La personificación de las historias periodísticas y su tratamiento con el género de la crónica es la mejor fórmula para conectar con las audiencias sobre todo en un medio de investigación como La Brava que se ha especializado en derechos humanos y de medio ambiente apostando por trabajado de largo aliento y nuevos formatos narrativos.

La directora de La Brava, Karen Gil, expuso la forma en que trabaja la revista digital ante un grupo de veinte periodistas del Laboratorio 1: Nuevas narrativas para nuevos públicos, del MediaLab de la Fundación para el Periodismo.

Gil recomendó que, en principio, para contar una historia debe hacerse una delimitación hasta lo específico respondiendo a las preguntas básicas: qué, quién, dónde, cuándo, cómo y por qué.

“Cuando no está bien delimitado el tema, es difícil que puedas arrancar con otros elementos que en adelante se puedan presentar”, advirtió al sostener que sin planificación temática previa un periodista puede enfrentar problemas para alcanzar su objetivo o no tener claro qué productos multimedia serán necesarios.

Además, subrayó la importancia de elegir a un personaje que permita personificar la trama que se va a contar con el género de la crónica porque “con esas historias se conecta mejor con los lectores, los oyentes o telespectadores” y ese género le da una vida más allá de la temporalidad concreta.

Por eso cabe elegir a una persona que permita desarrollar las circunstancias de un tema como las leyes o las instituciones que afectan sus derechos o relatar el contexto de sus vivencias como un reflejo de lo que pasa en el colectivo, como hace La Brava con las historias del sector LGBTI.

Dos de los nuevos formatos con los que la revista digital La Brava cuenta historias son los ensayos visuales, que son un puesta en escena provocadora en un contexto complejo que es tratada con una colección de fotografías y texto explicativo como en el caso del tema “Vamos a estar aquí hasta el fin del mundo”, que aborda la vida de seis mujeres trans, queers  y drag queen que viven y trabaja en Santa Cruz.

Los retratos hablados son fotografías acompañadas de un audio con la voz de las protagonistas.

La Brava también trabaja con reportajes para profundizar la explicación de un problema y con podcasts para aprovechar su potencial entre las nuevas audiencias.

En todo caso, según recomendó, la elección del formato narrativo debe estar relacionado con el tema y con el acceso que se tenga a la historia y los personajes por lo que llegado el momento debe decidirse si se trabaja con datos o una crónica, siempre y cuando tengamos un cronista que sea capaz de emocionar a las audiencias.

Un tema que los periodistas suelen pasar por alto, pero es de suma importancia, es la planificación administrativa del trabajo contando detalladamente el tiempo de realización del proyecto, los recursos humanos, los económicos y los técnicos que tendrán sus características en función del impacto que se quiere causar en las audiencias o públicos, sostuvo Gil.

En este punto caben también la definición de si un texto tendrá 8.000 o 10.000 palabras o si un podcast será de 10 o 20 minutos, con la advertencia de que si el producto es muy largo no sea atractivo para los lectores.

“Mientras más riguroso y más profundidad tenga el trabajo, va a tener más impacto”, concluyó.

Este laboratorio forma parte del diplomado “Laboratorio de innovación para medios digitales 3.0” que es impulsado por la Fundación para el Periodismo con el apoyo de la DW Akademie y en coordinación con la Universidad Privada Boliviana.