niña”.

“Quiero que juegue, quiero que vaya al colegio, quiero que sonría”, dice. La mujer ahora se dedica a su pequeña, dejó sus dos empleos el primero, como niñera de una pequeña en una casa de la zona sur, donde trabajaba a las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde.El segundo, empleada de limpieza en un consultorio médico a partir de las seis hasta las diez de la noche.

El padre la niña prefiere no recordar ni hablar de ese día porque fue él quien envió a su hijita a la tienda a comprar pan, refresco y una cerveza “para matar el ch′aki del día anterior”. Se dedica ahora a cargar y descargar camiones de carne para los frigoríficos. Hasta hace un mes trabajaba como albañil, pero como su esposa dejó sus trabajos él debe ganar más dinero para mantener a su familia.

La culpa se apodera de los progenitores cada día que pasa. No encuentran la manera de volver el tiempo atrás y lograr que su niña no pase por esa desagradable experiencia.

Camila fue violada la tarde de un domingo cuando se dirigía a la tienda por encargo de su padre. No volvió a su casa sino seis horas después, cuando un vecino la llevó en brazos. No podía caminar y estaba ensangrentada. Lloraba y no podía siquiera hablar. Después de que la bañaron, cambiaron y llevaron a su cama, le contó a su madre que un hombre la seguía en su auto, se paró casi en la esquina y la metió a su vehículo. La llevó al bosquecillo donde cometió el crimen y la botó a una cuadra donde la había secuestrado. Los padres de esta menor prefieren no continuar con la denuncia de este delito porque no cuentan con recursos económicos y no creen que encuentren al hombre que quitó la sonrisa de su hija menor, que era la alegría del hogar.

Datos que estremecen

En La Paz, desde enero de 2017 hasta la fecha,se reportaron 36 casos de violación a infantes, niños, niñas y adolecentes. Esta cifra día a día va en aumento. Estos niños y adolescentes son vejados por personas allegadas a la familia o bien son secuestrados para cometer ese delito.

Según cifras de la CIDH, en Bolivia una de cada tres niñas y adolescentes bolivianas sufre violencia sexual antes de cumplir los 18 años. Esto convierte a nuestro país en uno de los que tienen más víctimas de este tipo de abusosen Sudamérica.

En más del 85% de los casos de vejaciones, el agresor es una persona cercana a la víctima. En muchos casos resulta ser el padrastro y en otros el padre biológico. De la misma manera algunas cifras de la CIDH cuentan que en más del 80% de los casos de violencia sexual no existe violencia física; el agresor lo que hace es acercarse a la víctima, engañarla y posteriormente cometer el crimen.

25 años de cárcel es la pena máxima establecida en el Código Penal para quien viole a un o una menor de edad. Sin embargo esta condenapuede incrementarse hasta 30 años sin derecho a indulto si es que existiera un agravante, como es el que participe más de una personaen el hecho. Ante el incremento de casos de violaciones a menores, se propuso la posibilidad de que la pena para quien cometa ese delito sea la castración química; otros legisladores abogan por la cadena perpetua.

El perfil de un violador

El acto de la violación representa para el violador una forma de “sentir sobre otro el poder de una dominación física total y de una humillación psicológica extrema”. Por eso, se explica, para el violador suele ser fundamental que la persona abusada esté siempre indefensa, sostiene un estudio realizado a 60 violadores en Argentina por la trabajadora social María Eva Sánz.

Los violadores aprovechan la oportunidad que se presenta. La mayor parte de los casos de violación en Bolivia se presentan dentro del núcleo familiar: es decir padres, padrastros, tíos, primos. En este caso el allegado gana la confianza del menor poco a poco y con paciencia, por ejemplo preguntando cada día cómo le fue o qué molestias tiene; indagando sobre todo en las dificultades y siendo la persona que le brinda una solución o una salida a sus dificultades.

Sin embargo, en el caso de que el crimense cometa en la calle, los violadores utilizan la seducción a través de algunas golosinas o mostrando a un perro u otro animal. Posteriormente,le ofrecen al niño o niña ir a otro lugar para mostrarle más de esos ejemplares y que elija alguno como regalo. Cual sea el caso, lo común s que “aprovechan que los niños están solos y no tiene a una persona mayor a su lado”, menciona la psiquiatra forense Claribel Ramírez.

Según los estudios que la psiquiatra realizó, los violadores suelen tener entre las siguientes dos personalidades: la antisocial, es decir personas van en contra de las leyes y las normas. Por ejemplo ellos dicen: quería robar a la niña pero la encontré en la calle, estaba vacía y la violé, cuenta Ramírez. La segunda personalidad son los psicópatas, el cual es un trastorno severo de la personalidad y se caracteriza por no tener conciencia ni remordimiento. “Exponen el delito sin miedo e incluso llegan a re victimizar a la menor” dice la psiquiatra forense.

Bajo los efectos del alcohol o una vendetta son también las razones por las que se cometen las violaciones. En el primer caso, cuando una persona consume bebidas alcohólicas el cortexprefrontal se relaja y los impulsos dan rienda suelta,es decir el individuo se desinhibe. Y en la segunda figura (en caso de una venganza), se busca cómo hacer daño a la mamá o al papá; buscar qué le dolerá más.

El sello de por vida

“Yo no sé qué va a hacer cuando sea mayor mi hijita, si lo va a superar alguna vez”,dice Florencia. Ella no pierde la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. La psiquiatra forense aconseja que tanto a las víctimas como a los familiares de las víctimas se las valore psicológicamente mediante terapias. “No una, dos o tres sino por mucho tiempo hasta que esta situación se logre superar”. Sin embargo, este delito es un sello que durará para toda la vida, haya sido la cualquiera la situación en la que ocurrió.

La familia de Camila no cuenta con los recursos necesarios para acudir a un profesional, pero creen que alejándose del lugar donde sucedió el delito que cambió su vida, encontrarán una solución. Por eso vendieron todas sus pertenencias y se trasladaron a la ciudad de Oruro, para empezar de nuevo.

 

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