Editor mayo 6, 2022
Yolanda Quiroga

La experta Yolanda Quiroga conversó con la Red de Periodismo para una Vida Libre de Violencia.

 

Yolanda Quiroga, experta en Derecho Internacional Público, expone la importancia de que las mujeres alcancen la independencia económica, no solo para su desarrollo personal, sino para impulsar el desarrollo de sus familias, su comunidad, su país y de la propia economía global.

 

Por: Claudia Quenallata Mamani
Edición: Patricia Cusicanqui Hanssen

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) relieva que el invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente no solo a la igualdad de género, sino a la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo: “Las mujeres contribuyen de manera muy significativa a las economías, ya sea en empresas, granjas, como emprendedoras o empleadas o trabajando como cuidadoras del hogar no remuneradas”, afirma

Así también, la falta de independencia económica desemboca en la desproporción de la calidad de vida, la discriminación y la explotación a las mujeres, involucrándolas a menudo a trabajos inseguros, mal remunerados y subvalorados.

La violencia económica está reconocida como una forma de ejercer violencia de género. En Bolivia, con la promulgación de la Ley 348 (2013), es pasible de sanción de acuerdo con el artículo 7 de dicha norma, que a la letra dice: Violencia Patrimonial y Económica es toda acción u omisión que al afectar los bienes propios y/o gananciales de la mujer, ocasiona daño o menoscabo de su patrimonio, valores o recursos; controla o limita sus ingresos económicos y la disposición de los mismos, o la priva de los medios indispensables para vivir.

En este contexto, la Red de Periodismo para una Vida Libre de Violencia conversó al respecto con la abogada Yolanda Quiroga, especialista en Derecho Internacional con estudios avanzados en Derecho Internacional Público, en Holanda y Perú, y quien ha profundizado en los derechos humanos de las mujeres, entre ellos, el derecho a trabajar libremente, a recibir una remuneración digna, a la independencia económica y a crecer profesional y laboralmente sin discriminación y en igualdad de oportunidades que los varones.

 

— ¿A qué nos referimos cuando hablamos de independencia económica para las mujeres?

— La independencia económica, también conocida como autonomía económica, es la capacidad de las mujeres para generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. Forma parte del empoderamiento económico que es necesario para el logro de la equidad de género a nivel global, además que permite materializar los derechos de las mujeres posibilitando su participación equitativa en los mercados, el acceso a los recursos productivos, el control sobre su tiempo, su vida y su cuerpo, y los distintos niveles de decisión a nivel familiar, político y social.

— ¿Por qué es importante que las mujeres alcancen la independencia económica?

— Como parte del empoderamiento económico, la independencia económica permite contribuir a la equidad de género y a acabar con todas las formas de discriminación en contra de las mujeres y niñas, además de favorecer la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo de un país, impulsando la productividad y aumentando la diversificación económica y la igualdad de ingresos.

Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuando las mujeres alcanzan su independencia económica, aumentan su participación en la fuerza de trabajo de un país, lo cual ocasiona la reducción de la brecha laboral con los hombres y viabiliza el crecimiento económico del país de manera más rápida. Por ello, el empoderamiento de las mujeres en la economía, es un aspecto fundamental para alcanzar el logro de la Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible (ODS 1,2, 3, 5, 8 y 10).

A un nivel más personal, cuando las mujeres logran su independencia económica son capaces de generar sus ingresos y recursos propios, además de tomar decisiones sobre su administración y disposición. También fortalecen sus capacidades y su autonomía que son determinantes para que tomen la decisión de enfrentar y salir de círculos de violencia psicológica, física, sexual y hasta económica, ante actos que atentan contra su independencia económica como la privación, retención o sustracción de su dinero o sus propiedades.

— ¿Cómo y desde qué espacios se puede generar independencia económica para las mujeres?

La generación de independencia económica es el resultado de estrategias asumidas no solo a nivel gubernamental sino también a nivel privado por parte de los actores de la economía de un país. En ese sentido, deviene de la participación activa de las mujeres en distintos programas de generación de empleo e ingresos, de capacitación vocacional y en todo tipo programas y políticas que procuren su acceso a los mercados de trabajo. Por otra parte, la generación de la independencia económica en el sector privado, como por ejemplo en las empresas, dependerá de la toma de decisiones que sean destinadas a ese fin, teniendo en cuenta que a mayor incremento de las oportunidades de liderazgo para las mujeres mayores son la eficacia organizacional y los beneficios para las empresas, que actualmente consideran al empoderamiento económico de las mujeres como “un buen negocio”.

— ¿Cómo afecta a la vida de las mujeres la imposibilidad de alcanzar la independencia económica?

— La falta de independencia económica en las mujeres las hace proclives a ser víctimas de la discriminación de género, que en sistemas patriarcales de muchos estados perpetúa roles de género y contribuye a la mayor desigualdad social, cultural y económica. La desigualdad económica por su parte, ocasiona su explotación laboral o que desempeñen trabajos no seguros o mal pagados, que en conjunto se agravan cuando sobre ellas recaen las tareas domésticas y pierden la oportunidad de tener tiempo libre para aprovechar oportunidades económicas en el mercado.

Otro efecto es la pobreza económica, que de acuerdo con un estudio de 2020 realizado por Amnistía Internacional, afecta en gran medida a las mujeres y niñas, contribuyendo al aumento de la brecha de género que a su vez genera más pobreza. Según la Organización de las Naciones Unidas, una de cada cinco niñas en el mundo vive en situaciones de extrema pobreza, además que las mujeres representan el 70% de las personas pobres en el mundo.

No se debe dejar de lado que la COVID-19 también ha tenido un impacto negativo, que afectó la posibilidad de las mujeres de alcanzar su independencia económica tras generar mayor sobrecarga en el trabajo, incluidos los cuidados del hogar, además de dificultar su acceso al empleo, plantear mayores dificultades para las familias monoparentales dirigidas por mujeres o generar contextos adecuados para la violencia doméstica. Las economías del mundo aún atraviesan los efectos de la pandemia que tornaron irreversible el ensanchamiento de la brecha de pobreza entre mujeres y hombres, al extremo que se estima que, en los próximos años, más de 47 millones de mujeres y niñas estarán por debajo de la línea de pobreza.

— En un país como el nuestro, con altos índices de violencia contra las mujeres, ¿cuál es la ruta que deberían recorrer las mujeres para alcanzar la independencia económica?

— Teniendo en cuenta las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas y la realización progresiva de los derechos económicos, sociales y culturales (previstos en el Artículo 2 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales), a los que se encuentra sujeta la independencia económica, la ruta para alcanzarla estaría integrada por tres elementos que deben ser materializados en base al trabajo conjunto entre el Estado y la sociedad civil, incluidas las mujeres: transformación, participación e impacto.

Se parte de la transformación de la vida propia de las mujeres, que tienen el poder de incidir en la transformación de su entorno, los mercados y las actividades económicas en las que ellas participan. Dicha transformación está sujeta a instrumentos para la elaboración de diagnósticos y planes de acciones que permitan la transformación, con enfoque transversal de la equidad de género, de la dependencia económica. Seguidamente, se espera que las mujeres fortalezcan sus capacidades de participación para asumirla en los espacios que afectan su independencia económica como el mercado laboral, los mercados de productos y servicios, para finalmente, lograr el impacto de su independencia económica en sus propios hogares, su comunidad y las políticas públicas, incluida la legislación.

La ruta debe estar acompañada de cambios estructurales y sociales que propicien la equidad de género, logrando que tanto mujeres como hombres tengan igual acceso a un empleo, una misma retribución por el mismo trabajo, el reparto equitativo o igualitario de las tareas del hogar, además del reconocimiento y valoración mutua de los cuidados y del trabajo doméstico no remunerado.

— ¿De qué manera impactan los roles de género a la independencia económica, por ejemplo, el cuidado del hogar?

— Las desigualdades de género afectan de sobremanera a la independencia económica de las mujeres, en particular en países en desarrollo donde las mujeres trabajan más que los hombres y pese a ello, solo dos de cada tres de ellas obtienen sus recursos propios comparado con el 11,7% de los hombres; además que los hombres ganan más que las mujeres independientemente de su edad, nivel de educación o tipo de trabajo. Por otra parte, el 90% del trabajo doméstico no remunerado es aún ejecutado por las mujeres, que dedican entre una y tres horas más que los hombres a las labores domésticas y, entre dos y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados (a sus hijos, padres, personas mayores o enfermas).

Todo ello, sin duda, ocasiona que las mujeres dediquen menos tiempo a su autoformación, educación, ocio, autocuidado y actividades propias, encontrándose en una situación de discriminación generalizada de género que afecta su capacidad para participar equitativamente en todos los aspectos de su vida pública y privada.

— ¿Existen políticas de gobierno para la generación de independencia económica para las mujeres? Si la respuesta es sí, ¿nos puede contar más sobre ello? Y si la respuesta es no, ¿cuál debería ser la estrategia gubernamental para que las mujeres la alcancen?

— La Estructura del Plan de Desarrollo Económico y Social (2021 – 2025) “Reconstruyendo la Economía para Vivir Bien, hacia la Industrialización con Sustitución de Importaciones”, incluye en su eje 1.3 la meta de “Devolver a la Política social el carácter prioritario para el Estado, reduciendo la desigualdad económica, social y de género en el marco de la Pluralidad”, la cual solo plasma acciones destinadas a la reducción de la pobreza y de desigualdad de ingresos de manera general, sin hacer mención explícita de algún elemento relacionado con la generación de la independencia económica para las mujeres. Por su parte, la meta 1.4, “Implementar programas de empleo y diseñar mecanismos que promuevan el empleo formal y reduzcan las brechas de género en el empleo”, refleja entre sus indicadores, el número de inserciones laborales con énfasis en mujeres, jóvenes y personas con discapacidad, además del número de beneficiarias del Programa “Avancemos con Fuerza”, de inserción laboral de calidad de mujeres con hijos entre los tres meses y cinco años.

Resalta que en los resultados 10.4.3 de la meta 10.4, “Impulsar la descolonización y despatriarcalización hacia la consolidación del Estado Plurinacional de Bolivia y el paradigma del Vivir bien”, se haya hecho alusión a la promoción de un “mayor empoderamiento económico de las mujeres” con la mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones en las esferas de representación política. Sin embargo, únicamente se establecen acciones destinadas a la consecución de la segunda parte del postulado (sobre la promoción del ejercicio político o del liderazgo de la mujer en el ámbito familiar y de la sociedad), señalando como indicadores a los porcentajes de mujeres electas en los Consejos Municipales y la proporción de mujeres que ocupan escaños en la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Se debe tener en cuenta que además de las políticas de gobierno referidas, existen diversos tratados internacionales que reflejan compromisos destinados a lograr el empoderamiento económico de las mujeres, por ejemplo, la Plataforma de Acción de Beijing, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y diversos convenios sobre la igualdad de género de la Organización Internacional del Trabajo.

— ¿Cuánto aportan las mujeres al PIB y cómo sería el PIB sin el aporte de las mujeres en el mundo y en Bolivia?

— Teniendo en cuenta que hasta la fecha no existen datos generados respecto al aporte de las mujeres en el PIB de Bolivia, se estima que el logro de la independencia económica de las mujeres a nivel mundial aminoraría significativamente la desigualdad de género. Tanto los países en desarrollo como los desarrollados se beneficiarían si las mujeres tuvieran la misma independencia económica que los hombres, si participaran en la fuerza laboral en el mismo nivel que los hombres, trabajaran el mismo número de horas que los hombres, o fueran empleadas al mismo nivel que los hombres en todos los sectores económicos. Bajo dicho esquema, aun sin la plena paridad alcanzada, se podría incrementar el PIB mundial en 12 trillones de dólares, siempre que sea paralelo al crecimiento del PIB individual de los Estados.