LA BATALLA POR EL GRANO DE ORO

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LA BATALLA POR EL GRANO DE ORO

Dentro de dos años  la producción de quinua modificada genéticamente en Santa Cruz superará a la orgánica del Altiplano Sur y podría dejar a más de  25.000 familias sin sustento.

La quinua puede permanecer hasta 5 años guardada en depósitos sin perder sus cualidades nutritivas. Es el único alimento vegetal que posee proteínas, no tiene grasas saturadas ni colesterol

En el Altiplano boliviano, la producción agrícola se realiza en superficies ubicadas por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Es un clima extremo que se caracteriza por la sequía y la helada. Sólo un cultivo resiste estas condiciones: la quinua. Su nombre científico es  Chenopodium Quinoa y se  cultiva en  Bolivia desde hace 5.000 años. Al igual que la papa, es un alimento originario de los pueblos andinos preincaicos; era considerado un grano  sagrado.

Según información oficial del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, en 200 regiones del país se produce quinua, inclusive existe en Tarija y Santa Cruz, así como en Chuquisaca. Pero el grueso de todos los municipios productores se encuentran en la parte sur del país, cuna de la quinua real, mientras que en otras zonas brota otro tipo de grano.

En Bolivia se producen principalmente dos variedades: la Real y la Dulce, pero existen más de tres mil especies, como la “negra”, “amarilla” y “naranja”. La oferta de quinua boliviana se concentra en una producción certificada para la de tipo Real, que es la clase de grano con mejores características proteínicas.

El grano de oro sólo crece entre los salares de Uyuni y Coipaza, estas son extensiones ricas en minerales y  tienen potasio, que actúa como fertilizante natural. Cada grano mide 3 milímetros, pero contiene alta concentración de proteínas, fibras y  vitaminas. No tiene grasa saturada ni colesterol. 

El reino de la Quinua

Su particular sabor y contenido proteínico se debe a que es cultivada entre dos salares. El potasio, que se encuentra en el suelo de la región, actúa como fertilizante natural para la quinua.

Por su topografía, puna semiárida y suelos con alto contenido salino, el Altiplano Sur es el único productor de la Quinua Real. De acuerdo a un informe del gobierno, esta región  destina entre  6.695 a 21.223 hectáreas para la producción de este grano. En 2017, sólo en esta zona, se alcanzó una producción de 47.068 toneladas para el mercado interno y externo.

Hace  35 años, los productores de la zona fundaron la Asociación Nacional de Productores de Quinua (ANAPQUI), que  aglutina a 15 Asociaciones Regionales; son más de 2.500 socios  que representan a 25.000 familias dedicadas a este cultivo.

Nelson Poma Guarachi es el Vicepresidente de la Asociación desde hace poco más de dos años y productor quinuero desde que nació en Salinas de Garci Mendoza en el departamento de Oruro hace 38 años, explica las diferencias entre la Quinua Real del Sur y la Dulce.

La primera es producida  entre Oruro y Potosí y también es conocida como Jach’a Grano, aunque tiene una elevada concentración de saponina,  compuesto que le da un sabor amargo pero que aleja las plagas y da resistencia. En cambio, el grano dulce se produce en el Altiplano Norte,  en provincias de La Paz, es pequeño pero también contiene proteínas y vitaminas.

Nuestro producto es incomparable”, asevera cuando se le pregunta sobre los experimentos de cultivos en Santa Cruz. “Nosotros producimos la quinua Real orgánica, un producto que en ninguna parte del Mundo podrán cultivar. Tal vez en Santa Cruz produzcan dos veces al año, como en Perú, pero nosotros garantizamos la calidad”.

Poma asegura  que este cultivo ancestral favorece en el cuidado de la tierra porque es orgánico, es decir, que se abona el suelo con estiércol de vaca o camélido, para prevenir las plagas se aplica “macerado de thola, cebolla o locoto” y la cosecha es manual.

El primer año se siembra papa, el segundo quinua y el tercer año forraje. Hay un estricto control dentro de las comunidades para el descanso de las parcelas, cada una tiene una pausa de 8 años antes de la siembra.

El ciclo agrícola dura ocho meses, comprende la siembra desde inicios de Septiembre hasta Mayo, que es cuando se trilla y luego se almacena.

La producción orgánica de la quinua debe ir acompañada con la crianza de camélidos. Cada productor tiene hasta siete  llamas por hectárea para mantener  los tres metros de distancia entre parcelas.

Como Técnico Asistente asegura que la producción orgánica de la quinua está acompañada por la crianza de camélidos. Estos animales ayudan a la fortificación de parcelas porque,   en algunos casos, la tierra no aguanta los años de producción y este tipo de ganado abona los suelos. También sirven como barreras vivas para mantener distancia entre terrenos.

Poma detalla que la tonelada de quinua bordea los $us 1.800, aunque en 2013 llegó a costar hasta 6.500 dólares, pero la oferta del grano rebajó los precios en el mercado internacional. 

Mayor producción ¿menor calidad?

Marín Condori y estudiantes de Agronomía muestran el campo experimental en el que desde hace 4 años cultivan  la quinua “tropicalizada”.

A 861 kilómetros de distancia  del Altiplano Sur, el ingeniero especialista en mejoramiento genético de plantas, Marín Condori, logró “tropicalizar” la quinua hace 7 años, en la Hacienda del Señor, norte integrado de Santa Cruz. Asegura que su objetivo era tener un cultivo alternativo, toda vez que hay sequía durante el invierno en esa región.

Explica que para “tropicalizar” la quinua se requiere conocimientos de biotecnología. Primero se modifican los genes de los granos, para obtener otra variedad que se adapte a las condiciones climáticas de la zona. “…al hacer cruzamiento de la quinua del Altiplano, de los valles, de las costas de Chile, de Ecuador, de Perú obtienes materiales que toleran altas temperaturas”.

Este proyecto permitirá un rendimiento de más de dos toneladas por hectárea, superando la producción de las zonas tradicionales de Oruro y Potosí. Pero, explica que el manejo genético necesita ajustes para determinar la densidad de la siembra, cosecha y pos cosecha. Siente temor ante los cambios por el rendimiento en gran escala y en altos volúmenes.

Condori reconoce que el grano “tropicalizado” es pequeño con relación al que se produce en el Altiplano Sur, pero aclara que lo importante es que mantenga la composición química y nutricional y sea la misma que en las regiones tradicionales. Logró disminuir el ciclo agrícola, pues el grano que siembra crece en tres a cuatro meses para dejar lista la tierra para la siembra de soya.

“Es un experimento” 

El Centro Internacional de  la quinua avanza en la investigación y manejo de la quinua orgánica, para incrementar su rendimiento y optimizar su producción en el país.

La Ley 395 creó el Centro Internacional de la Quinua en Octubre del 2013, la institución entró en funcionamiento a fines del 2014. Su objetivo principal es fortalecer la parte investigativa de la producción, industrialización y transformación de la quinua. Esta institución descentralizada apoya a productores con asistencia técnica, asevera su Director, Edgar Solíz Morales.

Solíz explica que la quinua del Oriente es más pequeña, pero la gran diferencia es la forma de producción. Detalla que en el Altiplano la producción  es orgánica,  no existe la presencia de plagas, insectos o enfermedades, a diferencia de lo que ocurre en el Oriente o zonas  tropicales. En esas regiones usan productos químicos para el control de plagas.

Ante la consulta sobre  ¿por qué cree que se “tropicaliza” la quinua?

Solíz tarda algunos segundos en responder…. “No podemos prohibir que organizaciones  hagan sus actividades particularmente. En Santa Cruz está en calidad de investigación o esperando que este proyecto tenga el éxito deseado, pero son decisiones particulares de alguna institución. Como Estado tenemos contactos y relaciones, pero cada organización decide cómo investigar, como nosotros, que también investigamos qué otras especies se pueden adaptar al Altiplano”.

La autoridad no cree que la quinua “tropicalizada” ponga en peligro a la que se cultiva de forma tradicional. “No creo que tengamos problemas, más bien en estos días abrimos nuevos mercados a nivel gobierno, trabajamos con México y con una delegación de la República China. Las oportunidades aparecen y esperamos concretizar. Sea del altiplano, valles o del oriente, buscamos comercializar nuestro producto estrella: la quinua 

Más beneficios económicos, pero….

Visitamos el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y de Recursos Naturales ubicado en la Facultad de Agronomía de la Universidad Mayor de San Andrés, su Director es el Ingeniero Fernando Manzaneda Delgado.

La UMSA realiza experimentos con injertos perennes para producir quinua en tierras bajas. Aclimatan las semillas extraídas del Altiplano Sur para que se adapten a temperaturas medias de 22 grados y con lluvias  anuales por encima de  los 1.200 milímetros.

Manzaneda atiende con amabilidad, abre espacio en su escritorio lleno de carpetas y documentos antes de responder a las preguntas. Explica que hay que diferenciar entre  semillas mejoradas y aquellas genéticamente modificadas, éstas últimas denominadas transgénicas. 

Todos los productos conocidos como cultivos orgánicos son aquellos que resultan de la práctica de actividades agrícolas de manera natural, sin intervención de químicos o fertilizantes. Por eso es “un cultivo sano”, a diferencia de los que emplean químicos que se quedan en el producto y son elementos nocivos para la salud; pueden producir cáncer u otras enfermedades.

La única consecuencia positiva del uso de semillas mejoradas, será para la empresa que las cultiva, por el potencial productivo los rendimientos serán superiores a los de un agricultor tradicional, asegura.

Señala que la Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria prohíbe los cultivos transgénicos, a excepción de la soya. “No conozco otro producto que tenga autorización, pero las leyes no se acatan. Hay proyectos para producir frejoles y maíz transgénicos, pero sus impulsores no están legalmente autorizados para usar estas semillas y dedicarse al sistema productivo”.

Considera que con el tiempo, habrá que determinar si la quinua modificada genéticamente alterará el mercado de la orgánica. “Hasta que se aclimate el cultivo y que se maneje técnicamente, pasará cierto tiempo. Aunque, de alguna manera, podrá afectar a la zona tradicional de producción  por la elevada productividad,  comparada con la tradicional”.

El tiempo tendrá la última palabra

Dos artículos de la Constitución y la Ley de la Revolución Productiva amparan la soberanía alimentaria de Bolivia. La soberanía alimentaria se entiende como una práctica para nutrirse con alimentos sanos y que no dañen el medio ambiente ni la salud de las personas.

A partir de este concepto, Manzaneda explica que los transgénicos no mejoran la alimentación de la población, pone como ejemplo la soya transgénica. Asegura que el país no exporta de forma directa el producto y aclara que éste sirve para alimentar a cerdos, reses y pollos.

Para el agrónomo, los transgénicos son nocivos para la salud humana, tienen impacto ambiental y causan problemas sociales. “Estos productos demandan monocultivo, son producidos a gran escala, en grandes extensiones de terreno y ya no necesitan de mano de obra para erradicar malezas, para eso los productores recurren a la fumigación aérea”.

Como conclusión se puede señalar que la batalla por el “grano de oro”, se desarrollará en los mercados internacionales. Los compradores deberán decidir, en el futuro, sí apostarán por la calidad de la quinua tradicional o por los precios que impondrá la “tropicalizada”.