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Al trabajo con mi hijo

Fondo Concursable para la investigación periodística
La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.
De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.
A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

 

Lilian Castillo

Está en el altiplano boliviano, a pocas horas de la sede de gobierno, su nombre deriva de Uru Uru, el pueblo de los Urus, establecido antes del incario, cuyos escasos descendientes se vieron duramente afectados en este año por la desaparición del Lago Poopó, principal fuente de su sustento. Los Urus, hombres del agua, están emigrando a diferentes lugares a un destino incierto.

La cercanía de Oruro con los departamentos del eje central no fue una influencia para el crecimiento de esta ciudad que tiene como sostén a la minería y el comercio; considerando la caída de los precios de los minerales, la economía está muy afectada, por lo que algunos de sus habitantes decidieron emigrar. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 2013 la población se redujo en un 6%.

El informe del INE, dado a conocer en el aniversario patrio de este año, da a conocer que en Bolivia la población joven entre 19 y 28 años es de más de 2 millones y medio. De ese total, 121 mil están en Oruro, 62 mil son varones y 59 mil, mujeres., De ellas, 22.713 fueron madres y el 22% son jefas de hogar. Indudablemente una enorme responsabilidad para todas ellas y una gran necesidad de fuentes de empleo; pero al carecer de formación, solamente acceden a puestos en el sector informal. Y es que la mayoría de las fuentes de trabajo están en este sector, que requiere personal que esté más tiempo del establecido, gane menos y no exija beneficios sociales.

Juan Tórrez, Inspector del Trabajo en la Jefatura Departamental afirma: “Si bien tenemos conocimiento de las empresas registradas legalmente y que otorgan a los trabajadores los beneficios establecidos por Ley, a la par tenemos empresas que no están registradas; por este hecho, no poseemos datos de empresas del comercio informal en las que se vulneran los derechos. Pagan por debajo del mínimo nacional, inclusive tienen turnos de 12 horas, un ejemplo son los comercios de la calle Bolívar (calle con varios negocios en el centro de Oruro), donde las empleadas trabajan todo el día con sueldos de Bs 1.200 a 1.300. En este grupo hay mujeres jóvenes con sus niños, que al no tener dónde dejarlos los llevan al trabajo cumpliendo una doble función”, afirma.

Muchas madres en su necesidad de sustento, ni siquiera pueden elegir un trabajo y se acomodan a lo que está en oferta, los beneficios y horarios se hacen a un lado.

Desde Uyuni para vender salteñas

Jennifer, llegó a Oruro desde Uyuni. Ingresó a trabajar como empleada del hogar en febrero de 2015 y percibía buen salario. Ella tenía un propósito, hacerse conocer por su dedicación en el trabajo y posteriormente pedir que le permitieran traer a su hijita de Uyuni. Los empleadores accedieron, pero al retornar con su pequeña de dos años y medio, se encontró con que ya no requerían sus servicios.

Consiguió un empleo para vender salteñas, en el que debe comerciar cada día Bs 150, recibiendo un pago semanal de Bs 200. Cada mañana recoge su carrito a las 7:00. Es una experta en la venta, pero en esta época del año su pequeña  enfermó tres veces, por lo que está en búsqueda de otro trabajo donde le permitan llevarla. “Quiero quedarme en Oruro, al año mi hijita tendrá que estudiar y estoy buscando trabajo para mantenerla, quisiera que alguien me colaborara, pero es difícil cuando conoces a pocas personas y mucho más difícil cuando quieres que tu hija te acompañe en el trabajo, por suerte mi prima vive aquí y tengo un techo, pero ella no puede cuidarla”, dice.

En una caminata por la zona central de Oruro, identificamos 52 puestos callejeros de salteñas. De los vendedores, cinco eran varones y 47, mujeres; de todas, 11 estaban con sus hijos, a quienes se hizo la consulta. Si tienen éxito en la venta se retiran hasta el medio día o antes; si no, deben quedarse hasta las 2:00 de la tarde y terminar el producto. Existen días de baja demanda.

Trabajadoras del hogar

Con relación a las trabajadoras del hogar, hace cuatro años el INE dio a conocer el dato de que en Oruro existían 1.456 empleadas en el rubro.  Según esa entidad, el salario que percibían estaba cercano al mínimo nacional, un logro en nuestro país para ese sector. En relación al trabajo de madres junto a sus hijos, Susana Mirabal presidenta de la Federación Nacional de Trabajadoras Asalariadas del Hogar de Bolivia (Fenatrahob), aseveró que sí hay afiliadas que realizan sus labores acompañadas de sus hijos previo acuerdo con sus empleadores. Mirabal, afirma que muchas de las afiliadas perciben el salario mínimo nacional de Bs 1.805, pero al conocer que las afiliadas son en promedio 40 y que asistieron a la última reunión 25, nos damos cuenta de la diferencia abismal de la información tomando en cuenta el dato el INE.

La indiferencia mamá

Sofía, tuvo a su hijo el último año de colegio. Su padre trabaja en Potosí, vive con su mamá en Oruro, aunque ésta se niega a apoyarla, por lo que no puede estudiar y debe trabajar junto a su bebé. Consiguió un empleo para vender dos días a la semana en la feria del mercado Fermín López. Miércoles y sábado ingresa a las ocho de la mañana, va con Javier de dos años y retorna al promediar las 22:30 o más.

“Los días de feria son cansadores, debo cargar a mi hijito para poder atender en la tienda. Cuando está inquieto o llora es difícil, a veces pierdo ventas. El mejor momento es cuando duerme, lo acomodo en su carrito. Por día gano 80 Bolivianos y cuando hay buena venta gano hasta 100, ese dinero debe alcanzar para cada semana”.

En nuestro país, las madres pueden llevar a sus hijos al trabajo y también donde estudian, con el fin de brindar a los bebés la lactancia exclusiva hasta los seis meses de vida, según la Ley 3460 de Fomento a la Lactancia Materna. Pero no existe una norma que apoye la creación de guarderías u otros centros donde las madres puedan dejar a sus niños seguros mientras trabajan. Según información del titular de la Jefatura del Trabajo, Arturo Alesandri, la empresa Vinto tiene una guardería, y dos facultades de la Universidad Técnica de Oruro están en el afán de contar con ese servicio para las estudiantes, aunque todavía hay muchos obstáculos.

“En Bolivia hay una discriminación sobre la condición laboral de la mujer y mucho más de la mujer en su condición de madre, es un tema que no se puede negar. Los trabajos manuales, los trabajos que involucran de alguna forma el manejo de las manos, del ejercicio físico son aquellos a los que tienen acceso las mamás con niños lactantes o con niños pequeños, pero son también las circunstancias en las que normalmente son más discriminadas”, asevera Alesandri.

En la Jefatura del Trabajo no se tienen estudios ni estadísticas sobre este tema.

Mandaco

Un día ordinario en el minibús tuve que recorrer un largo trecho. El conductor tenía junto a él a un pequeño niño que por el trato y la forma cómo le hablaba pude percatarme que era su hijo. Dos señoras que estaban sentadas en la parte posterior comentaban sobre el chofer.

– Este mandaco, mira a ver con su wawa está. – Debe ser un dominado, y las dos soltaron una risa burlesca y continuaron hablando del tema incomodando al conductor. Obviamente, aunque no en la misma cantidad que las mujeres, también hay hombres que llevan a sus hijos a trabajar con ellos, así que me dediqué a buscar estos ejemplos y encontré varios. Tal vez el esfuerzo y los días no sean en la cantidad que lo hace una madre, pero existe. Lo más interesante es que nuestra sociedad y las mismas mujeres critican este hecho y es otro tema con el que se tiene que lidiar.

Mientras, las necesidades de empleo siguen latentes en un medio que no tiene las posibilidades de ofrecerlo, mucho peor para las madres que desean desempeñarlo junto a sus hijos, la mayoría de ellas jóvenes y con la necesidad de mantenerlos, poniendo en riesgo su salud y exponiéndolos al peligro.

Hay muchas más vendedoras de salteñas, muchas más empleadas o más madres molestas con sus hijas, lo cierto es que aún hay carencia de fuentes de empleo e infinidad de necesidades y un comercio informal que crece y crece, por lo que existirán más Sofías, más Jennifers y tal vez más mandacos mientras las condiciones de vida no mejoren en el país, mientras falten fuentes de trabajo de calidad y mientras Oruro siga en el retraso.

 

El arte: una oportunidad de empleo para la juventud

 

Fondo Concursable para la investigación periodística
La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.
De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.
A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

                                                                                                                                                       Nils Puerta Carranza

Se escuchan risas y gritos en coro de niños que siguen atentamente la narrativa de Alicia que, acompañada del Conejo el Relojero, estimula la imaginación de José Alejandro, quien celebra sus diez años de vida, acompañado de sus invitados.

Una niña levanta la mano y pregunta: “¿Alicia, te quedarías a vivir en ese mundo mágico?”.
La respuesta no se dejó esperar, fue un contundente SÍ.

“Estas lindas emociones las paso casi todos los fines de semana, preferentemente los sábados”, dice María (nombre ficticio).

Quién se podría imaginar que, a pesar de la adversidad que existe en Tarija para conseguir trabajo, especialmente para los jóvenes, una mujer de dieciocho años logra hacerlo y su fuente laboral es fruto de un emprendimiento propio. Pero eso no es todo, su trabajo no es un empleo convencional de venta de productos u otra actividad transaccional como generalmente ocurre en el mercado formal e informal, sino que el trabajo que realiza María se plasma en el arte escénico con una narrativa que deja boquiabiertos a niñas y niños, estimulándoles su imaginación gracias a personajes fantásticos. Ella se dedica a contar cuentos disfrazada de Alicia en el País de las Maravillas.

“Es un trabajo que me gusta y me ayuda a sobrevivir, ya no tengo que estar en las esquinas de las calles limpiando parabrisas y estar de acróbata para que me den unos pesos. Eso hice al principio cuando me encontraba totalmente desamparada”, confiesa.

Este modelo de existencia es una inspiración para las y los miles de jóvenes que no encuentran rumbo en sus vidas, desestimando sus potencialidades y dejando que las circunstancias los invadan.
La entrevista hecha historia.

Al promediar las 17:30, en una tarde donde el sol resplandecía y sus rayos calaban sutilmente en el valle central de Tarija, rodeados por una hilera de árboles de diferentes tonos que creaban el ambiente propicio, grabadora en mano, conversaba con María en la transitada avenida Costanera.

¿Por qué escapaste de tu casa?

“Decidí salir de la casa de mi padrastro por el acoso sexual permanente y abusivo. La dejé a mi madre y a mi hermanito de tres años. Ya no aguanté lo que me hacía ese desgraciado”, infiere María, con los ojos llenos de lágrimas, cruzando sus brazos como si tuviera frío. “Desde que tenía catorce años he sido objeto de maltrato y violación, mi vida era un infierno, tenía miedo de contarle a mi madre, me aguanté tres años fingiendo que todo estaba bien”.

“Todas las veces que mi madre salía a vender, el sinvergüenza aprovechaba de mí y me amenazaba con hacerle daño a mi madre si yo lo denunciaba. Realmente fue un martirio y mi único refugio eran los libros de cuentos que me regaló mi papá cuando tenía siete años y que los tengo guardados hasta ahora. Son tres cuentos maravillosos: Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, el Patito Feo de Hans Christian y Blancanieves de los Hermanos Grimm, que eran mi refugio después de los maltratos y abusos recibidos. Los leía y me ayudaban a refugiarme en el mundo de la fantasía, me gustaba mirarme al espejo y leer en voz alta moviéndome, bailando, haciendo gestos tratando de imitar las expresiones de Alicia”, recuerda.

¿Cuándo dejaste tu casa?

“Eran las 11 de la noche del 19 de marzo de 2014, dejé a mi madre y a mi hermanito, salí con una mochila donde guardé ropa y por supuesto mis apreciados cuentos. Al momento de cerrar la puerta, encomendé a Dios y a mi padre que está en el cielo que me protejan y emprendí el paso escabulléndome por las calles de la ciudad de Tarija”.

¿Cómo sobreviviste a la situación?

“Siempre pasábamos por la plazuela Sucre, allí conocí a unas amigas y amigos que hacían artesanías y malabarismo. Me gustaba y les pedí quedarme con ellos para aprender de su arte y viví trabajando en las calles.

“Una noche de abril, me impactó la obra de teatro de un elenco español y esa fue la inspiración por la cual me decidí a contar aquellos cuentos que ya conocía de memoria. Así surgió la idea de ofrecer mis servicios como animadora de cumpleaños para niños”.

¿Es un trabajo rentable?

“En un principio realmente fue difícil convencer a los padres de familia de nuestra oferta. Más solicitaban payasos que cuentacuentos, hasta que decidimos acudir a la Casa de la Cultura donde nos abrieron las puertas para hacer una presentación. El auditorio no se llenó, pero sí tuvimos concurrencia. El espectáculo se desarrolló exitosamente. Había mamás que les gustó y se nos acercaron para preguntar si podíamos ofrecer espectáculos a domicilio. Y así logramos nuestro primer trabajo”.

Esta historia nos enseña que a pesar de las adversidades la vida puede cambiar, María nos da el ejemplo: la actividad que más nos gusta  podría convertirse en una fuente de trabajo.

El drama de  conseguir trabajo

Viky es una joven de 23 años, su pareja la abandonó cuando nació su segundo hijo. Por circunstancias adversas, renunció a seguir sus estudios en el Instituto de Bellas Artes; lugar donde, según ella, se siente libre.
Su realidad laboral fue tortuosa, según nos cuenta, tuvo que hacer de todo: empleada doméstica, mesera en un local de comida rápida, recepcionista en un centro de Internet y también de niñera.

“No fue fácil conseguir trabajo, peor si tienes bebés, te tratan mal en su generalidad, ven  sus beneficios más que el de ayudarte, te explotan aumentándote el trabajo no acordado y sólo te queda aguantarte y aceptar lo que te dicen”.

“A pesar del sueldo mísero que no te alcanza para nada y estás metida todo el día en ese lugar, no tienes ningún beneficio social. El año pasado fue terrible. Me puse muy mal, estaba enferma con gripe y le pedí a la señora dueña del local que me ayude con aportes al seguro social y así contar con la atención médica, pero para qué le habré dicho, ella me despidió”.

Cansada de estar sometida, maltratada y explotada, decidió retomar lo que más le gusta: pintar. Participó de un taller de pintura en piedra y, a partir de esa experiencia, se dio cuenta que puede vivir de eso. Hoy en día participa de ferias en diferentes lugares vendiendo sus trabajos que son admirados, gracias a las enseñanzas de Daniela Villarroel, quien dio el curso en la Casa de la Cultura.

“Desde que aprendí la técnica de pintado en piedra mi vida cambió, soy independiente, hago mi trabajo con música, los veo a mis hijitos y encontré manos amigas que me están ayudando y felizmente estoy saliendo adelante”.

Vidas diferentes, destinos comunes

María y Viky, dos mujeres jóvenes que pese a las vicisitudes que se presentaron en el camino de sus vidas, supieron salir adelante,  apostaron por lo que más les gusta hacer,  se inclinaron al arte y éste fue el instrumento laboral que las sacó de la precariedad.

El arte es un espacio que en nuestro medio no se ha potenciado y estas historias que inspiran, nos mueven para exigir a las autoridades municipales y de gobierno hacer los esfuerzos necesarios de brindar posibilidades de formación en distintos ámbitos artísticos como posibles alternativas laborales.

Situación laboral de las mujeres en Tarija

Un estudio de percepción ciudadana sobre las oportunidades laborales para las mujeres en la ciudad de Tarija (ww.ecam.org.bo), evidencia que del total de las mujeres  encuestadas que desarrollan un actividad económica, el 32% son trabajadoras por cuenta propia o dirige un negocio propio; es decir, genera su propia fuente de trabajo.
Para el 54% de las mujeres encuestadas, la apariencia seguida de la edad, son factores que imposibilitan acceder a una fuente de trabajo.

La desigualdad salarial entre hombres y mujeres, se reafirma en esta encuesta cuando un 54% de mujeres señala que a veces reciben salarios igual que los hombres. Entre las principales razones por las que existe esta diferencia salarial, se señalan las siguientes:
•    Se valora más el trabajo de los hombres.
•    Existe discriminación sólo por ser mujer.
•    Por las responsabilidades en el hogar y su rol de madres.

Las mujeres encuestadas señalan conocer muy poco de sus derechos laborales y las instancias de denuncia cuando se vulneran los mismos, este factor es determinante para la exigibilidad de sus derechos económicos.

En la ciudad de Tarija, las actividades económicas con mayor presencia de mujeres, tienen que ver con la informalidad laboral.

¿Quién defiende a las periodistas?

 

Fondo Concursable para la investigación periodística
La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.
De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.
A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

                                                                                                                                            Betty Condori Rojas

Las periodistas defienden los derechos de todos, pero nadie las defiende a ellas, ni siquiera ellas mismas. Eliana Terrazas trabaja hace seis meses en el área de prensa del canal de televisión de la Universidad Técnica Privada Cosmos (Unitepc), en Cochabamba. No recibe un sueldo, sino una bonificación de 500 bolivianos. Hace un año, en otro medio de Quillacollo, le pagaron en especie, con ropa de un shopping.

Con 23 años, Eliana es soltera y egresada de la Universidad de Aquino Bolivia (Udabol). En el canal, otras tres periodistas jóvenes están en las mismas condiciones.
Este sistema laboral que se observa más en las radiodifusoras y algunos canales de televisión, llama la atención de Ernesto Pérez del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien habla del trabajo a destajo con condiciones mínimas de decencia. “Es un empleo indigno, de baja calidad”, califica.

La jornada laboral de un trabajador es de ocho horas diarias y nadie puede ganar menos de 1.605 bolivianos mensuales, por Decreto Supremo del 1 de mayo de 2016. Las periodistas jóvenes extienden sus actividades entre 10 y 12 horas, no perciben horas extras ni otros beneficios.

El día de Eliana inicia a las 8:30 de la mañana hasta las 13:30. Diez notas periodísticas es lo que debe generar cada día y a veces incluso editarlas. Permanece en su fuente laboral cinco horas, más de medio tiempo; por tanto, su salario tendría que ser mayor a los 800 bolivianos mensuales, pero gana 500.

“Es un bono por pasajes y alimentación, eso es lo que me han explicado”, señala.

Le fueron asignadas fuentes políticas como la Alcaldía, Concejo, Gobernación y debe preocuparse de cubrir al presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, cuando hace noticia.

Las tres jóvenes periodistas que comparten la fuente laboral de Eliana son también recién egresadas. Mientras tanto, la remuneración del camarógrafo es de 700 bolivianos por el mismo tiempo de trabajo.

El estudio Empleo en Bolivia: Algunos hallazgos del Informe de Desarrollo Humano 2016 elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), encuentra discriminación en los ingresos por género. Los femeninos sólo representan el 44% de los masculinos, en 2013.

En Bolivia, 11.463 periodistas desarrollan labores diariamente, de los que 7.956 son hombres y 3.507, mujeres. El informe del Censo 2012 del Instituto Nacional de Estadística (INE), incluye profesionales en ciencias de la comunicación, redactores de estilo, locutores de radio, televisión u otros medios, técnicos en radiofusión y grabación de audiovisual y especifica que del total, 4.404 están entre los 15 a los 29 años; 1.620 son mujeres y 2.775, hombres. Trabajan más en el área urbana (10.915) que en el área rural (548).

De acuerdo al mismo informe, en Cochabamba trabajan 655 periodistas jóvenes, siendo 258 mujeres y 397 hombres.

Para el experto Ernesto Pérez del PNUD,  la situación de las jóvenes periodistas es una demostración de las condiciones inadecuadas que no sólo se presenta en la economía informal, sino que también ocurre en empresas legalmente establecidas. “Trabajar en una empresa no es garantía alguna de que se vaya a generar empleo de calidad”, asegura.

Para  Eliana, su condición laboral no parece afligirla. Es más, cuenta que hace un año era peor. Al ingresar al Canal 23 de Quillacollo, también en prensa, el propietario le aclaró que si quería alguna remuneración debía buscársela ella misma consiguiendo un  contrato publicitario. Halló respuesta en un shopping, pero por intercambio de servicios; es decir, el pago fue en especie, con ropa. Luego, el acuerdo fue con pago en efectivo. De 1.200 bolivianos acordados mensualmente, el 70% iba a las arcas del dueño del medio y el 30% se quedaba con ella (360 bolivianos al mes). “Si no había publicidad, tampoco había ingreso alguno”, complementa.

LA SITUACIÓN DE LUISA

La condición de Luisa (nombre ficticio) no es diferente. Ella trabaja en una de las emisoras grandes y de mayor audiencia de Cochabamba. El domingo 10 de julio fue a Colomi (región del trópico), a cubrir el conflicto vecinal por límites con Villa Tunari que terminó con enfrentamientos y gasificación. La jornada empezó a las seis de la mañana y se extendió hasta más allá de las seis de la tarde. Fue protagonista de doce horas continuas de transmisión sobre los violentos hechos, en un trabajo que ofrece pocas condiciones principalmente para las mujeres jóvenes.

Luisa tiene 25 años. Es soltera y el trabajo no le preocupa; es más, dice que le apasiona “la acción”. Llegó hasta el lugar en trufi, no tuvo un alimento consistente durante el día porque, en las condiciones violentas del entorno, hallar un plato de comida era un triunfo. El retorno fue también por cuenta propia, aunque esta vez se arrimó al transporte de uno de los canales de televisión.

A la consulta de si recibió el triple pago que las leyes laborales determinan por faenas en domingo, dijo: “No sé, no creo, nunca ha variado mi sueldo por trabajar en domingo”. La Ley General del Trabajo vigente en el país, establece el pago triple por una jornada en domingo, pero para el sector de la prensa no se considera este mandato.
La radialista cuenta que en realidad recibe parte de su sueldo en efectivo, que es el monto básico de 1.800 bolivianos, y que si quiere mejorar sus ingresos debe buscar un auspicio publicitario.

A EDITH LE VA MEJOR

A diferencia de Eliana y Luisa, a Edith Erquicia, comunicadora formada en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), no le fue difícil conseguir empleo en medios de comunicación. “No me puedo quejar”, afirma, aunque tuvo ciertas dificultades al inicio. Empezó en 2011, cuando aún cursaba el séptimo semestre de la carrera. La idea era hacer prácticas de redacción en el programa del periodista Martín Colque. Percibía 450 bolivianos por cinco horas diarias.

Luego vino su experiencia en radio Fides Cochabamba, donde permanece. Su salario es de 3.500 bolivianos, tiene seguro de salud y los fines de semana no trabaja, pero antes debe dejar dos notas para el primer informativo del lunes.

¿Y LA DEFENSA?

Ninguna denuncia de trato y trabajo indignos ha llegado hasta la Federación de Trabajadores de la Prensa de Cochabamba, la organización sindical que los aglutina y cuyo objetivo es defender los derechos de los trabajadores.

“Para nosotros no es difícil emitir una denuncia, lo difícil es comprobarla. Las supuestas víctimas tienen miedo de quejarse y cuando nos acercamos a ellas, niegan todo maltrato”, señala el ejecutivo de la Federación, Claudio Rojas.

En tanto que para el presidente de la Federación de Medios de Comunicación de Cochabamba, Antonio Torrico Saavedra, el momento pasa por varias instancias, pero principalmente por la crisis de las radioemisoras que cerraron o su personal se redujo a sólo dos personas, además “muchos medios sufren las consecuencias de la asfixia económica del Gobierno”, porque eliminó las publicidades para algunos medios que considera contrarios a la posición del Movimiento al Socialismo (MAS). También el mercado cochabambino no es lo suficientemente grande y fuerte como para costear los costos operativos. “Entonces, los dueños de medios optan por fletar espacios, no importa a quién”, sentencia.

Torrico señala que como Federación no tiene ningún pronunciamiento sobre la situación laboral de las periodistas, porque actualmente ocupa su tiempo en reestructurar la institución. El número de afiliados  apenas  llega a siete en Cochabamba: dos periódicos, tres radios y dos canales de televisión. Desconoce cuántas periodistas trabajan y en qué condiciones.

Está convencido que los periodistas deberían percibir el salario mínimo, como cualquier otro trabajador. “Si a una trabajadora del hogar se le paga el mínimo, cómo a un periodista se le puede dar menos. Se necesita que haya una representación sindical dura en defensa de los defensores de los derechos de los demás”.

Torrico es propietario de la radio Centro y asegura que paga a las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) y que el sueldo depende de la antigüedad. El jefe de prensa debe recibir entre 5.000 a 6.000 bolivianos.

Recuerda que las radios cumplen “turnos infames” porque llegan a las cinco de la mañana, al medio día deben empezar a preparar el programa hasta las 13.30 y volver en la noche.

El director de Trabajo de Cochabamba, Vladimir Villarroel, se comprometió a informar sobre las inspecciones realizadas a los medios para comprobar las condiciones laborales, pero suspendió la entrevista.

“Los dueños de los medios o los productores de programas independientes deciden la forma de pago. Como Colegio sólo observamos y alguna vez nos pronunciamos para dignificar al periodista con título, pero otros gremios tienen celos de que nos involucremos con sus asociados”, afirma Lucio Aponte, presidente del Colegio de Comunicadores Sociales de Bolivia.

Aponte considera que se necesita una norma “para que no sigan estos abusos, más considerando que la mayoría de los propietarios de medios es empresario y busca el lucro”.

Rojas parte por pedir que las periodistas denuncien para que la Federación intervenga y considera que las periodistas deben amar y defender lo que hacen y no regalar su fuerza de trabajo. Mientras tanto, Eliana espera que su situación sea temporal y que muy pronto se presenten otras mejores oportunidades.

DATOS

Las periodistas
* De acuerdo al Censo de 2012 del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Bolivia existen 11.463 periodistas (se incluyen profesionales en ciencias de la comunicación, redactores de estilo, locutores de radio, televisión u otros medios, técnicos en radiofusión y grabación de audiovisual), de los que 3.507 son mujeres y 7.956, hombres. En el área urbana están 10.915 y en el área rural, 548.
–       En Bolivia, 4.404 periodistas están entre el rango de los 15 hasta los 29 años, de los que 1.629 son mujeres y 2.775, hombres.
–       En Cochabamba trabajan 655 periodistas, siendo 258 mujeres y 397 hombres.
–       En el estudio “Periodistas ante el espejo”, el ONADEM señala que el salario promedio que reconocen percibir los periodistas es de tres mil bolivianos, con algunas variaciones según ciudad y empresa.

– En el mismo estudio, se señala que los periodistas trabajan alrededor de 12 horas y hacen turnos de noche, fines de semana o días feriados sin pago extra.

Este reportaje se efectuó gracias al Fondo Concursable para Investigación Periodística impulsado por la Fundación para el Periodismo (FPP) y  Solidar Suiza, instituciones que seleccionaron y apoyaron 16 proyectos periodísticos de todo el país.

Experiencia laboral versus título profesional

 

Fondo Concursable para la investigación periodística

La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.
De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.
A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

                                                                                                                                                                  Susana Maldonado Luna

La experiencia laboral y el título profesional se han convertido para las jóvenes egresadas o tituladas de una carrera en dos golpes dolorosos y simultáneos al momento de postular a un trabajo.
Una encuesta acerca de la demanda laboral juvenil realizada el 2014 por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) a las diferentes empresas del municipio de La Paz revela las razones, asociadas a la oferta y demanda, por las que no se contratan jóvenes profesionales.
Los datos obtenidos indican que el 33% de las empresas prefieren contratar a personas adultas, el 15,4% requieren profesionales con experiencia, el 14,3% solicitan únicamente el título profesional. Estos resultados reflejan cómo ambos aspectos son considerados de importancia para las empresas al momento de contratar personal.


Desempleadas a pesar de tener título profesional

Una investigación realizada por el CEDLA, solicitada por la Alcaldía de La Paz en 2012 y que fue presentada el 2015, revela que la tasa de desempleo en mujeres de entre 15 y 24 años que viven en la urbe paceña alcanza el 24%. Del total, las jóvenes que cuentan con educación superior enfrentan el 23% de falta de espacios laborales. Es decir que 23 de cada 100 mujeres con profesión aún no tienen trabajo.
Muchas graduadas al año salen del claustro universitario prestas a implementar los conocimientos adquiridos en una fuente laboral. Pero la paradoja cruel a la que se enfrentan a la hora de buscar un empleo es que muchos anuncios en busca de recursos humanos, publicados en diferentes medios impresos y páginas web de empresas, resaltan dos puntos indispensables: experiencia laboral y título profesional.

Empresas resaltan la importancia de tener experiencia laboral y título profesional

Cada empresa tiene sus propias políticas y procedimientos de contratación de personal basados en la Ley General del Trabajo, sin embargo jefes de área encargados del reclutamiento destacan que ambos puntos son relevantes según el cargo que se requiera.

Mónica Cuba, Jefa de Comunicaciones y RRHH de la institución Soluciones Prácticas, manifiesta: “Tanto el título profesional como la experiencia laboral son importantes.. Tienen un peso y ponderación específicos al momento de elegir.”

Por su parte Carla Fuentes, Responsable de Proyectos y Contratación de Personal del Centro de Investigación y Planificación Participativa, resalta “Sobre todo valoramos la experiencia profesional, pues corresponde al criterio de pertinencia que nos garantiza que el o la postúlate conoce y se ha desenvuelto en cargos o funciones similares, con resultados positivos. Obviamente que, si cuenta con títulos y experiencia, esto tiene mayor relevancia.”
Según estudios realizados el 2012 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Bolivia  (PNUD), al menos 43 mil profesionales jóvenes recién egresados de las universidades están desocupados, de este total 29 mil son mujeres.

“Soy mamá y profesional titulada”

Las oportunidades han sido escasas para Adriana Troche, joven de 25 años, titulada el año 2013 de la carrera de Comunicación Social y madre de un niño: “Tras realizar una pasantía fui profesional invitada en la misma institución por tres meses, pasado ese tiempo empecé a buscar trabajo, pero mi experiencia era muy poca y eso me impidió conseguir trabajo”, sostuvo.

La exigencia de experiencia laboral por parte de las empresas del municipio, reflejada en los estudios realizados por el CEDLA, representa un gran obstáculo para las jóvenes profesionales.

¿Cuánto tiempo de experiencia laboral debe tener un profesional para ser contratado?

Carla Fuentes responde: “Esto depende del cargo en cuestión. Si es para un puesto con alta responsabilidad, de toma de decisiones y representación institucional, al menos se solicita 5 años de experiencia. Si se trata de un puesto intermedio, se solicita 3 años de experiencia; y si es para puestos operativos de corta duración, con tener experiencia en el ámbito se considera la postulación”.

Por su parte Mónica Cuba manifiesta: “Depende de los requerimientos específicos, del cargo, del objeto de contratación, de las características de la mismas incluso no mencionarse en las convocatorias. Depende mucho de varias variables del proyecto, de la persona responsable, de las normas de las instancias donantes etc.”.

“La falta de título me impidió ser contratada”

Ivana Toro García, joven de 26 años, a quien falta una materia para egresar de la carrera de Comunicación Social, madre de una niña de seis años, resume las oportunidades que ha perdido a causa de no contar con el título profesional: “Los problemas que tuve que enfrentar mayormente fue el hecho que no tenía mucha experiencia y, como no tenía un título profesional, muchas veces hay empresas que no valoran que has hecho pasantías. Hice pasantías en diferentes medios y empresas donde, después de un tiempo de trabajar gratis, me invitaban a trabajar medio tiempo por el cual me pagaban un bono. El 2014 ingresé a una empresa para realizar una pasantía donde dejaron después que me quede a trabajar, lo que pasó acá creo que por no tener el título profesional no me contrataron, pero me daban un sueldo a un inicio y después contrataron a otra persona”.

“Actualmente trabajo en el periódico El Diario, donde valoraron toda la experiencia adquirida en las pasantías a pesar de no contar con el título profesional”, manifestó Ivana Toro.

Sin embargo, investigadores del CEDLA manifiestan que este resultado del 23% de profesionales mujeres jóvenes desempleadas es un porcentaje “extraordinariamente altos”, pues la tasa promedio de desempleo del país es del 10%. Además, supera al 19% de la tasa promedio de desempleo de hombres registrada hasta 2011.

La Fundación para la Producción (Fundapro) publicó datos que señalan que de 170.000 egresados y titulados de universidades sólo el 50% logra trabajar; la mitad en el área en que se formó y el resto en otros rubros.

¿La pasantía se ha convertido en una solución para conseguir un trabajo?

“Actualmente tengo un trabajo, pero tuve que hacer pasantía por tres meses sin sueldo ni bono de pasajes, ni nada, antes de ser contratada”, cuenta Alejandra Mendoza Gallardo, joven de 24, egresada de la carrera de Derecho el año 2013, madre de una bebé.

La duración promedio de la mayoría de las carreras profesionales es entre 4 y 6 años, sin retrasos de materias. Dependiendo a las modalidades de titulación que brindan las diferentes casas de estudios superiores, los jóvenes logran obtener su título profesional a un mediano y largo plazo por diferentes circunstancias: económicas, sociales o familiares. El intervalo que existe entre terminar la universidad y obtener el título académico puede ser de meses y hasta de años, dependiendo la situación de cada persona.

El terminar todas las materias de una carrera y ya no ser más un estudiante de la universidad, sitúa a este grupo de jóvenes en el sector de desempleados. A la hora de buscar un trabajo, para este nuevo sector de profesionales egresados el primer obstáculo es no contar aún con un título académico. Y, con el afán de abrirse espacio en el mercado laboral, muchos de ellos optan por realizar pasantías con el fin de obtener experiencia laboral, un certificado de trabajo o ser contratados.

Por su parte, Ivana Toro agregó que “se debe realizar pasantías antes de postular a un trabajo, porque todo lo que aprendiste en la universidad no es lo mismo en la práctica, es diferente. Pero también es importante que estas pasantías sean reconocidas como parte de la experiencia laboral”.

Mónica Cuba respalda que las pasantías son admitidas bajo requerimiento argumentado o estratégico y el contrato de aprendizaje implica un bono de pasajes y un certificado. “Sí, de hecho a la fecha el 70 o 80% han sido contratados posteriormente según su desempeño y la capacidad económica administrativa del periodo, que depende de los proyectos en ejecución y su capacidad de soporte al recurso humano”, sostuvo.

El título profesional, un obstáculo que para muchos es una oportunidad

Por otro lado, muchos de los egresados, con la idea de que el título académico será la llave para trabajar en su rubro y ser bien remunerado, optan por hacer el esfuerzo de obtener como sea el título profesional, invirtiendo tiempo y dinero para realizar ya sea una tesis o presentarse a un examen de grado.

Pero, para este sector de profesionales jóvenes recién titulados al momento de postular a un trabajo la segunda barrera para obtener el cargo deseado es la falta experiencia laboral.

Y con el mismo afán, estas jóvenes tituladas igual acceden a realizar pasantías, lo que, en muchos casos si no es decir en todos, significa trabajar de tres a seis meses sin recibir dinero ni bonos, todo con el anhelo de ser contratadas en algún momento.

Como fue el caso de Adriana Troche, que tuvo que realizar pasantías previo a ser profesional invitada y gozar de un sueldo. “Para tener un trabajo serio y estable es importante contar con el título profesional”, agregó Troche
“El título académico es muy importante porque te permite ascender a otros puestos y tener mejor salario”, añadió Ivana Toro. “No contar con un título profesional, me ha dificultado encontrar trabajo, es difícil, y más no tener experiencia porque mínimo me pidieron entre 5 a 7 años”, dijo Alejandra Mendoza.

Recomendaciones a la hora de postular a un trabajo

Responsables de la contratación de personal de diferentes instituciones, basadas en su experiencia, aconsejan a las jóvenes tomar en cuenta diferentes aspectos a la hora de postular a un trabajo.

Mónica Cuba, como responsable de área, sugiere a los profesionales jóvenes que para postular a un trabajo deben “comenzar a construir sus currículos desde la mínima oportunidad, estar al encuentro de las oportunidades, no temer al desconocimiento, pedir ayuda, apoyo, consejo: aprender, escuchar y proponer”.

Asimismo Carla Fuentes recomienda cumplir con los siguientes requisitos: “Hacer una presentación de la persona, es decir, quién es, cuáles son sus motivaciones, sus habilidades, aptitudes, cuál es su nivel de formación y cuál su experiencia. Luego pueden destacar en su postulación las aptitudes (organización, disciplina, trabajo en equipo, imaginación y creatividad, etc.) y habilidades (aceptar retos, empatía, capacidad de comunicación, competencia, trabajo bajo presión, etc.) que tienen y que no necesariamente están ligadas a la esfera del conocimiento. Si ya tuvo empleos anteriores, destacar las responsabilidades o funciones que desempeñaba y los resultados que obtuvo. Si es la primera postulación describir claramente la formación académica y formación complementaria (cursos, talleres, etc.) vinculados y relacionados con el trabajo y la formación profesional que se tiene. Y lo más importante, jamás sentirse menos por ser joven o por no contar con título o experiencia, lo que cuenta es la actitud y las motivaciones que nos llevan a hacer las cosas. Por ello siempre demuestra seguridad, alegría y compromiso con lo que haces”.

A pesar de que la Constitución Política del Estado en su Artículo 46 garantiza: “Toda persona tiene derecho: Al trabajo digno, con seguridad industrial, higiene y salud ocupacional, sin discriminación, y con remuneración o salario justo, equitativo y satisfactorio, que le asegure para sí y su familia una existencia digna.” Y de que en su Artículo 48 manifiesta que: “El Estado garantizará la incorporación de las jóvenes y los jóvenes en el sistema productivo, de acuerdo con su capacitación y formación.” Añade que también se “promoverá la incorporación de las mujeres al trabajo y garantizará la misma remuneración que a los hombres por un trabajo de igual valor, tanto en el ámbito público como en el privado.” Aún en Bolivia este sector de jóvenes mujeres y en muchos casos madres recién tituladas o egresadas sigue siendo vulnerable debido a que los índices de desempleo son altos.
Algunas recomendaciones.

Es importante que los jóvenes conozcan y hagan prevalecer sus derechos laborales expuestos en la Constitución Política del Estado y en la Ley General del Trabajo.

También es imprescindible que en el transcurso de su carrera busquen oportunidades en empresas para realizar pasantías certificadas para ir adquiriendo experiencia profesional.

Es necesario ver alternativas de titulación desde un inicio de la carrera para que sea más corto el proceso de la obtención del título académico.

Dependiendo al área de estudio, es recomendable asistir a cursos de actualización, hacer una especialización, saber dos o tres idiomas, etc. Estos aspectos ayudan a que aumente las posibilidades para optar por el trabajo deseado.

La última noche de Iván

Buena Vista prioriza la conservación de sus fuentes de agua

 

Buena Vista se convierte en uno de los municipios líderes en prevenir los efectos perjudiciales del cambio climático en la provisión de agua, consolidando 3.757 hectáreas de bosques bajo acuerdos de conservación.

 

 

Buena Vista es una localidad a dos horas de viaje de la capital del departamento de Santa Cruz, es un municipio que se caracteriza por su diversidad de producción agropecuaria. El trabajo artesanal de las familias locales es conocido a nivel nacional, con la elaboración de tejidos en hoja de palma de jipijapa, como sombreros y otros objetos. Este lugar, que posee una enraizada tradición, está rodeado de bosques amazónicos y tiene como vecino la reserva ecológica Parque Nacional Amboró. Sin embargo, como en muchas zonas de Bolivia, no deja de ser urgente impulsar acciones de conservación de sus fuentes de agua.

En este contexto local, el Gobierno Autónomo Municipal y la Cooperativa COOPAGUAB Ltda. apostaron por impulsar Acuerdos Recíprocos por Agua (ARA) como mecanismo para la protección de los recursos hídricos, además para prevenir los efectos del cambio climático en la provisión de agua. Fue así que, en el marco del cumplimiento del compromiso con las familias que firmaron acuerdos de conservación, se realizó un acto de entrega de incentivos para premiar la decisión de las comunidades de mantener saludable su bosque. Entre dichos incentivos se enmarca el impulsar iniciativas productivas amigables con el medio ambiente, como la apicultura y la fruticultura. Asimismo se entregaron insumos como politubos para el acceso al agua, tejas o calaminas dirigidos a enriquecer las condiciones de vida para mejora de vivienda o espacios de acopio.

Con esta acción Buena Vista consolidó 3.757 hectáreas de bosques, que son conservadas por 207 familias que se benefician del mecanismo recibiendo incentivos. El evento se realizó en la Comunidad Villa Amboró de Buena Vista y contó con la presencia del Secretario Municipal, Enrique Saldía, del Director de Desarrollo Productivo, Enrique Villarroel, de Directivos de la Cooperativa COOOPAGUAB y de la Fundación Natura Bolivia.

Un ejemplo de beneficiario de Buena Vista es el señor Pablo Farfán, propietario de bosques a orillas del Río Saguayo, quien a cambio de conservar, en el marco de los ARA, recibió alambres de púa que le ayudarán a mantener su ganado controlado y fuera de las orillas de los ríos y vertientes, y con ello evitará la contaminación del agua por heces fecales. El señor Farfán, en una entrevista, resaltó: “Me pareció importante conservar mi parcela porque sus árboles son naturales y hay dos curichis, y yo conozco que manteniéndolo sano el bosque se puede conservar el agua pura, no solamente para nosotros, también para nuestras generaciones futuras”.

 

 

 

El derecho al trabajo cuando las calles tienen dueños

 

Fondo Concursable para la investigación periodística

La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.

De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.

A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

Fernando Cantoral

Lizeth Mamani, de 1.50 de estatura y piel morena, es vendedora ambulante y está en el negocio hace más de diez años. Anduvo por muchos lugares, pero ahora vende en inmediaciones del mercado de Villa Fátima, en la esquina del remozado Shopping La Cumbre, sector donde los fines de semana y días no laborables se instala la feria de vendedores de verduras y de toda variedad de alimentos e insumos para el hogar.

Con chompa gruesa de lana que le cubre desde el cuello hasta medio muslo de su pantalón negro, y un sombrero que la protege del áspero frío de julio que lastima  la piel, ofrece cosméticos y pequeñas joyas en un cesto azul parecido a los que se utilizan para depositar la ropa sucia, a riesgo de que la Guardia Municipal le decomise su poca mercadería o sea agredida y expulsada del lugar por las vendedoras agremiadas.

 

 

“Vendo porque tengo bocas que alimentar”, señala.

Desde hace cinco años se encarga de sus dos hijas, Anita (2) y Abigail (5). El padre de las niñas le “vendió” el sueño de formar un hogar, pero nunca cumplió. Desde entonces, ella sola afronta los gastos de la casa y deja en claro que no piensa pedirle nada al “desgraciado” porque iniciarle un juicio por manutención implicaría “gastar tiempo y dinero”, que es lo que le falta.

Es martes y son más de las 09.00. A esa hora hay pocos vendedores pero se escucha la oferta de llauchas, quinua con manzana, quesos frescos y sostenes y calzones; son los vendedores ambulantes que van llegando ante la ausencia de la Guardia y los gremiales.

Lizeth debe ganar como mínimo 30 bolivianos por día para solventar los gastos de alimentación, pasajes y lo que se presente. Para ello administra un patrimonio de al menos 1.000 bolivianos que le permite generar además 600 bolivianos para el pago de alquiler de las dos piezas donde vive y 50 bolivianos para el agua y la luz. En el mejor de los casos, Lizeth aproxima sus ingresos a un mínimo nacional de 1.805 bolivianos para cubrir los gastos de tres personas.

Me dice que hasta el mediodía “venda o no venda” tiene que ir a recoger a Abigail quien estudia cerca de El Prado y, por la tarde, a Anita. “No tengo plata para contratar a una niñera”, reprocha.

Pero conseguir el dinero se hace cada día más difícil. Las ventas bajaron hasta un 50% y además debe lidiar con los gremiales y la Guardia Municipal. Ella es una vendedora sin permiso o “ilegal” y sujeta al decomiso de su mercancía, como le dicen los munícipes. Por esta situación y por los “constantes abusos” que sufre, al igual que sus compañeros, inició la creación de una asociación.

“Nosotros no salimos a la calle para ser competencia de los gremiales, sino por la necesidad que nos obliga, no hay trabajo y tenemos bocas que alimentar”, expresa.

En sus años de vendedora ambulante vio muchos atropellos contra sus compañeros sólo por ejercer el derecho al trabajo y a la subsistencia.

Recuerda que hace unos años tuvo que pugnar fuertemente con los efectivos municipales para rescatar los productos que habían decomisado a un anciano. Mientras el viejo lloraba afligido sobre una vereda de la avenida Buenos Aires, ella forcejeaba con los munícipes. “Logré que le devuelvan al viejito sus cosas”, me dice sonriente y orgullosa.

Las agresiones y frases ofensivas siempre estuvieron presentes en su vida de vendedora. “Qué hace un anciano trabajando, por qué no se va al asilo” o “qué hacen ustedes aquí dando mal aspecto, ilegales, estorbos de la ciudad”, son algunas frases que repite de la Guardia Municipal, de quienes asegura que están prestos a golpear si reclamas.

Por esta situación, y en defensa del derecho al trabajo en un país con desempleo,  acudieron a varios lugares como Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo. Pero “ellos nos dicen que ese tema le compete a la Alcaldía, pero la Alcaldía nos quita nuestras cosas, entonces quién nos va a escuchar. Nosotros no estamos delinquiendo, estamos buscando cómo sobrevivir”, dice muy indignada.

También pidieron audiencia como asociación al director de la Unidad de Mercados del municipio, Kevin Martínez, pero sin resultados. Más bien “nos ha amenazado que ya no sólo se van a llevar la mercadería en la camioneta, sino también a nosotros”.

Lizeth quiere plantear a la Alcaldía tributar para “parar ese abuso” y haya “un poco más de respeto entre las señoras estables y el vendedor ambulante”.

El economista peruano Enrique Ghersi aclara que el vendedor ambulante es, en primer lugar, un comerciante con fines lícitos, porque busca su sobrevivencia, pero se tiene que basar en medios ilícitos, como no cumplir con las normas, porque no le queda otro remedio que hacerlo así. En ese sentido, dice que no son ilegales las personas, sino sus actividades.

Y es que Lizeth, al igual que unas 30.000 personas informales, trabaja sin permiso en las calles porque desde 1994 la Unidad de Mercados del Gobierno Municipal de La Paz optó por ya no entregar más autorizaciones.

La asociación en formación tiene casi 400 afiliados y está conformada en un 90% por mujeres, de las cuales el 60% son madres solteras y administran patrimonios que van desde 60 hasta 1.200 bolivianos. No se trata de grandes comerciantes, sino de aquellos que venden refresco en balde, llauchas, pequeños artículos en general, ropa interior, entre otros.

Mientras conversamos, mujeres de mandil verde claro con gorra blanca y barbijo en la quijada recorren el lugar diciendo a los vendedores ambulantes “tiene que ambular, tiene que ambular”; “levantan” a los “ilegales” y no permite que se queden.

El libro “La batalla por la calle”, del investigador Bruno Rojas, señala que las organizaciones de gremiales llegaron a tal punto que se disputan milímetro a milímetro el espacio público y donde quienes no son de la asociación, son conminados a dejar el lugar.

Hay calles como la Tumusla y la avenida Buenos Aires donde los gremiales trabajan hasta en tres turnos y frecuentemente tienen conflictos con la Guardia Municipal, el tránsito vehicular, los vecinos y entre ellos mismos. “Los puestos en la calle se venden a elevados precios, incluso se vuelven hereditarios, donde el gremial ejerce un derecho de propiedad en el espacio público”, explica Rojas.

Los vendedores ambulantes informales y de precarios recursos constituyen uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. Ser mujer y madre soltera en este ámbito agrava mucho más los niveles de riesgo, más aún en una sociedad marcadamente machista y violenta contra las mujeres, y que ha conseguido el nefasto récord de ser el primer país de la región con el mayor índice de violencia hacia la mujer, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y donde, desde el punto de vista legal y religioso tradicional, un hogar de madre soltera no es considerado modelo de familia.

Un estudio realizado por la Universidad de Humboldt, Alemania, afirma que las madres solteras tienen mejor autoestima que las solteras sin hijos, por su capacidad para sacar adelante a sus hijos sin la ayuda de una pareja; se sienten más fuertes, trabajadoras, positivas y responsables que aquellas que no tienen hijos.

Las madres solteras -prosigue el estudio- no sólo son más positivas y responsables sino que también son más flexibles puesto que tuvieron la gran capacidad de adaptarse a las circunstancias especiales que les deparó la vida.

Pero llevar sobre sus espaldas toda esa carga de compaginar la vida familiar y laboral, estando solas, genera problemas de salud que se manifiestan sobre todo en dolores de cabeza, taquicardia y gastritis, según un estudio del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Bar Ilan de Israel.

Sin embargo, Lizeth es una mujer optimista y siempre sonríe. A pesar de las adversidades que afronta, dice que no se puede quejar porque siendo vendedora ambulante tiene más tiempo para dar cariño y atención a sus hijas. No quiere que sientan la falta de su madre como pasó con ella, que desde los 12 años tuvo que criarse con una tía, por las constantes peleas de sus padres.

Cuenta que afronta su peor drama cuando sus hijas se enferman y justo ocurre cuando tiene menos dinero.

Si no hay caso de llevarlas a un lugar les digo: “‘quédense, yo nomás expondré la vida –esboza una sonrisa-, porque ahora hay mucho de eso de la gripe AH1N1”.

Y es que “una madre siempre piensa dos veces; una por ella y otra por sus hijos” antes de tomar una decisión, verdad que parafraseaba Sophia Loren, la actriz más universal de Italia, quien de niña sufrió los rigores de un mal padre que se olvidó de ella y de su hermana, pero salió adelante con el esfuerzo de su progenitora.

La oficina de Kevin Martínez, director de la Unidad de Mercados, de unos 40 años, está ubicada en un ambiente del tercer piso del Mercado Miraflores. En la antesala, una alfombra vieja y hecha girones, que parece que estuvo ahí desde siempre, da la bienvenida a los visitantes.

“En el tema de los gremiales nosotros vemos los efectos y no las causas”, me aclara.

Considera que el problema de los vendedores ambulantes no se solucionará con dar patentes a todos, que según sus datos suman 28.750, y remarca que no habrá más permisos. Su unidad, junto a la Guardia Municipal, se encarga de regular el ámbito gremial y reprimir a los no registrados o “ilegales”.

Me dice que tal es la cantidad de gremiales que en la ciudad de La Paz hay “uno por cada 10 habitantes”.

El investigador René Pereira Morató, en su libro Las contradicciones entre el derecho al empleo y el derecho a la ciudad, señala que el comercio en vía pública en la sede de Gobierno tiene un rostro predominantemente femenino y que en la mayoría de los casos es un sector reflejo de la pobreza.

Subraya que mientras las ciudades del país estén desindustrializadas, desempleadas y desalarizadas, una gran parte de las principales calles estarán abarrotadas de comerciantes minoristas.

De acuerdo al Censo 2012 del INE, en el país hay 2.282.006 de madres. De ese total, tres de cada diez son jefas de hogar, es decir, 789.225 (34,6%) mujeres trabajan para mantener solas a su familia.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 127 millones de latinoamericanos, un 47% del mercado laboral, pertenecen a la categoría informal.

Ya son las 12:00 y Lizeth no vendió nada. Me siento responsable por ello, pues la mantuve conversando todo el rato. Ella regresará a las 16:00 a vender, luego de recoger a sus hijas, hacerlas almorzar y llevarlas a la casa, para continuar con su rutina, que será hasta las 19:00 como máximo, porque debe estar con sus hijas. “Ellas me necesitan”, finaliza.

 

 

La ironía del incremento salarial y el desempleo en jóvenes y mujeres

Fondo Concursable para la investigación periodística

La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.

De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.

A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

Heidi Fuentes Jaldín

El cierre de al menos 4.600 empresas anunciado por el Presidente de la Federación de Empresarios Privados de Cochabamba (FEPC), Federico Díez de Medina, es un número más en las estadísticas que reflejan la situación económica del país, pero ¿cuántos desempleados resultan del quiebre de estas empresas? y ¿qué están haciendo ahora los afectados?

Las cifras son elevadas si se considera que el mayor número de empresas que anunció su cierre son medianas; es decir, cada empresa con un promedio de seis a diez trabajadores afectados. Y peor aún cuando los más vulnerables son jóvenes y mujeres madres de familia, a quienes no les queda otra opción de acudir al mercado informal, lo que significa renunciar a sus beneficios sociales de salud, bonos, aguinaldos e incrementos salariales.

Y es que las medidas gubernamentales que buscan amparar al trabajador y darles mejores condiciones de vida, los ha llevado a vivir en la ironía de que si buscan un mejor trato pueden llevar a la quiebra a sus empleadores y quedar sin trabajo.

Así es la historia de María Crespo, una mujer que cumplió 25 años en junio pasado en medio de necesidades, pues tiene dos hijos a quienes debe mantener y perdió su empleo tras el cierre de la empresa de calzados en la que trabajaba.

María cuenta que cada día deja a sus dos niños (4 y 6) en una guardería de la avenida Petrolera, cerca de su casa, para salir a buscar trabajo. El desaliento es su desayuno diario, pues entre los centenares de letreros que refieren requerimiento de personal, amontonados en la calle Punata, no existe ninguno que pague al menos el salario básico de 1.805 bolivianos. La mayoría no pasa de los 1.500.

 

La joven madre narra que trabajaba en una fábrica de zapatos que cerró en mayo tras el anuncio del Gobierno de un incremento salarial del 6%, el doble aguinaldo de 2015 y la nueva fijación del salario mínimo, que según los empresarios está asfixiando a las empresas.

“La dueña nos ha dicho que ya no podía pagarnos porque no le alcanzaba. Todo ha subido y no hay trabajo, por lo menos en la fábrica teníamos seguro de salud. Aunque sin el aumento salarial yo me habría quedado”, narró.

Como María, se estima que miles de jóvenes y mujeres quedaron desempleados a raíz de la quiebra de las empresas donde trabajaban o quedaron a merced de empleadores en el mercado informal que los vuelve más vulnerables a ser explotados.

¿Cómo es el mercado informal?

Según el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Cochabamba (FEPC), Federico Díez de Medina, al menos 29 mil empresas no renovaron su matrícula en Fundempresa, lo que significa que están migrando a la informalidad y esto a su vez significa que son inexistentes ante los ojos del Estado, por lo que no pagan impuestos, no aseguran a sus empleados, no hay contratos que cumplir y muchas veces funcionan en lugares clandestinos donde fácilmente pueden explotar a sus empleados.

Díez de Medina confirmó que al menos el 70% de estos empleados son jóvenes que carecen de experiencia, capacitación y conocimiento de sus derechos, y mujeres como María que prefieren aguantar injusticias para poder llevar el alimento a sus hogares.

Para el líder empresarial, la informalidad es el mayor problema para este sector, aunque también preocupa el desempleo. De enero a julio de este año, 4.600 empresas ya anunciaron su cierre.

“Son datos preocupantes porque se está perdiendo el empleo digno, el empleo con calidad de vida que tiene caja, seguridad social, incremento salarial, aguinaldos”, dijo.

En la misma línea, la presidenta de la Cámara Departamental de la Pequeña y Mediana Industria (Cadepia), Luz Mary Zelaya, reiteró que las empresas más afectadas con estas imposiciones son las medianas, ya que las grandes empresas tienen un fuerte capital y un respaldo económico, mientras que las pequeñas son sólo negocios familiares en las que la participación es asociada y pueden negociar entre ellos salarios, beneficios, entre otros.

“En lugar de poner trabas, el Gobierno debería incentivar a que estas empresas crezcan y se vuelvan grandes empresas”, dijo.

La presidenta explicó que desde el anuncio del incremento salarial (poco más de un mes), en Cochabamba seis de ellas ya anunciaron su quiebra y más de 500 pasaron a la informalidad pues dejaron de participar como asociados en CADEPIA.

“Son 1.100 afiliados que tiene Cadepia y sólo 500 permanecen activos. Este impacto no se ve tan grave porque cuando las empresas pequeñas cerramos no se hace bulla, nadie se entera”, dijo haciendo referencia a la empresa de calzados donde trabajaba María que tuvo que cerrar a pesar de tener productos de calidad y un futuro prometedor.

Para Zelaya, la mayor parte de los desempleados que resultan de estas quiebras, terminan como comerciantes ambulantes y más puestos de venta en una ciudad que se ha convertido en un mercado.

SI EL PROBLEMA SURGE DEL INCREMENTO SALARIAL, ¿SERÁ MEJOR NO INCREMENTAR EL SALARIO Y CONSERVAR EL EMPLEO?

Los empresarios coinciden en que debería haber flexibilidad en las exigencias impositivas del Gobierno así como de los montos salariales. Al menos hasta que las empresas estén mejor posesionadas y estables para poder cumplir las normativas de incrementos y pagos dobles.

“Debería ser con tiempo, unos cinco años para ver a las empresas crecer, categorizar a las empresas y no incluirlas a todas en el régimen general. Ahora se ha convertido en un delito decir que eres empresa”, dijo al respecto Zelaya.
Por su parte, Federico Díez de Medina, presidente de la Federación de Empresarios Privados, aseguró: “Nosotros estamos trabajando con el Gobierno en seis mesas y creo que lo más importante es preservar el trabajo para el boliviano, de lo hecho en Bolivia. Todas las inversiones nacionales deben favorecer principalmente a los trabajadores y empresas bolivianas. La solución es que los servicios del Estado favorezcan a las empresas nacionales”, dijo.

Los afectados prefieren renunciar a sus derechos

Encontrar una empresa que desde un principio cumpla con todas las obligaciones laborales es cada vez más difícil y cotizada. Sólo aquellas grandes empresas pueden cumplir con estas obligaciones y sólo se entra a trabajar en esos lugares “con muñeca” narraba Ruth de 22 años, una joven que trabaja en una cadena de micromercados de Cochabamba donde le pagan un salario de 1.800 bolivianos pero que no le cubren los beneficios de salud, aguinaldos y mucho menos incrementos salariales. Pese a ello, la joven agradece tener trabajo y prefiere no reclamar sus derechos por “vergüenza”.

Ruth es graduada de Contabilidad y cree que pedir lo que por Ley le corresponde sólo la dejará en la calle. Al igual que María prefiere recibir poco, pero seguro.

Asimismo, Rodrigo -un joven empresario que comenzó la venta de helados sabor a vino-, en un tono de decepción dijo que decidió comenzar su propio emprendimiento luego de descubrir que la carrera que estudió durante cinco años no le sirvió para encontrar un empleo digno con un salario que le permita ayudar económicamente a su familia.

“A una empleada doméstica le pagan 1.800 a 2.000 bolivianos que no ha invertido tiempo y dinero en estudiar, en tanto que un profesional  egresado debe conformarse con ese mismo salario y debe pasar al menos otros 10 años para conseguir un empleo digno. No hay condiciones.”, dijo asegurando que la mayor parte de los jóvenes siguen siendo dependientes de los padres porque sus primeros diez años de trabajo son explotados.

Tanto María, Ruth y Rodrigo coinciden en que no hay condiciones laborales dignas para las mujeres y los jóvenes, para quienes conseguir un salario de por lo menos 4.000 bolivianos, que son necesarios para cubrir una canasta familiar (según estimaciones de la Central Obrera Boliviana), sería un logro que todavía lo ven muy lejano.

CRUDA REALIDAD

De acuerdo con el Informe de Desarrollo Humano 2016, la mayoría de los trabajadores se insertan en condiciones de trabajo no deseado. Del universo de trabajadores, el 81% no aporta para su jubilación, el 72% no cuenta con un seguro de salud, el 89% no está afiliado a ningún sindicato y el 57% trabaja sin un horario establecido. El informe también detalla la desigualdad existente entre regiones y género generacional, no se gana lo mismo en Santa Cruz, Cochabamba, La paz y mucho menos en los departamentos que están fuera del eje troncal.

Según el estudio, el ingreso femenino sólo consigue alcanzar el 49% del ingreso masculino. En tanto que los jóvenes entre 17 a 24 años sufren por falta de capacitación, experiencia laboral y precariedad en sus trabajos. Menos de la mitad de los jóvenes entre esas edades están matriculados en algún centro educativo. Diariamente buscan trabajo de obreros, ayudantes o degustadores pero no ofrecen ningún beneficio.

Por ello, muchos de ellos prefieren migrar a la Argentina o Brasil para ganar salarios que no pasan los 2.500 bolivianos o 350 dólares.

 

 

El trabajo, una forma de comenzar tras salir de la cárcel

 

Fondo Concursable para la investigación periodística
La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.

De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.

A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

Karen Gil
Aquella tarde de jueves de octubre de 2014, Daniela tenía que decidir si huía o si ingresaba a la cárcel. Ya había permanecido en detención domiciliaria 11 años y medio, y hacía unas semanas que se la había sentenciado a 20 años, medida que no fue apelada por su abogado. La idea de huir le ocupó los días anteriores pero también la de que si ingresaba a la cárcel, tras unos meses, se le convalidaría su medida cautelar y podía ser favorecida por el indulto. El instante en que se inclinó por la cárcel no se imaginaba que su estadía duraría un año, que su vida tendría muchos cambios y que al salir encontrar un trabajo sería un problema.

 

“Ha sido un acto suicida entregarme, no sé en qué estaría pensando. Si ahora me dices entra a la cárcel o alguien me pregunta, “yo le digo ándate a jalar’”, reflexiona tras beber un sorbo de té que la mesera trajo hace unos minutos.

Estamos en el café La Virgen de los Deseos del colectivo Mujeres Creando, en la avenida 20 de Octubre de La Paz. Son las cinco de la tarde de un martes de julio de 2016. Pasaron nueve meses desde que salió libre gracias al indulto, que llegó tarde. Daniela es delgada, tiene la piel clara y el cabello corto. No aparenta los 29 años que tiene sino mucho menos. Su arete en el lado derecho de la nariz hace un juego perfecto con su lunar en la mejilla izquierda. La delgadez de su polera blanca con mangas largas deja ver el tatuaje que le cubre el brazo.

Mientras parte con una cucharilla un pedazo del pastel habla con mucha soltura sobre sus días en el Centro Penitenciario Femenino de Miraflores de La Paz, penal de máxima seguridad, en el que fue recluida por el homicidio culposo de su ex novio, quien falleció cuando ella tenía 16 años y él 19, tras ser apuñalado por el que en esa época era su pareja.

Según datos de la Dirección General de Régimen Penitenciario (DGRP), en el país hay 1.157 mujeres en centros penitenciarios. La cantidad de mujeres en cárceles es una de las tasas más altas en América Latina, alcanza el 6% que supera en un punto al promedio mundial, según informó hace unas semanas el representante de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Bolivia (UNODC), Antonino De Leo.

El investigador José Manuel Pacheco, en su libro ¿Ángeles o demonios o personas?, explica que para las personas privadas de libertad se reinserten a la sociedad este proceso debe comenzar cuando están en las cárceles, ya sea como medida preventiva o sentenciadas. Para él, los elementos determinantes en la reinserción son educación, trabajo y salud durante el tiempo que están recluidas.

Daniela pasó casi media vida entre estar arrestada en su casa y la cárcel. Debido al tipo de medida cautelar que se le dio, en los 11 años y medio de arresto domiciliario no tuvo la posibilidad de salir a estudiar, menos a trabajar. Continuó sus estudios con la modalidad a distancia, de esa forma salió bachiller y también así cursó tres años de Antropología en una universidad privada.

Cuando Daniela entró a la cárcel de Miraflores tenía 27 años. Desde los primeros días, además de cumplir con sus labores diarias —que todas las privadas de libertad deben realizar—, para ganar dinero, pues “allí dentro se necesita mucho”, leía el tarot a sus compañeras; a los pocos meses trabajó como ayudante de lavandería y luego como administradora.

Esas actividades le sirvieron no solo para obtener ingresos sino para mantener la mente ocupada y no desesperarse por el encierro, aunque sabía que no le servirían para llenar la casilla de experiencia laboral en su currículum cuando buscara trabajo afuera.

Y ¿AHORA QUÉ?

Da, como le gusta que la llamen, salió de la cárcel la tarde del nueve de octubre de 2015 con 46 kilos y menos cabellos, que le robó la depresión. Ni bien quedó en libertad fue con sus papás, su hermana y su novia de entonces a tomar un café con pasteles en un restaurante de El Prado. Pasaron alrededor de 12 años para que camine nuevamente por el centro paceño.

El primer mes libre fue mucho más complicado de lo que esperaba. En ese tiempo terminó definitivamente su relación de tres años con su pareja, con quien vivía desde su salida de “Miraflores”. Luego de su ruptura retornó a la casa de sus padres.

A modo de intentar adaptarse a su nueva vida, que a ella le parecía aún extraña, ganaba algunos pesos por leer el tarot a sus amigas, algunos parientes y personas que la contactaban por Facebook. Por lectura ganaba entre 70 y 100 bolivianos, monto destinado a sus gastos personales. Por ese entonces, aún no se animaba a buscar trabajo formalmente porque necesitaba asumir y disfrutar su libertad tan añorada.

Tras unas semanas, su amiga Lise (nombre cambiado) le propuso que la asista en una investigación para su tesis doctoral sobre la seguridad alimentaria en el Chaco boliviano.

Aceptó el empleo pese a que el sueldo mensual era de 1.400 bolivianos, monto menor al salario mínimo nacional, y que no se trataba de un trabajo fijo, pues solo viajaría a poblaciones rurales de Santa Cruz algunos meses no consecutivos. Según el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el 65% de los jóvenes acceden a trabajos con ingresos mínimos a la canasta alimentaria y el 31,5% están en empleos temporales.

Pacheco explica que la mayoría de las personas que salen de la cárcel se emplean en trabajos informales principalmente porque una gran parte no cuenta con formación técnica o académica y experiencia laboral.

Pese a todo, Daniela inició su trabajo las primeras semanas de enero de este año. Estaba feliz porque éste involucraba viajar, una de las cosas que ama desde pequeña. Además significaba una oportunidad para obtener experiencia en antropología.

Llegó a Yateirenda, una comunidad del Chaco de Santa Cruz que la recibió con 44 grados de temperatura y la amabilidad de los indígenas guaraníes. El viaje, el trabajo y el calor fueron una verdadera cura para Daniela, allí subió unos cuantos kilos.

A los pocos meses gracias al trabajo realizado anteriormente, consiguió una consultoría temporal en una institución que trabaja en el Chaco temas de seguridad alimentaria, la cual la contrató para levantar encuestas durante unos meses por poco más de 4.800 bolivianos, de los cuales hasta ahora aún no recibió el primer pago del 20%.

Y ¿MI IDENTIDAD?

El estigma con que los ve la sociedad es uno de los obstáculos con que los que se encuentran los jóvenes cuando salen de la cárcel y quieren reinsertarse a la sociedad. “La gente no confía en ellos porque considera que si una vez cometieron un delito pueden volver a hacerlo”, explica Paola Toncich, la responsable de Centro Volontari Cooperazione allo Sviluppo (CVCS), única entidad en La Paz que trabaja en la reinserción social de jóvenes con pasado penitenciario.

Ese prejuicio tiene que ver con la mirada punitiva de la sociedad que se evidencia, por ejemplo, con la propuesta de reforma con la que concluyó la “Cumbre Nacional de Justicia Plural para vivir bien” —realizada en junio de este año y organizada por el Gobierno—: incorporar la cadena perpetua a violadores en el Código Penal. “Eso es claramente un reflejo de la sociedad, vamos a verlos a todos como delincuentes que no tienen salida”, dice la experta.

Para evitar ser estigmatizadas muchas de las ex privadas de libertad prefieren ocultar su pasado carcelario en todos los ámbitos en los que se desenvuelven: estudios, nuevas amistades y, principalmente, fuentes de empleo.

Éste es el caso de Daniela, quien cree que esa información pueda perjudicarla en su trabajo, siente que las personas con quienes se relacionan ya no la tratarán de la misma forma. Por eso, en la institución con la que trabaja actualmente desconoce su pasado carcelario y, en su momento, no contradijo la versión de Lise, quien le contactó con la ONG y explicó a sus directores que Daniela conoce muy bien la cárcel porque hizo una investigación allí.

Esa situación la incomoda, no le gusta la idea de negar la cárcel porque es parte de su identidad, de lo que ahora es ella, al igual que ser mujer, al igual que ser lesbiana. Pero siente que a veces no hay otra opción.

Ése es uno de los pocos temas en los que su voz y postura cambian. Se lleva el poco pelo que tiene hacia atrás, saca una cajetilla de metal, la abre y de su interior extrae uno de sus cinco cigarrillos preparados con tabaco puro. Lleva uno a los labios y lo enciende con unos cerillos que la mesera trajo hace unos instantes.

“Qué jodido haber elegido un trabajo donde tenga que callar dos cosas tan fundamentales”, dice —refiriéndose a su orientación sexual y a sus años encerrada— mientras exhala el humo a un lado de la mesa.

Aplasta el resto del cigarro en el cenicero, guarda sus cosas, se despide y se va. Tiene que ir a su casa a terminar de sistematizar sus encuestas y así preparar el informe. Le quedan pocas semanas en La Paz, pues a finales de este mes debe volver a trabajar al Chaco cruceño, lugar que disfruta plenamente y donde espera no ser cuestionada por su pasado.

Mujeres, ocupadas pero sin empleo digno

 

Fondo Concursable para la investigación periodística

La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.

De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.

A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

 

El eslabón débil de una cadena frágil

 

Isabel Mercado

Leticia (35) sigue de cerca los estudios de su hija Rebeca de 14 años. La joven asiste a una escuela pública, pero su madre quiere que ella llegue lejos y obtenga una beca para estudiar en el exterior para conseguir un trabajo “digno y seguro”, en lo posible fuera del país. Sus sueños no son castillos en el aire: ella fue migrante en España durante tres años y volvió a Bolivia hace otros tres. Volvió porque no se resignó a vivir lejos de su única hija y, sobre todo, porque tuvo que hacerlo: no pudo conseguir un empleo estable, las oportunidades para llevar a su pequeña eran nulas y no pudo estudiar nada, como era su intención original. Lo que ganó apenas le alcanzó para sobrevivir los primeros meses de su retorno en busca de un empleo que tampoco consiguió. Ahora es trabajadora del hogar, de varios hogares en realidad, porque a falta de uno donde la acepten con su hija adolescente con todos los beneficios, ha optado por trabajar en varias casas y por horas, reuniendo a cuentagotas un ingreso impreciso, que alimenta, en las horas libres –quitadas del descanso y del sueño- para vender productos de belleza por catálogo.

Inés (44), en cambio, sí pudo estudiar. Es egresada de Comunicación y ejerció durante varios años el periodismo televisivo. El éxito en su carrera no fue proporcional a la inestabilidad de sus sucesivas fuentes de trabajo. Aunque los ingresos no eran malos, las exigencias no coincidían con la volatilidad de sus contratos: cada cierto tiempo debía renegociarlos y nunca pudo encontrar un puesto estable. Tampoco lo añoró demasiado, porque la falta de un puesto de trabajo donde permanecer por largo tiempo la obligó a desenterrar su aspiración de ser diseñadora de moda y se inició como emprendedora con gran entusiasmo. Lleva cuatro años en el proyecto de crear su propia marca de ropa y aunque no le ha ido mal, no consigue aún llegar a fin de mes sin tener que vaciar bolsillos y carteras para pagar las cuentas.

Alejandra (37), finalmente, es el retrato del éxito profesional. Obtuvo la licenciatura en psicología y después de algunos años dedicada a criar a sus dos hijos, se ha dedicado de lleno a su carrera. Trabaja de forma estable y da clases en la universidad. Además realiza consultorías y escribe ensayos académicos. Con todo, y como madre divorciada, no llega a reunir todo lo que necesita para la manutención de su hogar e hijos. Nunca ha formado parte de una planilla de personal de planta, y tiene contratos periódicos como consultora, lo que la exime de muchos beneficios, a pesar de que la ley se los ofrece. En su experiencia, es mejor adecuarse a las condiciones que le dan sus empleadores a perder la oportunidad de tener ingresos regulares.

Ocupación y desempleo

En Bolivia, según los datos oficiales que se disponen (actualizados solamente hasta 2012) la cantidad de desocupados/desempleados no pasa de 122 mil personas (aproximadamente un 3% de la población económicamente activa del país). De este total, 73 mil (60%) son mujeres.

El pasado 6 de agosto, el presidente Evo Morales informó que la tasa de desempleo abierto en el área urbana subió de 3,5% en 2014 a 4,4% en 2015; esta cifra se acerca algo más a la que maneja el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), que ubica la tasa de desempleo en el país en 8%. En el caso de las mujeres, la entidad especializada afirma que alcanza al 10%.

El investigador del CEDLA, Bruno Rojas, explica que de acuerdo a una encuesta realizada en el eje troncal del país, el 65% del empleo pertenece al sector informal y el 35% al empleo formal; de ello, el Estado genera 9,6% y el sector privado el 22%.

El especialista indicó que el 70% del total de los empleos generados son precarios; es decir, no cuentan con beneficios sociales ni aportes a las AFP. La precariedad incluso llega al ámbito formal, explicó.

¿Cómo leer adecuadamente esta ensalada de cifras?, ¿cuál es el retrato real de la sociedad boliviana en torno al empleo?, ¿en qué condición se ubican las mujeres en este contexto?

“El problema radica en que no tenemos una definición adecuada de empleo”, sostiene el director del Instituto de Asistencia Social Económica y Tecnológica para la Pequeña y Mediana Industria (INASET), Enrique Velazco Reckling. “Usamos como sinónimos «trabajo» (que puede ser remunerado o no), «ocupación» (que puede ser cualquier forma de ocupar el tiempo de la persona), «empleo» (que a su vez puede comprender desde el «empleo digno», hasta el «cuenta-propismo forzado» como expresión dura de la auto-explotación laboral a la que están obligadas las personas por la incapacidad estructural de nuestra economía para crear puestos de trabajo y oportunidades de empleo digno, pasando por el empleo asalariado formal, el informal y el auto-empleo por elección).  Por ello, reflexiona Velazco, hay un complejo abanico de “calidades y dignidades” en los empleos de los bolivianos y aquí radican las dificultades de lectura, comprensión y sobre todo de análisis serio y crítico.

Las mujeres, ocupadas pero sin empleos dignos

Leticia nunca ha tenido aportes en las AFP. En rigor, se informó sobre lo que son estos aportes para la vejez hace poco tiempo y aunque no cuenta con ningún respaldo para esos años venideros, la posibilidad de restar de sus ingresos para efectuarlos por cuenta propia está lejos de sus urgencias. A pesar de que  la ley la ampara para contar con seguro de salud y bonos de antigüedad aún en trabajos por horas –pues la mayoría de ellos son permanentes–, todos sus empleadores le han anunciado que de darle estos beneficios tendrían que descontarlos de su salario, por lo que prefiere quedarse sin ellos. Eso sí, ha cobrado aguinaldos y segundos aguinaldos en los últimos años, aunque para este 2016 le han anunciado que sólo le reconocerán un aguinaldo. “Hay mucha competencia para servicios domésticos por horas, la gente prefiere no firmar contratos”, comenta.

Inés está en el otro lado de la cancha. Después de un periodo de inversión en capacitación y en la instalación de su taller de confección, llegó a tener 12 personas a su cargo. Sin embargo, los costos de producción son altos y con las obligaciones laborales no le fue bien. “Tuve una persona que en dos años se embarazó dos veces; además, a pesar de problemas con el rendimiento laboral, no podía despedir a nadie, así lleven pocos meses de trabajo, por los costos de indemnización. Esto sin contar los incrementos salariales con retroactivos, aguinaldos y segundos aguinaldos”, relata. A finales de 2015, Inés hizo otra “inversión” y despidió a ocho de sus trabajadores. Hoy funciona con cuatro personas y  se desdobla para realizar las tareas que son necesarias. Sus ingresos no han mejorado: no tiene sueldo fijo, no aporta a las AFP y no tiene seguro de salud.

En cuanto a Alejandra, la situación es compleja: tiene un seguro de salud en el sistema público que no usa porque “no me puedo dar el lujo de esperar horas o semanas para ser atendida”; aporta a las AFP, pero ha firmado un acuerdo interno con sus empleadores –como otros consultores en su situación– para no recibir incrementos salariales ni doble aguinaldo. “Hemos preferido preservar nuestra fuente de empleo a exigir estos beneficios”, sostiene.

La creciente profesionalización de las mujeres ha impulsado en las últimas décadas su masiva incorporación al trabajo, así como el hecho de que gran parte de ellas comparte la manutención con sus parejas o es, en solitario, jefe de hogar.  Sin embargo, además de que la reducida oferta de fuentes de trabajo estable ha obligado a muchas mujeres a optar por la informalidad y el cuentapropismo, la legislación laboral vigente impone, en los contratos laborales con mujeres, muchos costos laborales adicionales a las remuneraciones, por lo que los empleadores están menos inclinados a contratarlas.

“Como consecuencia, muchas mujeres deben aceptar diversos grados de precariedad a cambio del empleo porque prima la urgencia del ingreso a la satisfacción personal o a la comodidad del trabajo. Por supuesto, esta realidad está aún más complicada por la incapacidad estructural de la economía de crear puestos de trabajo y oportunidades de empleo digno, por lo que mujeres con menor formación y más pobreza van ocupando cada vez más ocupaciones de alto riesgo y gran demanda física, como el PLANE, construcción, minería, y similares”, opina Velazco.

Los factores de la desigualdad

Los estudios sobre empleo realizados en Bolivia han demostrado que existen desigualdades en el ámbito laboral y que las más afectadas son las poblaciones de mayor vulnerabilidad como los jóvenes y las mujeres. En este año seis de cada diez personas que buscan trabajo son mujeres.

Según el estudio «Brechas de género: un desigual acceso al mercado laboral para las jóvenes bolivianas»  (CEDLA), para el 2010, el mercado laboral urbano en el eje central del país estaba compuesto en un 45% por mujeres y, de ellas, 88 de cada 100 tenían empleos precarios, porcentaje mayor al nivel de precariedad general (83%).

La precariedad laboral tiene su mayor manifestación en el empleo informal. En el 2010, 69 de cada 100 mujeres ocupadas se desempeñaban en empleos informales en comparación a 59 de cada 100 hombres. En muchos casos, a pesar de tener un mayor nivel de instrucción, las mujeres seguían ocupando más empleos precarios en comparación con los varones.

Otro factor que destaca la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral es el salario. Aunque representan el 50% de los trabajadores asalariados, las mujeres reciben sólo el 32% de la masa total de los ingresos. En el 2010, el salario femenino equivalía a 73% con relación al de los hombres que realizaban la misma tarea. En el 2011, la brecha de ingresos se ensanchó ya que la mujer percibía solamente el 56% respecto de los ingresos de los hombres.

“Hasta hace unos años, podía darme algunos gustos; viajar de vacaciones con mis hijos, o no tener que llevar cálculos de todos mis gastos para evitar que el dinero no me falte. Particularmente, creo que algunas medidas a favor de los trabajadores han terminado desfavoreciéndonos, especialmente a las mujeres, que somos las últimas en las posibilidades de contratación y ascenso profesional. Tenemos que demostrar el doble que los hombres y, al final, terminamos aceptando cualquier condición. Es preferible tener un trabajo a perderlo”, dice Alejandra.

Lo mismo opina Leticia, quien ha decidido renunciar a un empleo con beneficios por tener comida segura para ella y su hija adolescente, y por la “ventaja” de poder estar cerca a ella en el día a día. “El trabajo del hogar todavía está sujeto a mucha discriminación y por ser madres tenemos que aceptar”, explica.

Para Inés,  ser emprendedora obligada a la formalidad es un acto que define como quijotesco. La burocracia para operar legalmente no guarda relación con la competencia del contrabando y el comercio informal, señala.  “Es difícil avanzar en un mercado reducido y con mucha competencia; no podemos explorar las ventas por internet, que en el rubro de la moda son cada vez más prósperas en el mundo. En Bolivia no hay una norma de e-commerce, estamos fuera de ese circuito que es global”, comenta. Sin embargo, la opción de volver al circuito del trabajo asalariado no está en sus planes. “A mi edad y siendo mujer ya no me contratarían”, dice.

Altos costos para estar en planilla, persistencia de condiciones de discriminación y explotación, mayor esfuerzo para salarios más bajos y otros aspectos son las  condiciones que la mayoría de las mujeres bolivianas están dispuestas (u obligadas) a aceptar a fin de acceder a los ingresos laborales que persiguen como necesidad.

“No se trata necesariamente de discriminación o de condiciones de empleabilidad de las mujeres, sino de rasgos estructurales que no se cambian con capacitación o financiamiento”, sostiene Velazco Reckling.

El especialista cree que la solución radica en que el Estado, la academia y la empresa privada valoren  el rol fundamental del empleo de calidad en el crecimiento económico y en el desarrollo social. Sin embargo, desde el Estado aunque hay una reciente preocupación las respuestas son aún inciertas y la empresa privada se mantiene a la retaguardia. Para las mujeres esto implica la permanencia de condiciones de inequidad, discriminación y falta de oportunidades. Ser el eslabón débil de una cadena frágil es una situación que viven día a día.

Mujeres abren puestos de venta en Facebook por criminalización de ambulantes en La Paz

 

Fondo Concursable para la investigación periodística

La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.

De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.

A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

Daniel Ramos

•    Más de 31.000 gremiales «formales» ocupan las calles de la ciudad con un número mayor de «informales».

•    El 56% de las personas económicamente activas en La Paz no tiene trabajo, la tasa de desempleo en mujeres de entre 15 y 24 años alcanza el 24%.

•    Las redes sociales aparecen como alternativa para conseguir ingresos al día sin pagar tributos.

Necesidad de trabajo

Tres de cada diez adolescentes se embarazan por día en Bolivia según el Ministerio de Salud. Una de las consecuencias de la maternidad no planificada es la necesidad de trabajo que tienen las mujeres jóvenes quienes renuncian a los estudios para ser madres. En muchos casos perdieron el apoyo económico de sus familias o fueron abandonadas por sus parejas.

Un embarazo, la crianza de los hijos o la falta de recursos generan mucha angustia y pareciera que la primera opción o quizás el camino más corto para cubrir las necesidades básicas es vender golosinas, frutas, bisutería, ropa o comida en los centros urbanos al no contar con un capital o instrucción universitaria.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), Bolivia tiene poco más de 10 millones de habitantes, de los que 7,9 millones están en edad de trabajar: 4,6 millones (59,4%) tienen empleo y 3,2 millones (40,6%) están calificados como población económicamente inactiva.

La ciudad de La Paz (925.378 habitantes), muestra un alto grado de desempleo. Un 56% de las personas económicamente activas no tiene trabajo. Un estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA, 2012), revela que la tasa de desempleo en mujeres entre 15 y 24 años alcanza el 24%.

Las embarazadas y mujeres con hijos pequeños están particularmente afectadas porque tienen mayor dificultad para encontrar empleo y peor cuando la tasa de desempleo subió de 3,5% a 4,4% en el país entre 2014 y 2015 como reconoció el Gobierno.

En La Paz, la mayoría de las mujeres están empleadas o autoempleadas en el sector informal. Salen de sus casas en la madrugada para ocupar calles, avenidas, puentes y plazas hasta altas horas de la noche, haga frío o calor.

El Gobierno sostiene que en los últimos años se creó más de medio millón de empleos en el país y que el salario mínimo nacional creció en 310%, de 440 a 1.805 bolivianos, entre 2005 y 2016; pero, el aparato estatal y las empresas formales están llenos. También las calles.

«El incremento salarial y el segundo aguinaldo hicieron perder competitividad a la industria nacional frente a las importaciones legales e ilegales (contrabando), lo cual produce un mercado laboral formal reducido para la contratación de nuevos trabajadores (as)», estableció la Cámara Nacional de Industria.

«La inflexibilidad de las normas laborales, en particular para las mujeres, genera restricciones para su contratación en el mercado formal», añadió en referencia a los costes de la seguridad social.

El mercado grande

La Alcaldía de La Paz afirma que hay poco más de 60.000 vendedores en las calles de La Paz; de ellos, 31.000 están asociados en algún sindicato y el resto son ambulantes. Por otro lado, dirigentes gremiales afirman que el número supera los 100.000.

Los 7.000 comerciantes que ocupan los mercados de la ciudad no están incluidos en ese conteo.

«Somos más, debemos llegar a ciento y pico. Estamos llenos de comerciantes que venden de todo. Mucha gente es cómoda que quiere comprar al paso, en la puerta de su trabajo, en la puerta de su casa mucho mejor. Ese trabajo lo hacen los ambulantes que bajan al centro de la ciudad, ahí superamos los 100.000 comerciantes. Hay más comerciantes que compradores», dijo el secretario general de la Confederación de Gremiales de Bolivia, Ernesto Rada.

Legalmente, la venta informal no es un crimen; sin embargo, hay normas municipales que regulan el asentamiento de gremiales y la Guardia Municipal despliega 300 efectivos diariamente para ahuyentar a los ambulantes.

«Ya no se permiten nuevos asentamientos; entonces, el número queda en los 31.000, ése es el techo, salvo que haya otra ley», dijo el director de Mercados y Comercio en Vía Pública de la Alcaldía de La Paz, Kevin Martínez, respaldado por las Ordenanzas Municipales No. 101 y 102 que establecen la inamovilidad de los puestos de venta y la prohibición de nuevos asentamientos en vía pública.

El funcionario explicó que otro objetivo clave es el proceso de identificación o carnetización de gremiales con código QR, que permite la georeferenciación y control de asentamientos.

«Nos muestra el lugar exacto donde está ubicado el gremial, esto va a ayudar a tener un mejor orden y organización en las calles, va a evitar duplicidad de patentes porque falsifican las patentes en papel; además, generamos una conciencia en el ciudadano de comprar al sector legal», explicó.

«Este es un proceso y el impacto, si lo lanzamos ahora, vamos a tenerlo en por los menos seis, siete años», subrayó Martínez.

Los gremiales de la ciudad de La Paz tienen todas formas y tamaños. En muchos casos, familias enteras trabajan en las calles.

«Mis papás son ambulantes», dice Angélica, de 19 años, quien comenzó a vender poleras, blusas y otras prendas en las calles cuando tenía ocho porque no tenía con quien quedarse en casa. «Los sábados se gana más, pero vendemos todos los días y costuramos de noche. También compramos (mercadería) en Desaguadero al por mayor».

En cambio, Janeth, de 21 años, apenas lleva ocho meses como vendedora ambulante de cosméticos y otros productos. Tiene un hijo de cinco años. Dice que abandonó el empleo de limpieza de oficinas porque recibía 800 bolivianos mensuales, menos de la mitad del salario mínimo, por ocho horas de trabajo, de lunes a sábado.

«Sacó más ahora con cosas de moda que les gustan a las chicas», sonrió la también exestudiante de Ciencias de la Educación de la UMSA que en un día normal gana hasta 200 bolivianos moviéndose en un pequeño carrito de un lado a otro.

Cero tolerancias

«Cada vez somos más incisivos en el cumplimiento de las normas y generamos mayores operativos con la Guardia Municipal», dijo el director de Mercados y Comercio en Vía Pública, Kevin Martínez, y reconoció que ese trabajo provoca molestias en el sector gremial que en varias oportunidades -dijo- pidió su cabeza al alcalde Luis Revilla.

Para la Confederación de Gremiales, difícilmente se puede controlar a los vendedores. «La gente sale a las calles por necesidad, no es otra cosa. Si uno tuviera un buen trabajo donde gane arriba de los 3.000 bolivianos por qué va a salir a vender, pero no hay trabajo, y vender no es un crimen», dijo el dirigente Ernesto Rada.

Sin embargo, los mismos comerciantes con puestos fijos se muestran inflexibles con los ambulantes y han contratado los servicios de guardias privados para proteger la venta de su mercancía.

«Los ilegales nos amenazan en las calles», manifestó Filomena Carrasco, dirigente de la Federación de Trabajadores Gremiales de La Paz.

Los ciudadanos de a pie también expresan su molestia cuando ven las aceras o calles abarrotados por vendedores.
«Deberían meterlos en un mercado, son demasiados», dijo el chofer de un micro. «Ya no hay por dónde caminar y peor para los autos, en todo lado hay trancadera».

Pero sacar a los vendedores es una tarea difícil y los recursos para construir modernos mercados son insuficientes. El Gobierno Municipal Autónomo de La Paz recaudó el año pasado 1.169.204 bolivianos por el pago único municipal por asentamientos en vías públicas y requiere 14 millones para construir un mercado.

Migración a RRSS

Los ambulantes ganan y pierden de un día para otro su clientela, viven acosados por los «legales» y caminan con la Guardia Municipal pisándoles los talones. Ante la falta de un puesto fijo, un creciente número de mujeres encontró una oportunidad en las redes sociales.

«Una luz en la tormenta», afirmó Karen una joven embarazada y con un hijo de cuatro años que trabaja desde su casa ofreciendo ropa por Facebook y WhatsApp.

Por el momento no hay datos estadísticos del flujo de intercambio de productos, pero sólo en Facebook hay una veintena de «tiendas» abiertas desde La Paz en las que uno puede comprar u ofertar por un producto desde la comodidad de un escritorio o celular.

«Ahora la modernidad también ha llegado a los comerciantes, hay gente que en WhatsApp o en el Face que ofrece cosas. Les mandan fotos del producto y vienen a comprar. Eso ya está generalizándose, más que todo en la juventud», dijo el secretario general de la Confederación de Gremiales de Bolivia, Ernesto Rada.

Shirley Gi Saint, creadora y administradora del grupo de «VENTAS y SUBASTAS ropa zapatos y accesorios» en Facebook, con 59.364 miembros, cuenta que usar las redes sociales es una excelente alternativa para ganar dinero con una mínima inversión que puede dar buenas ganancias si se oferta un buen producto desde la casa y sin tener que sufrir maltratos en la calle.

«Muchas personas, amigas y amigos, buscábamos un mercado más amplio donde poder ofrecer nuestros productos. Y vi la oportunidad de brindar una plataforma de venta a otras personas que también querían hacer subastas con sus productos ventas directas y llegar a más personas», dijo.

Shirley vendía zapatos como ambulante hasta que encontró la fórmula de no salir de casa e ingresar a un gran mercado desde el celular. En Bolivia hay más de 4 millones de cuentas de usuarios de Facebook, según estudios.

«Es una alternativa no sólo para mujeres jóvenes, sino también para madres solteras ya que hay muchas madres solteras que venden de todo para apoyar sus necesidades», añadió.

Al igual que Shirley hay varias mujeres que abrieron un puesto de venta o grupos en Facebook como Compra y Venta La Paz Bolivia, Ventas y Subastas Todos los Días, La Paz De Todo un Poco y muchos otros que agrupan a cientos de mujeres y hombres.

«Yo creo que semanalmente puedes ganar hasta unos 500 bolivianos, con suerte algunas veces más, algunas menos», comentó Eva, quien además vende ropa en la calle Tumusla hace casi 25 años.

«Hay que privilegiar lo técnico»

Ante la problemática del desempleo juvenil, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) afirma que hay que privilegiar la formación técnica productiva en lugar de profesiones universitarias como la abogacía que sólo sobresaturan el mercado.

«Los jóvenes no están escogiendo bien sus vocaciones, todos queremos ser abogados y está sobresaturado el mercado. No estamos privilegiando lo técnico, lo miran como si fuera de segunda. Te garantizo que hay muchos técnicos en el sector manufacturero que ganan más que los ingenieros», dijo el asesor general de la CEPB, Gerardo Velasco.

«Hay muchos jóvenes que no pueden darse el lujo de estar cinco años estudiando, pero adicionalmente no encuentran trabajos después de cinco años. Mejor que estudien dos años y encuentren trabajo y después podrán incrementar (su formación)», agregó.

Varios estudios advierten la carencia de técnicos especializados en el sector agropecuario, hidrocarburífero, telecomunicaciones, energía, construcción, nuevas tecnologías y otros rubros productivos.

Como el componente juventud es clave para el desarrollo de un país, urge la elaboración de una agenda pública de acciones para mejorar la formación laboral, generación de empleos y el acceso a un trabajo digno, es la conclusión a la que llegaron los entrevistados.

Y esa tarea implica articular los esfuerzos de las autoridades nacionales y subnacionales, empresarios y otros actores tomando en cuenta que 24 de cada 100 bolivianos son jóvenes, según el INE, y el nivel de instrucción superior apenas llega al 29,2%.

A 2016, en Bolivia la población de 16 a 28 años es de 2.610.000 y para el 2030 alcanzará los 2.948.000.

Mujer con discapacidad: múltiples barreras

 

Fondo Concursable para la investigación periodística
La Fundación para el Periodismo, con el apoyo de Solidar Suiza, publicó por tercer año consecutivo la separata “Prioridad” que este año abordó la temática del empleo/desempleo en casos de mujeres y madres jóvenes. El objetivo de este programa es visibilizar en los medios de comunicación impresa la situación laboral, social y económica de ese segmento de la población, reflejando la problemática de conseguir un empleo digno cuando se es joven, mujer y madre.
De las postulaciones de todo el país, fueron seleccionadas las propuestas de periodistas de La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija.
A partir de este lunes 05 de diciembre, presentaremos los 16 reportajes que son parte de la separata “Prioridad” publicada con el periódico Página Siete, el martes 29 de noviembre de 2016.

Litzy Arreaño Flores

“Creo que soy rara”

Nací en pleno verano del 72, quiero imaginar que fue un día soleado. La hora y las circunstancias ni mi mamá ni yo las recordamos. Imagino que ambas preferimos olvidarlas, porque no fui una buena noticia. Nací mujer y “enfermita” (como se decía en ese tiempo). Dos años después me operaron de la cadera para que pudiera andar. No fui tarea fácil…

Aprendí a caminar en un andador adaptado al retraso que sufrí. Miradas vigilantes y temerosas; privilegios inexplicables entre regaños infundados hilaron mi infancia. No fue mi caso, pero es sabido que muchos padres abandonan a su familia cuando se presenta una discapacidad. A Miriam la abandonó su esposo en el hospital, después de enterarse de que su hija nació con parálisis cerebral: “en mi familia no hay esas cosas”, argumentó.

La experiencia de la discapacidad en una familia transforma su dinámica. El desencanto de que el recién nacido no sea sano provoca una enorme frustración. Es un shock que muchos padres no superan. La adaptación a una realidad que no se espera es dolorosa y en muchos casos se da abandono, negligencia, violencia y negación. Es común escuchar que los padres abandonan a las madres después de generar circuitos de culpabilización y vergüenza.

Los servicios de salud y de educación, insensibilizados a esta temática, tampoco son una respuesta para afrontar esta realidad, que sufre de un vacío en cuanto al abordaje e intervención.

Este camino solitario provoca que las familias vivan sus adaptaciones de manera intuitiva y en muchos casos invalidante, porque la vida familiar se centra en la discapacidad y va limitando el desarrollo adecuado de la persona.

De la infancia asexuada, despreocupada y feliz, de pronto las hormonas un día hicieron su trabajo. Me vi enfrentada a tres dolorosos desafíos además del acné. Ser mujer, porque me acosaron los mensajes de que sufrimos, corremos mayor peligro, somos víctimas de los hombres; debemos servir y agradar a nuestros maridos, novios o todo lo masculino que tengamos al frente. Sentirme “originaria” porque de pronto el color de mi cabello y de mi piel me incomodaban.

Finalmente la cojera, que empezó a notarse por el desarrollo y me produjo una timidez particular disfrazada de soledad.

La muleta, el bastón, la silla de ruedas o esa diferencia tan notoria no combinan con nada. Esa vergüenza natural de la adolescencia en mí parecía magnificarse. Estas ideas de mí misma y del mundo que me rodeaba fueron las barreras más difíciles de vencer.

Estudios sobre sexualidad y discapacidad afirman que los problemas de autoestima e identidad se manifiestan en la adolescencia, porque además de aceptarse un cuerpo sexuado debe asumirse diferente y no siempre es aprobado por el sexo opuesto y sus pares.

Hesperian, una organización especializada en discapacidad, afirma que es común que una discapacidad motriz provoque una discapacidad mental y viceversa si no existe la estimulación adecuada y la socialización necesaria en los primeros años de vida.

Por otra parte, si las primeras miradas del entorno cercano son de desaprobación, que suele pasar, ocurrirá que el niño responda tímidamente a los desafíos.

Estas miradas y mensajes no sólo entorpecen el desarrollo de la autoestima de la persona sino que atentan a su sentido de identidad, pertenencia y existencia en el mundo, lo que podría provocar problemas de conducta, abuso de alcohol y drogas; que sufra fracaso académico y laboral porque se le niega la posibilidad de crecer y desarrollar sus potencialidades.

“Es peligroso”

Esos primeros tratos y la actitud sobreprotectora de mi familia sellaron de alguna forma mi destino. Sería tonto decir que fue su culpa, porque tanto ellos como yo no lo sabíamos…
Los que tuvimos el infortunio o la gracia de pasar por esto, en el entretejido de nuestras vidas personales, compartimos la falta de información oportuna y de los servicios rehabilitadores adecuados; además de la carga de muchos prejuicios familiares y sociales.

La familia permite que las personas con discapacidad logren la independencia y autonomía en sus vidas. Sin embargo no es lo más común. La tendencia, motivada por una fuerte sensación de culpa, provoca que la familia sobreproteja y resuelva la vida de la persona con discapacidad. Con ideas como: “que no sufra”, “no sabe lo que es mejor para él o ella”, “es que no puede”, “es peligroso”, “es muy difícil”, etc. Incluso los parientes suelen ser los primeros en invadir sus límites personales e intimidad.

Por otra parte, el desconocimiento y la vergüenza que se alimentan provocan que las familias se aíslen del resto y “encierren” sutil o explícitamente a la persona con discapacidad y a ellas mismas.

Otro factor que determina su calidad de vida es la limitación económica, porque es un hecho que esta realidad empobrece cuando no existen los servicios sociales adecuados. Resulta una inversión de tiempo y dinero, porque no siempre la familia cuenta con los recursos para acceder a rehabilitación, a tratamiento o a un asistente que se haga cargo, tarea que generalmente recae sobre las mujeres. Muchos familiares quedan desgastados física y emocionalmente, lo que provoca actitudes de abandono emocional o negligencia a las necesidades de las personas con discapacidad. El circuito de la pobreza empieza a girar entonces.

“Alguien debería ayudarlos”

La responsable de recursos humanos de una institución pública, en una entrevista de trabajo, me enfatizó que ellos no discriminaban por ninguna condición. A poco más de mis 33 años, era la primera vez que alguien me lo sugería o tal vez que yo lo escuchaba. Salí preguntándome por qué… nunca antes me lo había planteado. Años después, en medio de doloroso llanto, reconocí que tenía una discapacidad porque ya no tenía el cuerpo para una jornada de ocho horas, tenía limitaciones para movilizarme, deformaciones que limitaban mi desempeño y una salud inestable que cambiaba con las temporadas.

Desde entonces empecé a dudar de mis capacidades, me limité a las labores de casa, pensé que mi vida productiva ya había terminado y mi autoestima se fracturó un poco más. Los cuadros depresivos empezaron y yo no me daba cuenta de ello…

En la familia, la escuela, en la formación profesional, las instituciones privadas, públicas e incluso religiosas se internaliza tanto la idea de normalización y eficiencia que las respuestas son automáticas. La contratación de personas está medida en función de desempeño y costos. Es natural entonces que más del 80% de personas con discapacidad en nuestro país no tengan un trabajo seguro o formal; no existan adecuaciones laborales adecuadas y la remuneración sea menor.

Ser mujer ya es una desventaja para competir en el mercado laboral, según el informe de Desarrollo Humando del PNUD; la discapacidad suma la brecha por los mandatos que la sociedad asigna a ser mujer (hermosa, cuidadora, la que atiende). Estadísticamente las mujeres con discapacidad tienen menos acceso a trabajo y menor remuneración en relación a los hombres con discapacidad. Esencialmente su trabajo es informal y por cuenta propia. Incluso estos estereotipos repercuten significativamente para que consiga pareja. Y demás está decir que la identidad étnica sumará desventajas.

Willy Silva, funcionario del Programa de Apoyo al Empleo del Ministerio de Trabajo, afirma que las mujeres con discapacidad tienen menos oportunidades de inclusión laboral; y que en general las personas con discapacidad tienen más dificultad para conservar sus empleos. Los avances en barreras arquitectónicas se han hecho sentir en algunos espacios urbanos, pero aún no se ha trabajado sobre las barreras actitudinales de las personas con discapacidad y la sociedad. La incompetencia aprendida, victimización, baja autoestima, vergüenzas interiorizadas dificultan que la persona se integre en el entorno laboral; y por otra parte, las adecuaciones en el ambiente laboral y la poca sensibilidad de los compañeros crean conflictos recurrentes.

Separada, sin hijos y con una salud muy quebrantada me acogí a un programa para personas con discapacidad en el que vivencié la discriminación condensada en todas sus formas. Vivir esta experiencia me abrió los ojos a una realidad desatendida y marginal, salvo para quienes la vivimos… Cuando la vida te golpea de esa manera sabes que tienes que hacer algo.

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