Ganyingo, un taller para periodistas: Por una mayor visibilidad del pueblo afroboliviano en los medios

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 María Claudia Hacker

“Revitalizar lo nuestro” es el concepto que tras la palabra afroyungueña “Ganyingo” se esconde. Y bajo el mismo concepto, el pasado martes 26 de enero, se reunieron varios representantes artísticos y académicos de la cultura afroboliviana con el fin de llegar a ser más visibles en los medios de comunicación, pues el taller tenía como público objetivo a los y las periodistas del país.

En el evento los participantes aprendieron una gran cantidad: desde la historia de cómo los primeros afros llegaron al continente latinoamericano en general, y a Bolivia en específico, hasta la labor de los intelectuales afrobolivianos de hoy, pasando por la presentación de la gramática del idioma afroboliviano por su creador y unas obras de arte presentadas por las mismas artistas.

De Barcos Negreros y aboliciones fracasadas

El historiador Juan Angola nos contó de los llamados Barcos Negreros que eran las embarcaciones que transportaron a los africanos esclavizados que atravesaban el mar desde la costa de África hasta Latinoamérica en viajes que duraban mes y medio. Después, les esperaban largas caminatas hasta ser luego vendidos y forzados a trabajar en haciendas. En el año 1545, con el descubrimiento del oro en el Cerro Rico de Potosí en lo que en aquel entonces era el Alto Perú, la ciudad se volvió una de las más pobladas a nivel mundial y como consecuencia, numerosos esclavos tenían que trabajar en la Casa de la Moneda, produciendo artefactos de plata para la clase alta. Juan nos muestra fotos de las huellas que hasta hoy han dejado los esclavos en el suelo, testimonios de haber estado trabajando amarrados, sin poder moverse durante siglos. “De la Casa de la Moneda,” dice, “ya solo salían muertos.” Nos cuenta también de su lucha por la libertad junto a Túpac Katari y de las múltiples “aboliciones” de la esclavitud, algunas más exitosas que otras…

Plasmar las raíces en fotos, puertas y ventanas

Una de las dos artistas presentes, Sharon Pérez, artista plástica, nos habla de la crisis de identidad que sufrió en su infancia y adolescencia, al no haberse auto reconocido como afrodescendiente, sino como mestiza durante largos años. Esto tuvo que ver con la falta de conocimiento que tuvo acerca de sus raíces étnicas. Fue recién al entrar a la universidad que Sharon entró en contacto con el tema del arte africano que existe en Bolivia. Y más tarde, la escritora estadounidense, Sheila Walker, fue quien la inspiró con uno de sus textos, para que Sharon indagara en sus raíces. Con la exposición titulada “La puerta del umbral afro”, Pérez presentó una serie de puertas y ventanas convertidas en obras de arte, pues en ellas podemos apreciar rostros o a veces solo miradas de personas con raíces africanas. Siempre empleando la técnica mixta, Sharon trabaja sobre todo en resaltar el contraste que el material hace con el color de la piel de sus motivos. Con la puerta como símbolo de inicio, puertas que pueden estar tanto abiertas como cerradas, la artista eligió un material con un gran valor simbólico. Las respuestas altamente positivas de parte del público en sus exposiciones por varias ciudades bolivianas le asombraron. Y fue desde entonces que Sharon finalmente logró llegar a conocer su descendencia, lo que para ella significa el mayor logro personal que pueda haber conseguido con su arte.

La segunda artista que expuso tanto su arte como su compromiso con la sociedad afroboliviana fue la fotógrafa Carmen Angola, aunque “fotógrafa” es solamente una de sus múltiples funciones y profesiones, entre las cuales destaca su pasado como gimnasta olímpica. Carmen cuenta que la saya ha reivindicado al pueblo afroboliviano en Bolivia y que la misma función hoy quiere verla cumplida con sus fotografías. Con una cámara en mano desde los cinco años, Angola es hoy una famosa fotógrafa que emplea el sepia porque como dice “hace un bonito contraste con el negro”, además que “visto en sepia, el negro no es negro, ya que este color tiene una connotación altamente negativa.” La artista maneja la luz natural, nunca dispara su cámara en un estudio y todas sus obras han nacido en momentos espontáneos, totalmente naturales.

Con cámaras hacia la creatividad infantil

Sin embargo, la labor de Carmen Angola no se detiene en su desempeño artístico. Como iniciadora de la fundación AFROBO, Carmen lleva diez años trabajando con niños. En sus talleres les enseña el arte de la fotografía, desde cómo usar una cámara a cómo sacar las mejores fotos. El resultado de este trabajo es, al final, plasmado en un libro que agrupa las mejores fotografías, y que desde la tapa es diseñado por los mismos niños. La fundación, cuyo lema es “fortaleciendo nuestras raíces a través de los niños”, trabaja tanto con niñas y niños afros como aymaras. No quieren ver una franja entre ambos, pues comparten muchos elementos, entre ellos la comida –el arroz, y el plátano siendo un aporte de la mujer africana, tanto en su cosecha como en su preparación.

Tomó la palabra Peter Zabala, representando a los académicos intelectuales afrobolivianos. Es físico y a la vez miembro de la organización ORISABOL, la cual se puso como meta visibilizar la cultura afroboliviana a través de la música. En las entradas folklóricas de ORISABOL cualquiera puede participar, con tal de que tenga la ropa necesaria para bailar la saya. Peter constata que si bien en Bolivia exista solamente un pequeño número de profesionales afros, ORISABOL agrupa a muchos, de los cuales la mayoría son académicos. Él mismo, por ejemplo, es licenciado en Física y trabaja en el Laboratorio de Materia Condensada. Tiene aspiraciones a ser doctor. Peter aboga por que los afros en Bolivia y en Latinoamérica en general se eduquen y sobre todo se especialicen. Quiere que a la hora de buscar un trabajo que concuerde con su formación profesional, entreguen su currículum y que sean elegidos por este mismo.

23.000 afrobolivianos prácticamente invisibles

Juan Carlos Ballivián, otro luchador por la visibilización del pueblo afroboliviano, como Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional Afroboliviano (CONAFRO), tiene las cifras y los hechos a mano: En Bolivia viven 23.000 afros. Con el trabajo de solamente dos años escasos, se consiguió que el Consejo Educativo del Pueblo Afroboliviano (CEPA) esté representado y pueda participar en la Asamblea Departamental.

Le sigue el investigador intercultural Martín Ballivián. Ha puesto su enfoque de investigación en la música dancística afroboliviana. Y nos cuenta que la saya, que hoy es el baile más famoso de la cultura afroboliviana, se ha ido manifestando ya desde los años 1930. Fue con la Reforma Agraria que este baile y su música quedaron prohibidos. Otros bailes de ceremonia como lo son la Chiwanita o el Mauchi no son conocidos hasta el día de hoy fuera del ámbito afro. Igual de desconocido es el importante hecho de que fueron justamente los afros quienes trajeron el tambor a Latinoamérica. Y los medios siguen hablando solamente de la saya y tratando a los afros como “minoría afroboliviana”. Ballivián constata que si bien en cifras son una minoría, en aporte cultural el pueblo afroboliviano puede ser visto como mayoría.

Romper las cadenas mentales

Antaño los esclavos que desde el África venían llevaban las cadenas en los pies, hoy una parte el pueblo conocido como afroboliviano las sigue llevando, pero en la mente. Es el trabajo de académicos y artistas como Ballivián, Angola, Medina, y Angola que pueden llevar a que poco a poco estas cadenas terminen desapareciendo también de las mismas mentes.

Al taller asistieron periodistas de La Paz, El Alto, Cochabamba, Santa Cruz, Tarija y Oruro.

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