Según un estudio del Instituto Cruceño de Estadísticas 1 de cada 2 mujeres que trabajan como dependientes de alguna institución o empresa tiene alguna dificultad para combinar el cuidado de sus familias con las exigencias de su puesto laboral convirtiendo esto en un ‘tire y afloje’ para ver cual pesa más, desarrollarte como una profesional o dedicarte a ser mamá, mujer, ama de casa, etc.

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En estos 13 años de casada me he preguntado muchas veces, si salir temprano de casa, estar al día con las noticias, disponible las 24 horas, los fines de semana y los feriados es lo que quiero para el resto de mi vida y siempre tengo la misma respuesta, Si, esto es lo que quiero, elegí ser periodista y se que puedo combinarlo con mi rol de Madre.

Mis hijos, Carlos (12) y Mya (5), al igual que mi trabajo son mi mayor tesoro, por el cual saco fuerzas para salir adelante, aunque algunos días son más difíciles que otros, porque llegar a casa tras una ardua jornada laboral, de estar atenta a los eventos que suceden y dar cobertura a las actividades que son de relevancia para la población, llegó a casa y mis retoños no comprenden si estoy cansada o no, solo quieren a su mamá.

El trabajo empieza, hay que revisar los cuadernos, hacer la tarea, presentarla, llevarlos a sus clases de fútbol y baile, limpiar la casa, poner la ropa a la lavadora. En fin, la lista es eterna y nunca se acaba. Un detalle importante que me olvidaba es que mis perritos ‘York y Peppa’ se estresan de estar todo el día encerrados y tengo que llevarlos a caminar al parque.

A pesar de todo no me puedo quejar, porque he tenido a mi lado a mi esposo (Alfredo), con el cual puede decir con seguridad que hemos logrado construir una familia y sabemos que podemos contar el uno con el otro.


Sin embargo tengo que reconocer que solos no lo hubiésemos podido lograr porque él también tiene que trabajar y los niños tienen que quedar durante el día al cuidado de sus tías, que a pesar de que tienen toda la voluntad del mundo para atenderlos, siempre que llego a casa me toca cosechar las quejas de mis pequeños.

‘No quisieron comer, no hicieron caso a los abuelos’, son algunas de las quejas recibidas. Es ahí el momento justo cuando comienzan los problemas, porque a pesar de ser mínimos los detalles, estos son suficientes para generan roses entre mi esposo y yo.

Estas pequeñas diferencias que se generan por el cuidado y atención de los niños se han ido acentuando desde el inicio de la pandemia del Covid-19. La cuarentena rígida nos hizo dar cuenta que la familia que considerábamos tener con buenos cimientos, comprensión y ayuda mutua, no era tanto como creíamos.

De un tiempo a esta parte todo ha cambiado, no sé si él cambio, o la del cambio fui yo, o es el tiempo que pasa y no perdona las ausencias, las llegadas tardes después de un turno, porque sí, no crean que solo los médicos y enfermeras han tenido que hacer turnos durante esta pandemia, también lo hemos hechos los periodistas como yo, hemos estado lejos de nuestras casas, de nuestras familias, no hemos podido abrazar a los nuestros y todos los días hemos contado lo cruel que ha sido este virus, hemos visto la desgracia de la gente, el llanto de los hijos por no encontrar un espacio para internar a sus padres en los hospitales, la crueldad de las personas al saber que alguien era positivo.

Han sido meses de mucho estrés, donde el mundo entero se ha visto afectado y por su puesto nosotros también hemos sido víctimas de este flagelo que ha dejado a más del 8,69% en el área urbana de Bolivia sin empleo y Alfredo ha sido uno de ellos, se quedó sin trabajo y hasta ahora no logrado conseguir algo estable, lo que ha provocado que nuestra situación cada día se más caótica y menos tolerante.

Rojo: Pico más alto contagios de la 1er ola de Covid-19
Naranja: Pico más alto contagios de la 2da ola de Covid-19
Estos meses coinciden con los mayores porcentajes de desempleo que se registraron en el país.

Después de tantos años de casados, él ha comenzado a notar mi ausencia, las llegadas tardes y al ritmo del trabajo al que estoy expuesta, cosas que hasta antes del Covid-19 nunca habían sido un problema, porque él también salía a su trabajo y coincidíamos en los horarios de salida, ahora que él se queda en casa al cuidado de nuestro hijos, la convivencia se ha complicado y en lugar de encontrar apoyo el uno con el otro las diferencias se van acrecentando.

Es por ello que ahora me encuentro en una situación tan difícil que puede ser que hasta el distanciamiento social ya no sea suficiente para recuperar este hogar que un día fue tan especial.

Y ahora, con mayor frecuencia me preguntó ¿Vale la pena el sacrificio?, son tantos años, más de la mitad de una vida juntos y por la que juramos ante un altar estar el uno para el otro, en las buenas y malas, hasta que la muerte nos separe, pero si hacemos ahora una comparación podría decir que mi relación esta en Terapia Intensiva, acoplada a un respirador y no sé si saldremos de esta situación.

De algo que estoy segura, es que soy fuerte y tomaré la mejor decisión y solo el tiempo dirá si valió la pena todo el sacrificio para tratar de ser esa mujer que sabe combinar el cuidado de sus familias con su trabajo, porque ambos no tienen punto de comparación.

Por Marilyn Correa

Licenciada en Comunicación, durante los últimos años trabajo como ejecutivo de prensa de la Gobernación de Santa Cruz.

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