Bien dicen que, “si el rio suena es porque piedras trae”, pero “si el rio huele es porque arrastra contaminación”, y esa es la realidad que soporta silenciosamente la población yotaleña en sus diferentes comunidades. Y el temor parte en que si se hacen públicos los niveles de afectación, indirecta y contraproducente ellos seguirán siendo estigmatizados y discriminados en su objetivo de encontrar mercados para su producción.
Afectación
Sucre genera niveles de contaminación palpables a través de sus sistemas de alcantarillado y drenaje, que desembocan en el río Quirpinchaca, mismo que baña a varias comunidades del municipio vecino de Yotala. Surge entonces una evidente afectación sanitaria a comunidades altamente vulnerables de aquellos sectores cuyo contacto es directo con la contaminación en sus diferentes niveles (aire, agua e insectos vectores).
“Nosotros, desde el 2017 y 2018, hemos realizado acciones de mitigación. Como Servicio Departamental de Salud (SEDES), por ejemplo, hemos hecho la pesquisa de cuadros diarreicos en menores de edad, y evidentemente se ha encontrado niños con problemas de parasitosis, también hemos realizado varios exámenes de laboratorio a las aguas que emergen del rio, aguas sin tratar y aguas de la planta de tratamiento, aguas en teoría tratadas. El resultado es que varias comunidades de la vereda del río están consumiendo aguas contaminadas”, explica el responsable del programa de Salud Ambiental del SEDES Chuquisaca, Franz Gómez.
Problema de décadas
Por años, estas comunidades han sentido los efectos de contaminación de las aguas que bañan su producción. Actualmente no sólo sienten afectada su salud, también sufren efectos psicológicos pues son discriminados por vivir en zonas donde el olor es evidente. A ellos se suman los problemas económicos porque en los mercados principales rechazan su producción.
“La contaminación ha crecido durante estos largos años, hoy en día ha sobrepasado la capacidad de daños. Nos afecta por cómo piensa la gente que pasa por esa zona. Piensan: ‘¿Cómo pueden vivir en este sector? ¿Acaso no sienten el hedor?’. Además nos afecta el tema económico al sufrir la discriminación en la venta de productos en la ciudad. Nos preguntan: ‘¿De dónde es su lechuga, su acelga o sus verduras?’, y no quieren comprar. Y el tema salud principalmente nos afecta por la contaminación y las diarreas además de la proliferación de moscas y mosquitos (riesgo de dengue y otras enfermedades)”, dice Jaime Bautista, un ex dirigente de la central Ñucchu.
Afectación que se extiende kilómetros abajo
Según datos de la Jefatura de Medio Ambiente del municipio de Yotala, casi medio millar de familias vive a orillas del río Quirpinchaca. Ellas sufren todos los efectos mencionados y resisten la contaminación de las aguas. “Las comunidades afectadas por residuos son: Campanario, Cabezas, Villa Victoria, Bajo Campanario, Cervantes Yaulli, Cantón Ñucchu, Yotala , OTB Lourdes, Rosario. Las familias afectadas son alrededor de 300”, señala el jefe de la división de Medio Ambiente de Yotala, Omar Vedia. El funcionario añade: “Los comunitarios utilizan las aguas para riego, no tanto para consumo humano porque el grado de contaminación es muy alto. Es verdad que el agua ha entrando a la planta de tratamiento y entre un 40 y 60 por ciento no está tratada”.
En busca de mercados
Los comunarios de Campanario, quizás el sector más afectado, explican que la mayoría de estas familias vive de la producción de hortalizas y frutales. Su máxima preocupación es encontrar mercados en otros departamentos, donde no los califiquen de tener producción contaminada, por el hecho de vivir en zonas afectadas por la contaminación.
“Vivo en la zona desde hace 40 años, no hay solución, ni de ELAPAS (la empresa de aguas) ni de nuestras autoridades, muchos viajan a Potosí a ofrecer sus productos”, recuerda, doña Justa, una comunaria de Campanario.
Producción
Acelga, lechuga, rábano, hortalizas, árboles frutales, higo, durazno, limón, tuna, etc.
Proyecto Sucre 2: Planta de tratamiento de aguas residuales
Hace 18 años, en el sector de Campanario, límite entre los municipios de Sucre y Yotala, se emplazó, gracias a un financiamiento de la cooperación alemana, la planta de tratamiento de aguas servidas de Sucre, denominada proyecto Sucre 2.
“Esta planta de tratamiento capta más del 50 por ciento de las aguas residuales que genera la capital del país. Hace un tratamiento de las mismas y las devuelve con grado menor de contaminación al cauce natural del río Quirpinchaca. Sin embargo, es necesaria una revisión del proyecto y una actualización para que la planta, diseñada para captar el nivel de contaminación de aquel entonces, sea ampliada a la capacidad máxima y la realidad actual de Sucre”, evalúa Rubén Ayllón, el responsable de la planta.
Niños en riesgo
Mientras tanto, invariablemente, el drama de las comunidades y, sobre todo, de sus niños continúa con todos sus evidentes peligros.
“La comunidad ya están acostumbrada ya que están tanto tiempo con estas aguas servidas y el olor. Se ha hablado con las autoridades y con el Director distrital, pero no hay una solución con referencia a este caso. Algunas veces los niños van al rio a bañarse, los padres de familia no deben dejar ir a sus hijos, sabiendo que las aguas están contaminadas”, señala el profesor Gregorio Tango, Director de la Escuela de la comunidad Campanario.
El docente describe los esfuerzos que se han hecho para paliar el problema sin que sus principales agravantes varíen sustancialmente. “El año pasado invitamos a la universidad (San Francisco Xavier), la Facultad de Enfermería ha venido a dar charlas, socio dramas, para que los niños entiendan, pero eso es momentáneo. Como ellos viven aquí ya parece que es un hábito, ya no sienten el mal olor y nada. Por ejemplo, en la escuelita tenemos los baños que están cerrados, porque nadie sabe a dónde van, no conocemos si tienen alcantarillado o pozo ciego. Según la comunidad, es pozo ciego que debe estar tapado”, recuerda Tango.
Compromisos de solución
Por su parte las autoridades señalan que evalúan el problema y bosquejan soluciones ante el riesgo de que surjan presiones. “Estamos viendo qué estrategias plantear, consolidar reuniones
con las autoridades y proponer alternativas para dar solución. Se ha conversado con los diputados, autoridades que corresponden, para entrar en diálogo y así poder dar respuesta a las poblaciones que se ven afectadas, antes de que se genere una vez más el malestar y se produzcan movilizaciones”, ha explicado el alcalde de Yotala, Sabino Albarracín.
Por su parte el viceministro de Agua y Saneamiento Básico, Carmelo Valda, señala que conoce de cerca el caso y asegura: “Existe el compromiso de inversión de casi un millón de bolivianos en un proyecto a diseño final de ampliación de la planta de tratamiento de aguas servidas de Sucre”. Luego además se compromete a llevar a cabo “acciones a futuro para zanjar esta problemática de décadas y décadas que afecta a tantas familias que viven a orillas de este río Quirpinchaca”.
Y a la espera de soluciones, el tema crece en el tablero del debate público. La memoria es refrescada por la inquietud de los pobladores afectados y las voces de quienes advierten con alarma el problema. En la zona se aguarda que se cumpla el nuevo compromiso de las autoridades. No quieren que se vayan a refrescar y en aguas contaminadas las falsas promesas que han dejado a su suerte a niños, jóvenes y adultos mayores, sobreviviendo a su indiferencia.
Texto y fotos: Nayra Vidaurre, Edwin Urizar campos y Vania Pérez Mamani
Este reportaje fue realizado en el marco del curso “Derecho humano al agua, saneamiento y periodismo”, promovido por la Fundación Para el Periodismo, con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y de la Unión Europea.